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Página 4

LIBROS & ARTES

muerte temprana y trági-

ca) sugieren con bastante

claridad.

En el primer poema de

Comentarios reales

, «Pa-

racas», también la voz

poética se vierte en el plu-

ral de la primera persona.

Si bien el modo descripti-

vo y la actitud contem-

plativa distinguen a este

poema del que cierra el

libro, la diferencia central

radica en otro punto. La

perspectiva no es pro-

fética, sino retrospectiva

y, se diría, casi sentimen-

talmente arqueológica:

«Sólo trapos/ y cráneos de

los muertos nos anuncian/

/ que bajo estas arenas/

sembraron en manada a

nuestros padres». El cote-

jo de los textos revela, sin

dificultad, que el nosotros

del emisor no abarca las

mismas comunidades. Si

en el primer poema de

Comentarios reales

el círcu-

lo humano del hablante es

el de los descendientes de

la población autóctona,

en «Epílogo» el vínculo

solidario no proviene ya

de un pasado en común

sino de una esperanza

compartida: al final del li-

bro, el futuro es el suelo

imaginario donde se con-

grega la colectividad. Ese

desplazamiento sugiere

que la única redención de

los traumas del pasado se

logra en la afirmación utó-

pica.

EL BESTIARIO

Canto ceremonial contra

un oso hormiguero

(1968)

ganó el premio Casa de

las Américas, de Cuba,

cuando ese reconocimien-

to significaba la consagra-

ción internacional. Con o

sin galardones, el libro es

una de las cimas de la obra

poética de Antonio Cis-

neros. Ya en sus entregas

anteriores era evidente

que el poeta aspiraba a

dotar a sus obras de una

organicidad flexible. Así,

David

y

Comentarios reales

trazan su fisonomía a tra-

vés de la revisión del de-

cir y el quehacer históri-

cos. En

Canto ceremonial

contra un oso hormiguero

,

la coherencia de la totali-

dad depende de un yo

poético que, a pesar de su

individualismo aventure-

ro e itinerante, se siente

amenazadoramente inter-

pelado por las exigencias

del compromiso político y

la responsabilidad fami-

liar. A lo largo de

Canto

ceremonial contra un oso

hormiguero

, un sujeto si-

tuado en la zozobra habla

sobre la experiencia de la

pérdida. Por eso, resulta

significativo el carácter

elegíaco y a veces fúnebre

de buena parte de los poe-

mas: la muerte es, sobre

todo, una forma irrevoca-

ble de la ausencia.

A este tópico se aco-

pla el de la separación y

la pérdida, que tiene su

expresión más conmove-

dora en «Entre el embar-

cadero de San Nicolás y

este gran mar»: el viaje al

extranjero –que la hipo-

cresía y la mediocre trivia-

lidad del medio limeño

parecían justificar amplia-

mente– exige, sin embar-

go, dejar atrás al hijo re-

cién nacido («cáscara de

plátano donde pastan las

moscas» es la metáfora

que nombra su desampa-

ro). En el poema se tren-

zan estrechamente el pa-

sado y el presente, el re-

cuerdo y la circunstancia

de la evocación: la unidad

de la experiencia se cifra

en el lamento. La sensa-

ción de desconcierto y cri-

sis se plasma, además, en

la imagen del puerto –lí-

mite entre la tierra y el

mar donde comienza, lite-

ralmente, el destierro–

3

.

Los dos versos iniciales del

poema sitúan al yo poéti-

co en un escenario que, sin

perder su carácter objeti-

vo y concreto, es también

un paisaje de la sensibili-

dad: «Queda un poco de

sol, crujen los cables y el

lomo de las/aguas/una y

otra vez se bambolea en-

tre las blancas rejas». Así,

en la escena concurren la

inminencia de la oscuri-

dad, una sonoridad chi-

rriante y el vaivén –ese

movimiento sobre el mis-

mo sitio, sin meta ni pro-

pósito–. Estos tres elemen-

tos dibujan la realidad ex-

terior y, de modo obli-

cuamente emblemático, la

interior: compacta y pre-

cisa, la imagen es –como

dijo Eliot a propósito del

estilo de Pound– el

correlato objetivo de la

emoción poética.

La melancolía y el arre-

pentimiento que tiñen a

«Entre el embarcadero de

San Nicolás y este gran

mar» relacionan a este

poema con el que clausu-

ra el libro, «Crónica de

Chapi, 1965». Esa elegía

de curso narrativo conme-

mora la derrota de la pri-

mera guerrilla peruana y

constituye, en gran medi-

da, un balance ético y sen-

timental de las ilusiones de

la generación del 60. A

diferencia de lo que suce-

día aún en

Comentarios

reales

, en

Canto ceremonial

contra un oso hormiguero

no hay un lindero tajante

entre el yo confesional y

las personas poéticas. Por

el contrario, discurren –es

decir, actúan y se expre-

san– dentro de los mismos

contornos, con lo que el

lenguaje del poeta gana en

amplitud y profundidad.

