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LIBROS & ARTES
na de las caracterís-
ticas más señaladas
de la poesía renacentista
es la
imitatio
de los poetas
clásicos. Esta
imitatio
se
hacía eco de la máxima
formulada por el supues-
to Longino en su tratado
De lo sublime
: «La gran li-
teratura es repercusión de
un alma noble», lo que no
impedía admitir una mul-
tiplicidad de variantes de-
bido a la naturaleza de la
lengua y al contexto his-
tórico en que se inscribían
estas «repercusiones». Es
así como las églogas de
Garcilaso de la Vega sur-
gen como una
imitatio
de
las
Églogas
de Virgilio,
pero ofrecen una visión
singular de la España del
siglo XVI. Es así también
como, más allá de la filia-
ción retórica, las primeras
églogas de Virgilio y Gar-
cilaso proponen una vi-
sión social del oficio del
poeta (considerado posee-
dor de «un alma noble»)
donde se hacen presente
la apología y la implícita
sanción. El contraste ofre-
cido entre los pastores Tí-
tiro y Melibeo guarda co-
rrespondencias no siem-
pre puntuales con los pas-
tores Salicio y Nemoroso:
si en la Égloga I de Virgi-
lio se trata de un desdo-
blamiento donde Títiro
representa al esclavo ma-
numitido y confirmado en
la posesión de sus tierras,
y Melibeo al expulsado
del país natal que se ve
obligado a recomenzar su
vida en tierra extraña; en
la Égloga I de Garcilaso el
desdoblamiento apunta a
la doble experiencia del
amor insatisfecho: Salicio
canta al amor no corres-
pondido de Galatea; y
Nemoroso a Elisa, la ama-
da muerta.
Manfred Fuhrmann ha
señalado que el realismo
estilizado de las
Églogas
de
Virgilio, más que una
adaptación de los
Idilios
de
Teócrito, proponen de
manera moderada «la ino-
cencia paradisíaca que
Lucrecio había atribuido
al canto de los pastores».
Esta inocencia, sin embar-
go, se ve menguada por el
dramatismo que supone la
condición de exiliado de
Melibeo, quien canta des-
de la pérdida, y fortaleci-
da por la actitud ociosa y
despreocupada de Títiro,
quien se encuentra «acos-
tado al amparo de un
haya anchurosa [ensayan-
do] un son de musas del
bosque en [su] flauta lige-
ra». Sin proponérselo, Vir-
gilio inicia una polémica
que, siglos más tarde, va a
enfrentar al realismo «com-
prometido» con el esteti-
cismo «escapista». Este
enfrentamiento no apare-
ce en las
Églogas
de Garci-
laso (no al menos de ma-
nera evidente), pues sus
pastores se acogen de lle-
no a la inocencia paradi-
síaca recomendada por
Lucrecio, pero instalan en
ella el infierno real de sus
pasiones que los historia-
dores vinculan con Isabel
Freire, la amada desdeño-
sa desde la vida y la muer-
te. No se trata de una ex-
plicación biográfica, sino
de la comprobación de
que los hechos reales que
afectaron a ambos poetas
se inscriben en el marco
de una tradición y una re-
tórica que articula el dis-
curso literario y le otorga
una razón de ser.
Este ensayo propone
un eslabón más en esta
cadena: el poema de An-
tonio Cisneros titulado
«Un soneto donde digo
que mi hijo está muy lejos
hace ya más de un año»
(
Como higuera en un cam-
po de golf
, 1971). Ni la
declaratoria de su condi-
ción textual ni el tema
propuesto en este largo tí-
tulo ofrecen alguna posi-
bilidad filiatoria con sus
predecesoras: el poema de
Cisneros no es un soneto,
ni sus personajes pastores.
La
imitatio
no es esgrimida
como un valor: estamos
frente a un poema cuya
escenografía no tiene
nada que ver con el
Locus
Amœnus
como no sea
para ironizar el contraste
creado por las expectati-
vas de lectura. Sin embar-
go, este «soneto» ofrece
una actualización de la
visión del poeta, incidien-
do en la condición nega-
tiva de la ociosidad y en
la denuncia de los recur-
sos consagrados por una
retórica tradicional empe-
cinada en enaltecer valo-
res que la modernidad ha
vuelto obsoletos e ino-
cuos. Esta denuncia, que
define la condición «mo-
derna» del poema de Cis-
neros, se ve continuamen-
te asediada por los valo-
res que la tradición le ha
otorgado. No es difícil
percibir la paradoja de que
el poema sólo pueda ser
leído en el interior de un
sistema literario que se
pone en movimiento por
el cúmulo de referencias
culturales y personales
que conviven con la ma-
yor complacencia. No se
trata de un diálogo drama-
tizado entre dos pastores
en un ambiente bucólico,
ni de un monólogo susten-
tado en la queja amorosa,
pero de ellos tiene la im-
pronta del diálogo trunco
EL OFICIO DE POETA
VUELTOA VISITAR
Jannine Montauban
U
El poema de Antonio Cisneros «Un soneto donde digo que mi hijo está muy lejos hace ya más
de un año»
(Como higuera en un campo de golf, 1971)
exhibe la condición ambivalente de la ociosidad y
denuncia los recursos consagrados por una retórica empecinada en enaltecer sus valores creativos, los mismos
que la modernidad y el utilitarismo ha vuelto obsoletos e inocuos. Esta denuncia, sin embargo, se ve continuamente
asediada por los valores que la tradición, desde Teócrito y Virgilio hasta Garcilaso de la Vega,
le ha otorgado a la ociosidad, tanto del artista como de sus mecenas.
Rumbo a las Islas Galápagos, 2002.