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LIBROS & ARTES

Página 7

Palabras que son la for-

ma más ardiente e impreci-

sa de la vida

a identidad y la fuer-

za de un poema están

en la autoridad que trans-

mite. Empleo el término

en el sentido de legitimi-

dad y autosuficiencia de

una organización de pala-

bras para trascender la

materia lingüística y al-

canzar ese poder de per-

suasión que solo poseen

algunas obras y poemas.

Hay una primera autori-

dad que podríamos deno-

minar «emocional» y que

está vinculada al carácter

de necesidad del poema;

este surge como un orga-

nismo inevitable, dueño

de un hálito y una intensi-

dad que son percibidos y

aceptados por el lector: el

texto impone, por así de-

cirlo, su existencia. La se-

gunda tiene que ver con

el dominio del lenguaje y

se trata de una autoridad

formal; el poeta tiene la

capacidad de encauzar las

palabras para que estas no

traicionen el hálito que es

el centro del poema y está

más allá de los signos lin-

güísticos. Pocos autores

alcanzan esta síntesis y en

nuestra poesía podríamos

mencionar a dos poetas

que pertenecen a un mis-

mo dominio de afinidades.

Me refiero a José María

Eguren, el explorador de

un mundo fantasmagórico

y siniestro, y especialmen-

te a Emilio Adolfo Wes-

tphalen, que ha ofrecido

una de las obras más legí-

timas de la poesía perua-

na del siglo XX.

A diferencia de tantos

poetas que se prodigan y

recorren en su obra diver-

sos trayectos y experimen-

taciones, Emilio Adolfo

Westphalen aguardó el

don del llamado que recla-

ma un texto. A la poesía

no se la busca ni es el re-

sultado de un ejercicio

continuo; ella es, por el

contrario, la encarnación

de la autonomía del len-

guaje en un cuerpo dueño

de su autoridad, pero que

es al mismo tiempo frágil

y transitorio. Por eso Wes-

tphalen concibe a la escri-

tura como una vigilia en

«estado de disponibili-

dad» que aguarda el ins-

tante de su manifestación

inevitable. «Durante un

periodo breve de mi vida

ensayé con bastante cons-

tancia la experiencia poé-

tica», confesó en «Poetas

en Lima de los años trein-

ta»,

1

para añadir inmedia-

tamente que lo desconcer-

tante no es el silencio o la

renuncia a escribir, sino el

ceder a esa actividad. Esta

idea de la «disponibili-

dad» va unida a la acep-

tación de ese esquivo lla-

mado cuando él decide

acudir. «Escribir un poe-

ma es casi como tener un

sueño», aseveraba Wes-

tphalen en «Pecios de una

actividad incruenta», tex-

to leído en mayo de 1980,

en el Encuentro Interna-

cional de Escritores reali-

zado en México. El sueño

es una realidad psíquica

que existe fuera de nues-

tra decisión y control, él

irrumpe cuando se desva-

nece la vigilia y su natura-

leza es imprevisible e in-

controlable. El sueño, ade-

más, proviene de las zonas

nebulosas y desconocidas

que afloran para imponer

su propia lógica y organi-

zación. El poeta es enton-

ces, para Westphalen, un

intermediario que recoge

por un instante esa luz des-

conocida y casi inaborda-

ble y la vuelca en el texto

que produce. «Más le es

dado y más recibe el au-

tor de lo que él pone»,

añade en el mismo texto,

recalcando que la activi-

dad creativa es un víncu-

lo, un abrazo fugaz entre

las zonas inefables del in-

consciente y el espejismo

comunicativo del lengua-

je:

«Las palabras lo esco-

gen a uno para sus zaraban-

das (o autos de fe). En la

poesía –es sabido– el «mé-

dium» está sujeto a los dic-

tados de la Palabra. Aun

en la vida corriente –quién

no se ha sentido arrastra-

do a donde él mismo no

hubiera osado o no había

previsto? Nos extralimita-

ríamos empero si confun-

diéramos Poesía con Hado

–el Verbo entreoído (a

veces encarnado) con se-

mejanzas del destino».

Este poema de

Ha vuel-

to la diosa ambarina

revela

ese principio que ya hemos

mencionado. El poeta es

un «médium» y la escritu-

ra es el puente que vincu-

la las zonas oscuras de la

experiencia y la realidad

con la concreción que pro-

pone el lenguaje. La mis-

ma secuencia de las ma-

yúsculas para ciertos voca-

blos que anclan el texto

revela la personificación

de los conceptos nombra-

dos en entidades autóno-

mas y vivas que iluminan

un proceso. Es la

Palabra

que se basta a sí misma

para devenir en

Poesía

y

finalmente en

Destino.

Es-

cribir es así recibir el dic-

tado, merecerlo y encau-

zarlo aunque esta actuali-

zación sea fugaz; esta es la

razón por la que la crea-

ción poética recusa el

Hado

, es decir la dirección

de una existencia codifica-

da por la presencia perma-

nente de la poesía. Esta

solo adviene unas pocas

veces y cuando llega nada

tiene que ver con la con-

fesión o el itinerario per-

sonal. Esta cualidad desta-

ca en la obra de Westpha-

len y por eso es acertado

decir que su escritura es

probablemente una de las

más despersonalizadas de

nuestra tradición; esta sin-

gularidad es explicable

porque la creación no es

autoexpresión ni comuni-

cación, sino el don del len-

guaje conferido fugazmen-

te a un miembro de la es-

pecie humana.

En dos oportunidades

Westphalen actuó como

médium invadido por la

experiencia poética y so-

bre ellas han tejido los crí-

ticos múltiples suposicio-

nes. Como se ha repetido

tantas veces, en los prime-

ros años de la década del

treinta el poeta entregó

dos breves colecciones

que fueron suficientes para

otorgarle un lugar privile-

giado en la tradición poé-

tica peruana.

Las ínsulas

extrañas

(1933) y

Abolición

de la muerte

(1935) reco-

gen el acatamiento de esa

fuerza. «No percibo así

bien por qué de pronto fue

urgente en mi –de modo

impreciso pero imperati-

vo– la necesidad de unir

unas palabras para combi-

nar con ellas uno de esos

objetos que denominamos

poema», confiesa Wes-

tphalen en el texto leído

en el Encuentro Interna-

cional de Escritores que

venimos citando.

Este testimonio ratifica

el sentido autónomo de la

Poesía que dicta y mueve

a la mano que escribe. Esta

es una de las razones para

«LA FORMA MÁS

ARDIENTE

DE LA VIDA»

Carlos López Degregori

Emilio Adolfo Westphalen

L

1

Todas las citas de testimonios y

poemas las he tomado de Westphalen,

Emilio Adolfo.

Poesía completa y en-

sayos escogidos

. Lima: PUCP-Fon-

do Editorial, 2004.