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Página 24

LIBROS & ARTES

na de las caracterís-

ticas más señaladas

de la poesía renacentista

es la

imitatio

de los poetas

clásicos. Esta

imitatio

se

hacía eco de la máxima

formulada por el supues-

to Longino en su tratado

De lo sublime

: «La gran li-

teratura es repercusión de

un alma noble», lo que no

impedía admitir una mul-

tiplicidad de variantes de-

bido a la naturaleza de la

lengua y al contexto his-

tórico en que se inscribían

estas «repercusiones». Es

así como las églogas de

Garcilaso de la Vega sur-

gen como una

imitatio

de

las

Églogas

de Virgilio,

pero ofrecen una visión

singular de la España del

siglo XVI. Es así también

como, más allá de la filia-

ción retórica, las primeras

églogas de Virgilio y Gar-

cilaso proponen una vi-

sión social del oficio del

poeta (considerado posee-

dor de «un alma noble»)

donde se hacen presente

la apología y la implícita

sanción. El contraste ofre-

cido entre los pastores Tí-

tiro y Melibeo guarda co-

rrespondencias no siem-

pre puntuales con los pas-

tores Salicio y Nemoroso:

si en la Égloga I de Virgi-

lio se trata de un desdo-

blamiento donde Títiro

representa al esclavo ma-

numitido y confirmado en

la posesión de sus tierras,

y Melibeo al expulsado

del país natal que se ve

obligado a recomenzar su

vida en tierra extraña; en

la Égloga I de Garcilaso el

desdoblamiento apunta a

la doble experiencia del

amor insatisfecho: Salicio

canta al amor no corres-

pondido de Galatea; y

Nemoroso a Elisa, la ama-

da muerta.

Manfred Fuhrmann ha

señalado que el realismo

estilizado de las

Églogas

de

Virgilio, más que una

adaptación de los

Idilios

de

Teócrito, proponen de

manera moderada «la ino-

cencia paradisíaca que

Lucrecio había atribuido

al canto de los pastores».

Esta inocencia, sin embar-

go, se ve menguada por el

dramatismo que supone la

condición de exiliado de

Melibeo, quien canta des-

de la pérdida, y fortaleci-

da por la actitud ociosa y

despreocupada de Títiro,

quien se encuentra «acos-

tado al amparo de un

haya anchurosa [ensayan-

do] un son de musas del

bosque en [su] flauta lige-

ra». Sin proponérselo, Vir-

gilio inicia una polémica

que, siglos más tarde, va a

enfrentar al realismo «com-

prometido» con el esteti-

cismo «escapista». Este

enfrentamiento no apare-

ce en las

Églogas

de Garci-

laso (no al menos de ma-

nera evidente), pues sus

pastores se acogen de lle-

no a la inocencia paradi-

síaca recomendada por

Lucrecio, pero instalan en

ella el infierno real de sus

pasiones que los historia-

dores vinculan con Isabel

Freire, la amada desdeño-

sa desde la vida y la muer-

te. No se trata de una ex-

plicación biográfica, sino

de la comprobación de

que los hechos reales que

afectaron a ambos poetas

se inscriben en el marco

de una tradición y una re-

tórica que articula el dis-

curso literario y le otorga

una razón de ser.

Este ensayo propone

un eslabón más en esta

cadena: el poema de An-

tonio Cisneros titulado

«Un soneto donde digo

que mi hijo está muy lejos

hace ya más de un año»

(

Como higuera en un cam-

po de golf

, 1971). Ni la

declaratoria de su condi-

ción textual ni el tema

propuesto en este largo tí-

tulo ofrecen alguna posi-

bilidad filiatoria con sus

predecesoras: el poema de

Cisneros no es un soneto,

ni sus personajes pastores.

La

imitatio

no es esgrimida

como un valor: estamos

frente a un poema cuya

escenografía no tiene

nada que ver con el

Locus

Amœnus

como no sea

para ironizar el contraste

creado por las expectati-

vas de lectura. Sin embar-

go, este «soneto» ofrece

una actualización de la

visión del poeta, incidien-

do en la condición nega-

tiva de la ociosidad y en

la denuncia de los recur-

sos consagrados por una

retórica tradicional empe-

cinada en enaltecer valo-

res que la modernidad ha

vuelto obsoletos e ino-

cuos. Esta denuncia, que

define la condición «mo-

derna» del poema de Cis-

neros, se ve continuamen-

te asediada por los valo-

res que la tradición le ha

otorgado. No es difícil

percibir la paradoja de que

el poema sólo pueda ser

leído en el interior de un

sistema literario que se

pone en movimiento por

el cúmulo de referencias

culturales y personales

que conviven con la ma-

yor complacencia. No se

trata de un diálogo drama-

tizado entre dos pastores

en un ambiente bucólico,

ni de un monólogo susten-

tado en la queja amorosa,

pero de ellos tiene la im-

pronta del diálogo trunco

EL OFICIO DE POETA

VUELTOA VISITAR

Jannine Montauban

U

El poema de Antonio Cisneros «Un soneto donde digo que mi hijo está muy lejos hace ya más

de un año»

(Como higuera en un campo de golf, 1971)

exhibe la condición ambivalente de la ociosidad y

denuncia los recursos consagrados por una retórica empecinada en enaltecer sus valores creativos, los mismos

que la modernidad y el utilitarismo ha vuelto obsoletos e inocuos. Esta denuncia, sin embargo, se ve continuamente

asediada por los valores que la tradición, desde Teócrito y Virgilio hasta Garcilaso de la Vega,

le ha otorgado a la ociosidad, tanto del artista como de sus mecenas.

Rumbo a las Islas Galápagos, 2002.