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LIBROS & ARTES

Página 15

rarias de Eielson, Sologuren,

Honorio Delgado; las apre-

ciaciones sobre la pintura

realizadas por Szyszlo; las re-

flexiones filosóficas de Cue-

to, Salazar Bondy, Iberico;

los poemas de Adán, Moro,

Eielson, Valera, Francisco

Bendezú, los aportes histó-

rico-literarios de Porras y

Durand; y los textos de in-

telectuales europeos como

Eliot, Artaud, Jaspers,

Ungaretti, entre otros.

El origen de esta revista

y su devenir se vio favoreci-

da por el contexto interna-

cional (fin de la Segunda

Guerra Mundial, libre circu-

lación de ideas y libros, op-

timismo democrático) y na-

cional (elecciones libres, go-

bierno de Bustamante, pri-

mavera política y políticas

culturales favorables que se

quiebran con la dictadura de

Odría). El Perú se convierte

en un país urbano, la impor-

tancia de la agricultura dis-

minuye, se multiplican las

industrias y las finanzas ur-

banas. Se viven crecientes y

constantes migraciones:

Lima se convierte en una

ciudad moderna donde em-

piezan a coexistir los barrios

miserables con zonas resi-

denciales, donde la multitud

anónima desplaza al sujeto

individual, donde el capital

simbólico reservado a una

minoría empieza a disemi-

narse. En sus calles y en la

obra de los artistas se con-

solida este heterogéneo es-

pacio de fusión de lo andino

y lo occidental. La moder-

nización diseña un nuevo

paisaje socioeconómico y

una incipiente modernidad

empieza a perfilarse.

Pocos años después, el

autoritarismo, como tantas

otras veces, se apoderará de

la dinámica de la moderni-

zación y liquidará nuestra

débil modernidad. El final de

Las moradas

es parte del fra-

caso moderno de la década,

la imposibilidad de construir

un campo cultural autóno-

mo de la política, la hege-

monía de un campo litera-

rio letrado y homogéneo en

un país escindido cultural-

mente: el sueño de los suje-

tos (léase lectores) libres y

conscientes volvía a retroce-

der. De la utopía sólo quedó

una modernización desigual

que alentó las discriminacio-

nes y la nostalgia por la mo-

dernidad. El desplome de

Las

moradas

está asociado al

triunfo de la modernización

autoritaria, el ochenio de

Odría creó una atmósfera

irrespirable para las aventu-

ras culturales críticas; los

actores culturales y sus aso-

ciaciones perdieron espacios

y tuvieron que replegarse de

la escena pública nacional o

proseguir sus actividades fue-

ra del Perú.

Otra amarga lección que

se puede desprender de la

lectura de

Las moradas

es que

el ciclo de las revistas tota-

les –espejo refractor de to-

das las dimensiones de la

cultura– se cierra con esta

revista. En los últimos cin-

cuenta años, el imperio de

la cantidad ha desplazado el

reino de la calidad, la frag-

mentación y la especializa-

ción imponen horizontes

cada vez más estrechos: las

revistas contemporáneas si

no quieren caer en el ridícu-

lo o en el democrático en-

canto de la superficialidad

deben conformarse con una

franja de la totalidad. Quizá

por ello el inmenso placer y

la grata sensación de recu-

perar la mirada ilimitada

cuando ingresamos a

Las

moradas

.

AMARU: LAÚLTIMA

AVENTURAMÍTICA

Amaru.

Revista de Artes

y Ciencias (1967-1971) fue

una publicación institucio-

nal de la UniversidadNacio-

nal de Ingeniería (UNI).

Una revista multidisciplina-

ria que incluía artículos so-

bre matemáticas, física, ar-

quitectura peruana, cine,

poesía y filosofía. El rector

Santiago Augurto Calvo, ar-

quitecto y urbanista, respal-

dó plenamente este proyec-

to multidisciplinario. El co-

mité de redacción estaba for-

mado por Abelardo Oquen-

do y Blanca Varela. El timo-

nel del barco, Westphalen,

empleó a su red de amigos

(José María Arguedas, Fer-

nando de Szyszlo, Julio Ra-

món Ribeyro, André Coyné

y muchos más) y convocó a

los nuevos intelectuales (Au-

gusto Salazar Bondy, Luis

Loayza, Julio Ortega, Mirko

Lauer y José Ignacio López

Soria, Tomás G. Escajadillo,

Ricardo Silva-Santisteban,

José Miguel Oviedo, Anto-

nio Cornejo Polar y Wins-

ton Orrillo, entre otros) y

poetas (Antonio Cisneros,

Antonio Cillóniz y Rodolfo

Hinostroza), como colabora-

dores, en esta significativa

travesía.

En los inicios de la re-

vista, se vivía bajo el primer

gobierno de Belaunde Terry

y volvían a soplar nuevos

vientos de apertura cultural

y reformas políticas. El gol-

pe militar de Juan Velasco

Alvarado de 1968 inició un

gobierno reformista que ter-

minó de liquidar los rezagos

del Perú oligárquico y los en-

claves económicos premo-

dernos, pero su proyecto re-

volucionario impuesto des-

de arriba, que incluía una re-

volución educativa, sucum-

bió entre contradicciones e

instituciones burocráticas.

