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LIBROS & ARTES
muerte temprana y trági-
ca) sugieren con bastante
claridad.
En el primer poema de
Comentarios reales
, «Pa-
racas», también la voz
poética se vierte en el plu-
ral de la primera persona.
Si bien el modo descripti-
vo y la actitud contem-
plativa distinguen a este
poema del que cierra el
libro, la diferencia central
radica en otro punto. La
perspectiva no es pro-
fética, sino retrospectiva
y, se diría, casi sentimen-
talmente arqueológica:
«Sólo trapos/ y cráneos de
los muertos nos anuncian/
/ que bajo estas arenas/
sembraron en manada a
nuestros padres». El cote-
jo de los textos revela, sin
dificultad, que el nosotros
del emisor no abarca las
mismas comunidades. Si
en el primer poema de
Comentarios reales
el círcu-
lo humano del hablante es
el de los descendientes de
la población autóctona,
en «Epílogo» el vínculo
solidario no proviene ya
de un pasado en común
sino de una esperanza
compartida: al final del li-
bro, el futuro es el suelo
imaginario donde se con-
grega la colectividad. Ese
desplazamiento sugiere
que la única redención de
los traumas del pasado se
logra en la afirmación utó-
pica.
EL BESTIARIO
Canto ceremonial contra
un oso hormiguero
(1968)
ganó el premio Casa de
las Américas, de Cuba,
cuando ese reconocimien-
to significaba la consagra-
ción internacional. Con o
sin galardones, el libro es
una de las cimas de la obra
poética de Antonio Cis-
neros. Ya en sus entregas
anteriores era evidente
que el poeta aspiraba a
dotar a sus obras de una
organicidad flexible. Así,
David
y
Comentarios reales
trazan su fisonomía a tra-
vés de la revisión del de-
cir y el quehacer históri-
cos. En
Canto ceremonial
contra un oso hormiguero
,
la coherencia de la totali-
dad depende de un yo
poético que, a pesar de su
individualismo aventure-
ro e itinerante, se siente
amenazadoramente inter-
pelado por las exigencias
del compromiso político y
la responsabilidad fami-
liar. A lo largo de
Canto
ceremonial contra un oso
hormiguero
, un sujeto si-
tuado en la zozobra habla
sobre la experiencia de la
pérdida. Por eso, resulta
significativo el carácter
elegíaco y a veces fúnebre
de buena parte de los poe-
mas: la muerte es, sobre
todo, una forma irrevoca-
ble de la ausencia.
A este tópico se aco-
pla el de la separación y
la pérdida, que tiene su
expresión más conmove-
dora en «Entre el embar-
cadero de San Nicolás y
este gran mar»: el viaje al
extranjero –que la hipo-
cresía y la mediocre trivia-
lidad del medio limeño
parecían justificar amplia-
mente– exige, sin embar-
go, dejar atrás al hijo re-
cién nacido («cáscara de
plátano donde pastan las
moscas» es la metáfora
que nombra su desampa-
ro). En el poema se tren-
zan estrechamente el pa-
sado y el presente, el re-
cuerdo y la circunstancia
de la evocación: la unidad
de la experiencia se cifra
en el lamento. La sensa-
ción de desconcierto y cri-
sis se plasma, además, en
la imagen del puerto –lí-
mite entre la tierra y el
mar donde comienza, lite-
ralmente, el destierro–
3
.
Los dos versos iniciales del
poema sitúan al yo poéti-
co en un escenario que, sin
perder su carácter objeti-
vo y concreto, es también
un paisaje de la sensibili-
dad: «Queda un poco de
sol, crujen los cables y el
lomo de las/aguas/una y
otra vez se bambolea en-
tre las blancas rejas». Así,
en la escena concurren la
inminencia de la oscuri-
dad, una sonoridad chi-
rriante y el vaivén –ese
movimiento sobre el mis-
mo sitio, sin meta ni pro-
pósito–. Estos tres elemen-
tos dibujan la realidad ex-
terior y, de modo obli-
cuamente emblemático, la
interior: compacta y pre-
cisa, la imagen es –como
dijo Eliot a propósito del
estilo de Pound– el
correlato objetivo de la
emoción poética.
La melancolía y el arre-
pentimiento que tiñen a
«Entre el embarcadero de
San Nicolás y este gran
mar» relacionan a este
poema con el que clausu-
ra el libro, «Crónica de
Chapi, 1965». Esa elegía
de curso narrativo conme-
mora la derrota de la pri-
mera guerrilla peruana y
constituye, en gran medi-
da, un balance ético y sen-
timental de las ilusiones de
la generación del 60. A
diferencia de lo que suce-
día aún en
Comentarios
reales
, en
Canto ceremonial
contra un oso hormiguero
no hay un lindero tajante
entre el yo confesional y
las personas poéticas. Por
el contrario, discurren –es
decir, actúan y se expre-
san– dentro de los mismos
contornos, con lo que el
lenguaje del poeta gana en
amplitud y profundidad.
