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Página 10

LIBROS & ARTES

Pero dije amorcitos

Estoy escribiendo una carta

Otra será escrita mañana

Mañana estarán ustedes muertos

La carta intacta la carta infame también está muerta

Escribo siempre y no olvidaré tus ojos rojos

Es todo lo que puedo prometer

Tus ojos inmóviles tus ojos rojos

Es todo lo que puedo prometer

Cuando fui a verte tenía un lápiz y escribí sobre tu puerta

Esta es la casa de las mujeres que se están muriendo

Las mujeres de ojos inmóviles las muchachas de ojos rojos

Mi lápiz era enano y escribía lo que yo quería

Mi lápiz enano mi querido lápiz de ojos blancos

Pero una vez lo llamé el peor lápiz que nunca tuve

No oyó lo que dije no se enteró

Sólo tenía ojos blancos

Luego besé sus ojos blancos y él se convirtió en ella

Y la desposé por sus ojos blancos y tuvimos muchos hijos

Mis hijos o sus hijos

Cada uno tiene un periódico para leer

Los periódicos de la muerte que están muertos

Sólo que ellos no saben leer

No tienen ojos ni rojos ni inmóviles ni blancos

Siempre estoy escribiendo y digo que todos ustedes se están muriendo

Pero ella es el desasosiego y no tiene ojos rojos

Ojos rojos ojos inmóviles

Bah no la quiero

EL MAR EN LA CIUDAD

¿Es éste el mar que se arrastra por los campos,

Que rodea los muros y las torres,

Que levanta manos como olas

Para avistar de lejos su presa o su diosa?

¿Es éste el mar que tímida, amorosamente

Se pierde por callejas y plazuchas,

Que invade jardines y lame pies

Y labios de estatuas rotas, caídas?

No se oye otro rumor que el borboteo

Del agua deslizándose por sótanos

Y alcantarillas, llevando levemente

En peso hojas, pétalos, insectos.

¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,

Abandonada aun por gatos y perros,

Acalladas todas sus fuentes,

Mudos los tenues campanarios?

La ronda inagotable prosigue,

El mar enarca el lomo y repite

Su canción, emisario de la vida

Devorando todo lo muerto y putrefacto.

El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,

Recomienza el trabajo viejo:

Limpiar los estragos del mundo,

Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.

TÉRMINOS DE COMPARACIÓN

¿Caminar por la vida como por encima del mar,

Sostenidos por la fe, la desesperanza o la indiferencia?

¿Posarse sobre ríos callados o tumultuosos,

Atraídos por una mirada o una sonrisa?

¿Abrazarse a cuerpos de fuego que se ahogan irremediablemente

En la propia corriente sanguínea, cálida o fría?

¿Penetrar en oscuras columnas de humo

Con la entereza de la flor bajo la guillotina?

¿Cubrirse las heridas con mantas de agua en ascuas,

O con una canción multiplicada al infinito?

¿Devorar espinas suaves como la caricia primera,

Irresistibles como el sollozo del moribundo?

¿Arriesgarse por la cuerda floja que sostiene

Luz y tiniebla, el leve temblor de lo que va creándose,

El ronco crepitar de lo extinto sin remedio?

¿Tratar de detener con lanzas de fuego

La huida del minuto, insaciable celoso,

Girando y perdiéndose al azar,

Caracola absorbida por la tempestad de arena?

¿Estrangularse con el primer grito de júbilo

Y palpar nada esparcida por doquiera?

Todo podría servir de término de comparación,

Justificable nada más que como puro engaño.

Pero, ¿qué sería recuperable si antes no fue

Sacudido, renegado, desdicho, trasfigurado?

POEMA INÚTIL

Empeño manco este esforzarse en juntar palabras

Que no se parecen ni a la cascada ni al remanso,

Que menos trasmiten el ajetreo de vivir.

Tal vez consiguen una máscara informe,

Sonriente complacida a todo hálito de dolor,

Inerte al desgarramiento de la pasión.

Con frases en tropel no llegan a simular

Victorias jubilosas de la sangre

O la quietud del agua sobre el suicida.

Nada dicen tampoco de la danza de amor y odio,

Alborotada, aplacada, extinta,