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LIBROS & ARTES
REVISTAS CULTURA-
LES YCOMUNIDADNA-
CIONAL
as mejores revistas cul-
turales constituyen hi-
tos centrales en la formación
de los procesos identitatarios
de una comunidad social.
Una revista no es sólo una
extraordinaria aventura co-
lectiva, sino la creación de
un espacio que contribuye a
diseñar una comunidad ima-
ginada de lectores y de ciu-
dadanos. En el Perú tenemos
una notable, aunque poco
conocida, tradición de revis-
tas culturales. El final del si-
glo XVIII, período clave en
la historia de las ideas, está
signado por el fundacional
Mercurio Peruano
(1791-
1795) que consolida la con-
ciencia de la diferencia y es-
pecificidad de nuestra nacio-
nalidad, pero dentro todavía
del imperio español. El siglo
XIX se encuentra poblado de
revistas donde el aspecto
cultural y literario dialogaba
con la hegemónica preocu-
pación política; por la cali-
dad de sus textos y su signi-
ficación en la historia de la
cultura peruana debe men-
cionarse:
La Revista de Lima
(1859 –1863/1873) asociada
al proyecto nacional limeño
criollo y al embrión del fu-
turo Partido Civil;
El Correo
del Perú
(1871-1878), la pri-
mera revista con una políti-
ca gráfica muy elaborada y
que buscaba llegar al hogar
burgués; y
El Perú Ilustrado
(1887-1892), dirigida en sus
mejores números por Clo-
rinda Matto de Turner y cla-
ra señal de la preocupación
por una literatura nacional,
el debate sobre lugar de lo
indígena, la memoria de la
Guerra con Chile y el desa-
rrollo capitalista comercial.
Las primeras décadas del
siglo XX remiten a dos re-
vistas de signo muy distin-
to.
Mercurio Peruano,
revis-
ta mensual de ciencias socia-
les y letras, (1918-1931)
(1938-1973) (1978), dirigi-
do por Víctor Andrés Be-
launde que reunió a colabo-
radores de diversas tenden-
cias, pero con predominio de
los ideales esgrimidos por la
generación del 900 (el mes-
tizaje de lo español y lo in-
caico como síntesis históri-
ca, la defensa de la tradición
cristiana occidental y una
visión institucional de la
cultura) que mantuvieron
una prolongada impronta
sobre la cultura oficial. Por
otro lado, la excepcional
Amauta
(1926-1930) dirigi-
da por José Carlos Mariáte-
gui. La carátula fue siempre
ilustrada por José Sabogal y
el tiraje contaba con dos edi-
ciones: una masiva en papel
de periódico que alcanzaba
algunos miles y otra en un
papel de mejor calidad para
los cien suscriptores. Esta
revista conjugó un senti-
miento colectivo y un ideal
histórico, esta articulación se
manifiesta desde el nombre
de evidente filiación perua-
nista que le posibilita una
amplia convocatoria. Sin
embargo, se distingue por su
simbología indígena y su
orientación revolucionaria
socialista que reflejaba su po-
sición ante el problema na-
cional y ante la crisis del
mundo moderno en la ver-
tiginosa década de los años
20.
Hacia mediados del siglo
XX, destacan nítidamente
Las moradas, Mar del Sur
(1948-1953) y
Letras Perua-
nas
(1951-1963). En las úl-
timas décadas, caracterizadas
por la especialización y la
proliferación de revistas,
cabe mencionar a
Amaru
,
HuesoHúmero
(1979-) y
Ajos
& Zafiros
(1998-), entre
otras muchas.
