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LIBROS & ARTES
or primera vez un pe-
ruano ha ganado uno
de los premios literarios
que convoca anualmente
la Casa de las Américas de
La Habana, y en condicio-
nes que significan una au-
téntica consagración in-
ternacional: entre 211
concursantes y por una-
nimidad. El jurado que
concedió el premio de
poesía a Antonio Cisneros
(por un libro presentado
con el espartano título
de
En memoria
, pero que
se llamará, más risueña y
felizmente,
Canto ceremo-
nial contra un oso hormigue-
ro
) estuvo integrado por la
salvadoreña Claribel Ale-
gría, el ecuatoriano Jorge
Enrique Adoum, el co-
lombiano León de Greiff,
el chileno Juvencio Va-
lle y el cubano Fayad Ja-
mís, poetas de generacio-
nes distintas y conviccio-
nes estéticas poco conci-
liables, por lo que la coin-
cidencia en este fallo, que
asegura a Cisneros, ade-
más de una recompensa de
mil dólares, una edición
de varios miles de ejem-
plares, resulta todavía más
significativa y honrosa.
Todo esto es, sin duda,
muy halagador para la poe-
sía peruana, que, con la
excepción de Vallejo,
sólo en contadas excep-
ciones ha alcanzado otros
públicos y ha vivido den-
tro de las fronteras nacio-
nales, enclaustrada y he-
roica, gracias a puñados
de tenaces creadores que
eran también –o poco
menos– sus únicos lecto-
res. Pero lo es más el he-
cho de que este premio,
que brinda notoriedad y
audiencia americanas a un
joven poeta peruano,
haya recaído en un libro
de poesía singular, en la
que admirablemente se
condensan la observación
inteligente y la dicción
elocuente de la realidad
que preocupa al poeta, la
libertad con que este des-
vela sus nostalgias, sus có-
leras, sus dudas y ambicio-
nes íntimas, y la felicidad
imaginativa y la seguridad
verbal con que proyecta la
descripción de su mundo
personal en el plano de ge-
nuina creación, es decir,
de intuiciones universales
y bellas formas artísticas.
Antonio Cisneros na-
ció en Lima, en 1942, es-
tudió Literatura en la Uni-
versidad Católica y en
San Marcos –también nue-
ve desganados meses de
Derecho–, fue profesor de
castellano en la Universi-
dad de Ayacucho y ha pu-
blicado tres colecciones
de poemas:
Destierro
(1961),
David
(1962) y
Comentarios
reales
(1964).
Por este último libro ob-
tuvo el Premio Nacional
de Poesía en 1964. El
año pasado vino a Lon-
dres, con la beca Javier
Prado, y es actualmente
lector de español en la
Universidad de Southamp-
ton, en la que pasa tres
días por semana adoctri-
nando pérfidamente a sus
alumnos para que descui-
den los estudios literarios
españoles y se ocupen más
de autores latinoamerica-
nos. Largo, afectuoso, casi
escuálido, apasionado de
la literatura y la amistad
(los poemas de su último
libro están dedicados a sus
compañeros de genera-
ción, y dos de ellos tienen
como motivo profundo la
amistad), ha viajado por
Francia y España, y asistió,
hace poco, al Congreso
Cultural de La Habana, de
donde vino conmovi-
do. En las desvaídas, des-
templadas mañanas de
este punzante invierno bri-
tánico, resultaba muy gra-
to y cálido demorarse con
él, en los inhóspitos loca-
les de las inmediaciones de
Earl´s Court, conversando
alrededor de unas ácidas
tazas de té.
Dos reacciones extre-
mas amenazan a los jóve-
nes sudamericanos que lle-
gan a Europa: una feroz
melancolía provinciana
que los catapulta en la so-
ledad y en la neurosis más
paralizantes, o en una eu-
foria de bárbaros hechiza-
dos por los prestigios arti-
ficiales y llamativos de la
vida bohemia, que los lle-
va a perderse, a disolver-
se en un cosmopolitismo
invertebrado. Cisneros ha
sorteado felizmente estas
dos trampas, y aunque
corta, su experiencia eu-
EL POETA CISNEROS HA
SORTEADO LAS DOS AMENAZAS
*
Mario Vargas Llosa
En Londres
P
Mario Vargas Llosa recibió a Antonio Cisneros en la estación Victoria de Londres,
cuando el poeta llegó a esa ciudad en 1967. Hasta entonces solo se habían conocido por carta y,
a partir de ese momento, entablarían una amistad basada en la admiración mutua, como se desprende
de este artículo escrito por Vargas Llosa para celebrar el premio Casa de las Américas de Cuba
–muy prestigioso en esa época– que Cisneros obtuvo en 1968.
* Este texto apareció en la revista
Caretas
Nº 381, el 26 de setiembre
de 1968.
Jean Franco, José Lezama Lima, Antonio Cisneros y Rubén Bareiro, delante de la casa del poeta cubano en
La Habana Vieja, 1969.