En aquellos años, las re-

vistas adelantaban los capí-

tulos de las novelas por ve-

nir.

Amaru

publicó fragmen-

tos de

Un mundo para Julius

y dos secciones de

El zorro

de arriba y el zorro de abajo,

dos novelas peruanas capita-

les del periodo. Además, la

revista rindió homenaje a

Martín Adán y a José María

Arguedas, pero también a

Sigmund Freud y a Carlos

Marx. La inquietud peruanis-

ta estaba articulada con una

visión universal de las cien-

cias y humanidades. Final-

mente, se puede hallar en

esta revista una buena can-

tidad de artículos que reve-

lan las preocupaciones de

Latinoamérica en esos años

desde los marcos de la teoría

de la dependencia, las expe-

riencias socialistas y ecos de

la filosofía de la liberación:

los artículos de Roberto Fer-

nández Retamar y Ariel Dor-

fman son un buen ejemplo

de esta preocupación lati-

noamericanista. Un modes-

to cuento de Hugo Blanco y

una vibrante carta a Argue-

das del mismo político reve-

lan también el interés por la

situación política del indíge-

na en esta revista.

La presentación inaugu-

ral de

Amaru

refería cabal-

mente a los desafíos del

mundo exterior regido por la

racionalidad científica y a las

expresiones de las diversas

artes en que se formalizan «la

angustia y la esperanza, al-

ternadas, de nuestros con-

temporáneos, su experiencia

directa de una realidad ines-

table, confusa, desconcer-

tante, en que se acentúan

luces y sombras, miserias y

lacras hórridas junto a rique-

zas y un grado de bienestar

antes no previstos, y en que

los logros y fracasos se agu-

dizan tanto que convierten

en incierto y nebuloso todo

lo futuro».

Westphalen era cons-

ciente que volvía a iniciar

una aventura difícil ya que

el Perú era un país donde,

antes, «los esfuerzos en este

campo han pasado pocas ve-

ces del amago y la intención

y se han truncado siempre

por falta de estímulo y am-

biente propicio, cuando no

de los recursos más elemen-

tales». Sin embargo, la es-

peranza se instala nuevamen-

te porque se considera que

algo ha cambiado ya y que

hay un público acorde al pro-

yecto que se inicia.

La revista

Amaru

busca-

ba convertirse en un foco

que «concentre e irradie in-

quietud intelectual y cívica,

un lugar para la libre expre-

sión y discusión de ideas,

problemas y doctrinas, y en

donde, además, se muestren

ejemplos de lo mejor que

actualmente producen nues-

tros escritores y artistas». El

equipo de la revista se sen-

tía parte de «una cultura ecu-

ménica única», no solo tri-

butarios de la cultura occi-

dental, sino «atentos a todo

aquello que en diversas re-

giones de la tierra ofrezca ca-

racterísticas de validez inte-

lectual, vigor especulativo,

experimentación científica o

estética para incorporarlo a

nuestro acervo y sacarle el

mayor provecho posible».

Este primer número pre-

sentaba en la carátula un di-

bujo de Szyszlo, un elogio

encendido de Vargas Llosa

sobre Lezama Lima, poesía

de Paz, Ponge y Lihn, un

fragmento de

Cien años de

soledad,

juicios críticos de

Sologuren, Antonio Cisne-

ros, José Miguel Oviedo y

Szyszlo. Además, se difun-

dían en castellano textos de

André Breton y Alberto

Giacometti. Los siguientes

números mantendrán este

carácter heterogéneo de los

colaboradores, pero la mis-

ma alta calidad de los tex-

tos, gráficos y fotografías

incluidos.

La imaginería surrealis-

ta siempre estuvo presente

en las carátulas de la revista

y en las reproducciones de

cuadros, dibujos o viñetas de

artistas como René Magrit-

te, Matta, Joan Miro, César

Moro, Paul Klee, Jean Arp

José Luis Cuevas, entre

otros. Entre las páginas de

Amaru

, hallamos también

fotografías y dibujos de Je-

sús Ruiz Durand, el artista

plástico que lideró desde el

diseño gráfico las políticas

visuales del gobierno de Ve-

lasco Alvarado.

En el número tres de

Amaru

, su director expresó

una sentencia anticipatoria

de los tiempos actuales: «una

sociedad que tiene como

ideales la tasa progresiva de

interés y metas cuantitativas

de producción no tiene lu-

gar para las manifestaciones

desinteresadas del espíritu»

(415). Hoy que la sociedad

peruana parece encandilada

solamente por todo aquello

que tiene un precio en el

mercado internacional, vale

la pena recordar y volver a

leer estas dos revistas de un

inmenso valor en nuestra

historia cultural, aquel que

no puede traducirse en nú-

meros ni porcentajes, pero

que fija firmemente la ver-

dadera estatura del espíritu

nacional.

BIBLIOGRAFÍA

Amaru

. Lima, 1967-1971.

Las moradas

. Lima, 1947–

1949.

Loayza

, Luis,

El Sol de Lima

.

Lima, Fondo de Cultura

Económica, 1993.