MORADAS EN EL
MUNDO Y AVATARES
DE LAMODERNIDAD
Los ocho números de
Las
moradas
(1947-1949) en sie-
te volúmenes se caracterizan
por su extraordinaria sen-
sibilidad estética, su con-
ciencia libertaria, su mirada
ilimitada y su voluntad de
inscribirse, pero también de
recrear los códigos occiden-
tales. Llevaba como subtítu-
lo Revista de las Artes y las
Letras y su comité de redac-
ción estaba formado por Car-
los Cueto Fernandini, Jorge
E. Eielson, Enrique Iturria-
ga, Federico Schwab y Fer-
nando de Szyszlo. Filósofos,
artistas plásticos, literatos,
muchos de ellos fueron
miembros de la célebre Peña
Pancho Fierro.
«En lo que respecta a la
cultura no es exagerado pen-
sar que el año 1947 es el año
en que fuimos por primera
vez contemporáneos de to-
dos los hombres». Esta ro-
tunda frase de Szyszlo con-
densa el carácter moderno de
la revista. Su necesidad de
participar como interlocuto-
res y productores de los de-
bates culturales de su épo-
ca. La vocación omnívora
(literatura, filosofía, historia,
pintura, música, arquitectu-
ra, etcétera); el cosmopoli-
tismo que no renunció aun-
que asignó un escaso espa-
cio a la cultura andina, allí
están los textos de Arguedas
para probarlo; el delicado
equilibrio entre lo propio y
lo ajeno que amplía la mira-
da y multiplica las perspec-
tivas son rasgos centrales del
espíritu de la revista.
Luis Loayza sostiene que
Las moradas
no es una mera
suma de artículos, sino una
de las pocas revistas perua-
nas que tiene un carácter
definido porque refleja la per-
sonalidad literaria de su au-
tor: EmilioAdolfoWestpha-
len. El sutil ensayista nos re-
cuerda que «hacer una revis-
ta exige muchas cualidades:
capacidad de organización,
don de amistad, distintas
formas de inteligencia, que
van del juicio crítico para
elegir (y rechazar) textos al
gusto por la tipografía, y en
un medio como el nuestro,
voluntad y perseverancia que
no es exagerado llamar he-
roicas (...) y una clara con-
ciencia de la función de la
cultura en una sociedad»
(1993: 137).
El primer número de
Las
moradas
presenta un colofón
exhortativo que puede ser
considerado una declaración
de principios. La conciencia
de la provisionalidad del sa-
ber es evidente: «punto de
reunión, para el contacto,
para el cambio, para la con-
frontación de hallazgos, pero
lugar donde todo descubri-
miento del arte y de la poe-
sía, de la ciencia y del pen-
samiento, no habrá de con-
siderarse nunca como un
punto final, como un acaba-
miento, sino como un aci-
cate hacia nuevas conquis-
tas». El orgullo y la respon-
sabilidad de inscribirse en
una antigua tradición –esen-
cialmente occidental– y de
ser meros guardianes del fue-
go artístico y libertario nos
revela los ejes del proyecto:
autonomía, expresión libre
del espíritu, vocación de in-
volucrarse en «los problemas
diversos que el destino trá-
gico del hombre suscita en
nuestra época» y conceptuar
el arte como dignificación
de la vida. Estos ideales ino-
bjetables se vieron corrobo-
rados con la mayoría de los
textos de la revista que han
resistido medio siglo y siguen
concitando la atención de
los lectores: las críticas lite-
LAS MORADAS Y AMARU
Las revistas de Westphalen
Marcel Velázquez Castro
El iconoclasta poeta vanguardista E. A. Westphalen conservó siempre el espíritu del trabajo
cultural colectivo y la esperanza en la revista como medio de articular poéticas, ideologías, arte y ciencia.
Durante su vasta trayectoria artística dirigió cuatro revistas:
El uso de la palabra
(1939),
Las moradas
(1947–1949),
Revista Peruana de Cultura
(1964–1966) y
Amaru
(1967–1971). No cabe duda de que fue
un artista capaz de articular distintas voces y perspectivas que se materializaron en sendas publicaciones
de mucho impacto en la vida cultural nacional y latinoamericana. En este artículo, se estudiará
a las dos revistas más importantes por su originalidad, su ligazón con las
preocupaciones de su tiempo y la calidad de sus colaboradores.
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