Previous Page  42 / 44 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 42 / 44 Next Page
Page Background

Página 20

LIBROS & ARTES

para comunicarse. Eguren

hablaba con uno sobre cual-

quier asunto que se le pasara

por la cabeza y, por otro lado,

tenía preferencias personales

en literatura, pero no inten-

taba imponerlas.

¿Usted leyó el Segundo

Manifiesto surrealista de Bre-

ton en el ejemplar que pertene-

ció a Eguren?

Así es. Era un hombre

muy amplio, totalmente

abierto a lo moderno. Sus

conocimientos no se limi-

taban a la literatura, se in-

teresaba también por la pin-

tura y la música. Su erudi-

ción podía llegar a ser

asombrosa en algunos cam-

pos.

Eguren sufría fuertes limi-

taciones económicas, ¿no?

Vivió en la pobreza más

grande. En la época en que

lo conocí, 16 años antes de

su muerte, se veía obligado

a ir a Lima a pie desde Ba-

rranco porque no tenía di-

nero para pagarse el tranvía.

En eso se asemeja también a

Moro, que no conoció una

etapa en su vida sin sufrir es-

trecheces económicas.

OQUENDODE AMAT

¿Conoció a Carlos Oquen-

do deAmat?

Sí, éramos amigos. Re-

cuerdo que conversábamos

en el patio de Letras de San

Marcos o en las calles; in-

cluso a veces se detenía en

el camino para la lectura de

algún poema.

¿Es cierta la historia según

la cual se exhibía con camisa

colorada en Barranco?

No la recuerdo, pero uno

puede comprobar por las fo-

tografías que se conservan de

él que eramuy atildado y pul-

cro en el vestir; ignoro cómo

lo conseguía, porque vivía en

medio de una pobreza real-

mente increíble. Un día no

lo vimos más y tiempo des-

pués se supo de su partida a

Europa.

ALEJARSE DE

LA POESÍA

Volviendo a su poesía, los

poemas de Las ínsulas extra-

ñas y Abolición de la muerte

tienden a ser de largo flujo,

mientras que los recogidos en

Belleza de una espada clavada

en la lengua muestran una ten-

dencia a la brevedad. ¿Respon-

de esto a una transformación

de su poética?

No creo, porque los más

breves de esos poemas los

escribí en 1935, más o me-

nos en la época de los dos

primeros libros. Son dos vías

que se complementan.

¿Tiene usted poesía inédita?

Lo que he publicado es

aquello que me parece valía

la pena rescatar. Quizá que-

de por allí algún poema tras-

papelado, pero no debe ser

muy significativo.

Usted señala que la razón

principal de su silencio poético

se debe a su presunta falta de

facilidad para la poesía, pero

nos parece que en sus poemas

hay una cierta seducción por el

silencio...

El silencio es más fácil;

en él uno cae como en un

precipicio, existe siempre su

atracción. Soy muy propen-

so al vértigo y por eso trato

de evitar siempre las alturas;

por eso hay que alejarse lo

más posible de la poesía: por

razones de seguridad propia.

LAANIMACIÓN

CULTURAL

Usted ha dirigido dos revis-

tas que han marcado época en

la cultura peruana:

Las mora-

das

y

Amaru

. ¿Cómo surgie-

ron?

Las moradas

la fundé en

un momento en que juzgué

que las condiciones estaban

maduras en nuestro país para

publicar una revista a la al-

tura de cualquier otra revis-

ta cultural en los países de

habla española. Me lancé a

la aventura con un dinero

que había recibido como in-

demnización por años de ser-

vicio prestados en una casa

comercial. En vez de pagar

la primera letra de un depar-

tamento, inicié

Las moradas

.

Llegamos a publicar nueve

números, hasta que la revis-

ta murió por razones exclu-

sivamente financieras.

¿Y la experiencia de

Ama-

ru

, años después?

Eso fue distinto. La re-

vista tuvo una vida intensa

hasta que cambiaron las au-

toridades de la UNI que la

habían estimulado y finan-

ciado. Los nuevos directivos

quisieron modificar la revis-

ta –deseaban en realidad

otra cosa– y ante su hostiga-

miento

Amaru

terminó.

Usted estuvo también liga-

do a La

Revista Peruana de

Cultura...

Sí. Arguedas me ofreció

el puesto de responsable en

esa publicación que pertene-

cía a la Casa de la Cultura.

Cuando ingresé ya había sido

editado el primer número y

la revista debía cumplir una

serie de compromisos, de

modo que lo que yo podía

hacer para cambiarla no era

demasiado. Eso me impulsó a

no aparecer como el director.

¿Volvería a editar otra re-

vista en la actualidad?

¿Cómo? ¿Con qué me-

dios? Las buenos deseos de

una persona no bastan en

este terreno.

CODA: POESÍA

y DESARRAIGO

Usted nos recordaba una

cita de Rilke antes de iniciar esta

entrevista, aquella que se refie-

re a dos clases de poetas: «los

que dejan una huella para que

los siga la jauría de la posteri-

dad y los que escriben como si

fueran nadie». ¿Podría explicar

su preferencia por estos últimos?

Creo que es un cuestión

de temperamento.

¿Quiénes son esos poetas,

aquellos que reflejan la actitud

que prefiere?

Ah! Eso ya es más difícil

de decir...

¿Eguren tal vez?

Eguren es muy imperso-

nal, sí. Evita el «yo». No

dice: «Yo vi al dios cansa-

do», nos presenta como en

un retablo a los reyes rojos,

al andarín de la noche...

¿Ha seguido usted la poesía

peruana de los 50 y 60?

Es muy difícil saber lo que

se está haciendo en el Perú

cuando uno vive en el extran-

jero. A veces pasan semanas

sin que reciba periódicos o

revistas del país. La pregunta

me hace pensar en algo ligado

a mi juventud: no sé por qué,

pero entonces las relaciones

entre escritores eran más fá-

ciles. Por ejemplo, pude sos-

tener correspondencia con

Alfonso Reyes, siendo yo un

perfecto desconocido.

¿Se siente desarraigado lue-

go de haber pasado tanto tiem-

po en el extranjero?

Para mí lo ideal sería vi-

vir seis meses en Lima y seis

meses fuera, algo desgracia-

damente imposible.

¿Pero contempla la posibili-

dad de regresar y establecerse

entre nosotros en algún mo-

mento futuro?

Desde luego. Y les asegu-

ro que será más temprano

que tarde.

El poeta en Tras-os-Montes, Portugal (1982).