Esto, que es evidente en
«Crónica de Chapi», se
manifiesta en otros textos.
Así, en el poema que le da
título al libro, el yo poéti-
co confronta al «oso hor-
miguero», que encarna de
modo caricaturesco la ma-
ledicencia y la mezquin-
dad. Al verbo insidioso y
rastrero, el hablante lírico
opone una invectiva fron-
tal, que evoca la energía
satírica de Marcial y
Catulo: «Y ya aprestas las
doce legiones de tu len-
gua/ granero de ortigas/
manada de alacranes/ bos-
que de ratas veloces/ ro-
jas/ peludas». La lengua,
por medio de la sinécdo-
que, se convierte en el ór-
gano que define al oso
hormiguero: con ella hie-
re y degrada, con ella con-
tamina el lenguaje (y la
vida) de la tribu. En
Can-
to ceremonial contra un oso
hormiguero
, el derecho a
hablar importa, sobre
todo, en sus dimensiones
existencial y ética. Por eso,
el oso hormiguero –chis-
moso y henchido de mala
fe– es la criatura más des-
preciable de un bestiario
grotesco: su presencia es
la suma de todo lo que el
canto ceremonial de la
poesía combate y repudia.
A modo de complemen-
to, en «Crónica de Lima»
el yo poético incorpora
tanto los datos de la auto-
biografía como los del
imaginario popular urba-
no para hacer la crítica de
la capital peruana y, al
mismo tiempo, acotar el
sitio que en ella ocupa.
«Aquí están escritos mi
nacimiento y mi matrimo-
nio, y el día de la/ muerte/
del abuelo Cisneros, del
abuelo Campoy./ Aquí,
escrito el nacimiento del
mejor de mis hijos, varón/
y hermoso» afirman, con
cadencia solemne, los pri-
meros versos del poema,
que inscriben en el espa-
cio limeño las señas de la
filiación. El versículo –de
uso apenas esporádico en
Comentarios reales
– es el
cauce privilegiado de
Canto ceremonial contra un
oso hormiguero.
A
Agua que no has de
beber
(1971) lo integran,
según admisión del propio
poeta, «22 poemas que
llegaron tarde a los
Co-
mentarios reales
(1964) y
demasiado temprano al
Canto ceremonial contra un
oso hormiguero
(1968)».
Aun así,
Agua que no has
de beber
incluye poemas
que merecen su lugar en
una antología esencial de
la obra de Cisneros («Para
hacer el amor» y «En de-
fensa de César Vallejo y
los poetas jóvenes», por
ejemplo). Además, es dis-
cutible que su estructura
sea tan aleatoria y azarosa
como sugiere la declara-
ción del autor. Pese a que
el libro carece de un eje
temático, no por eso deja
de tener un centro de gra-
vedad. Al situarlo en la
trayectoria de la poesía de
Cisneros, lo más notable
del volumen es la distan-
cia que lo separa de
Co-
mentarios reales
: no hay
monólogos dramáticos ni
hablantes ficcionales, sino
un hablante lírico que se
define por su alejamiento
de los usos y los ritos coti-
dianos de la clase media.
La voz poética delata, al
expresarse, la incómoda
condición de quien, pese
a su ánimo contestatario
y su vocación bohemia, se
siente forzado a llevar una
existencia pequeño bur-
guesa. El enfrentamiento
entre una voz libertaria y
las encarnaciones del or-
den establecido se con-
vierte en la escena reite-
rada y emblemática de
este periodo de la obra de
Cisneros.
De ahí que no parezca
sorprendente, aunque sí
sea extremo, el agrio sar-
casmo que abona a
Como
higuera en un campo de golf
(1972). El símil que le da
título al sexto libro de
Cisneros deja tácito al tér-
mino de comparación. Es
el yo lírico quien, en su
soledad y enajenamiento,
semeja un árbol plantado
en un paisaje incongruen-
te, como evidencia «Pos-
tal para Lima», el poema
del cual procede la ima-
gen: «Las caravanas ya
volvieron de Egipto/y dan
noticia/ del borracho que
busca un alka-seltzer/ en
las aguas revueltas,/ del
borracho/ más solo que
una higuera/en un campo
de golf». En estos versos,
el humor y el ingenio im-
3
William Rowe conecta la noción
elaborada por Eliot con la unidad de
tono e imaginería que halla en Cisne-
ros. Ver su:
«Canto ceremonial:
poesía e historia en la obra de An-
tonio Cisneros».
«Canto ceremonial contra un oso hormiguero
(1968)
ganó el premio Casa de las Américas, de Cuba, cuando ese
reconocimiento significaba la consagración internacional. Con o
sin galardones, el libro es una de las cimas de la obra poética de
Antonio Cisneros. Ya en sus entregas anteriores era evidente que
el poeta aspiraba a dotar a sus obras de una organicidad flexible.
Así,
David
y
Comentarios reales
trazan su fisonomía a través
de la revisión del decir y el quehacer históricos».