Esto, que es evidente en

«Crónica de Chapi», se

manifiesta en otros textos.

Así, en el poema que le da

título al libro, el yo poéti-

co confronta al «oso hor-

miguero», que encarna de

modo caricaturesco la ma-

ledicencia y la mezquin-

dad. Al verbo insidioso y

rastrero, el hablante lírico

opone una invectiva fron-

tal, que evoca la energía

satírica de Marcial y

Catulo: «Y ya aprestas las

doce legiones de tu len-

gua/ granero de ortigas/

manada de alacranes/ bos-

que de ratas veloces/ ro-

jas/ peludas». La lengua,

por medio de la sinécdo-

que, se convierte en el ór-

gano que define al oso

hormiguero: con ella hie-

re y degrada, con ella con-

tamina el lenguaje (y la

vida) de la tribu. En

Can-

to ceremonial contra un oso

hormiguero

, el derecho a

hablar importa, sobre

todo, en sus dimensiones

existencial y ética. Por eso,

el oso hormiguero –chis-

moso y henchido de mala

fe– es la criatura más des-

preciable de un bestiario

grotesco: su presencia es

la suma de todo lo que el

canto ceremonial de la

poesía combate y repudia.

A modo de complemen-

to, en «Crónica de Lima»

el yo poético incorpora

tanto los datos de la auto-

biografía como los del

imaginario popular urba-

no para hacer la crítica de

la capital peruana y, al

mismo tiempo, acotar el

sitio que en ella ocupa.

«Aquí están escritos mi

nacimiento y mi matrimo-

nio, y el día de la/ muerte/

del abuelo Cisneros, del

abuelo Campoy./ Aquí,

escrito el nacimiento del

mejor de mis hijos, varón/

y hermoso» afirman, con

cadencia solemne, los pri-

meros versos del poema,

que inscriben en el espa-

cio limeño las señas de la

filiación. El versículo –de

uso apenas esporádico en

Comentarios reales

– es el

cauce privilegiado de

Canto ceremonial contra un

oso hormiguero.

A

Agua que no has de

beber

(1971) lo integran,

según admisión del propio

poeta, «22 poemas que

llegaron tarde a los

Co-

mentarios reales

(1964) y

demasiado temprano al

Canto ceremonial contra un

oso hormiguero

(1968)».

Aun así,

Agua que no has

de beber

incluye poemas

que merecen su lugar en

una antología esencial de

la obra de Cisneros («Para

hacer el amor» y «En de-

fensa de César Vallejo y

los poetas jóvenes», por

ejemplo). Además, es dis-

cutible que su estructura

sea tan aleatoria y azarosa

como sugiere la declara-

ción del autor. Pese a que

el libro carece de un eje

temático, no por eso deja

de tener un centro de gra-

vedad. Al situarlo en la

trayectoria de la poesía de

Cisneros, lo más notable

del volumen es la distan-

cia que lo separa de

Co-

mentarios reales

: no hay

monólogos dramáticos ni

hablantes ficcionales, sino

un hablante lírico que se

define por su alejamiento

de los usos y los ritos coti-

dianos de la clase media.

La voz poética delata, al

expresarse, la incómoda

condición de quien, pese

a su ánimo contestatario

y su vocación bohemia, se

siente forzado a llevar una

existencia pequeño bur-

guesa. El enfrentamiento

entre una voz libertaria y

las encarnaciones del or-

den establecido se con-

vierte en la escena reite-

rada y emblemática de

este periodo de la obra de

Cisneros.

De ahí que no parezca

sorprendente, aunque sí

sea extremo, el agrio sar-

casmo que abona a

Como

higuera en un campo de golf

(1972). El símil que le da

título al sexto libro de

Cisneros deja tácito al tér-

mino de comparación. Es

el yo lírico quien, en su

soledad y enajenamiento,

semeja un árbol plantado

en un paisaje incongruen-

te, como evidencia «Pos-

tal para Lima», el poema

del cual procede la ima-

gen: «Las caravanas ya

volvieron de Egipto/y dan

noticia/ del borracho que

busca un alka-seltzer/ en

las aguas revueltas,/ del

borracho/ más solo que

una higuera/en un campo

de golf». En estos versos,

el humor y el ingenio im-

3

William Rowe conecta la noción

elaborada por Eliot con la unidad de

tono e imaginería que halla en Cisne-

ros. Ver su:

«Canto ceremonial:

poesía e historia en la obra de An-

tonio Cisneros».

«Canto ceremonial contra un oso hormiguero

(1968)

ganó el premio Casa de las Américas, de Cuba, cuando ese

reconocimiento significaba la consagración internacional. Con o

sin galardones, el libro es una de las cimas de la obra poética de

Antonio Cisneros. Ya en sus entregas anteriores era evidente que

el poeta aspiraba a dotar a sus obras de una organicidad flexible.

Así,

David

y

Comentarios reales

trazan su fisonomía a través

de la revisión del decir y el quehacer históricos».