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Página 42

LIBROS & ARTES

giados por su entorno. Nos

ofrece la mejor perspecti-

va para entender la op-

ción por la novela y, lue-

go, las formulaciones so-

bre el poder de la novela”

(José Alberto Portugal.

Las

novelas de José María Ar-

guedas. Una incursión en lo

inarticulado

; Lima, Pontifi-

cia Universidad Católica

del Perú, 2007; 61-62).

Aceptamos esa pro-

puesta de Portugal, pero

sumándole otra que con-

sideramos más significati-

va, más arguediana en tan-

to la sintonía de nuestro

autor con la cultura con-

temporánea (ahí la pugna

epistemológica entre la

intuición y la razón, la idea

de los géneros literarios

como modos de pensa-

miento con base concreta

frente a la abstracción de

la teoría racional) nunca

mataron en él, en su ópti-

ca (sensibilidad, imagina-

ción, visión del mundo) lo

mágico, para decirlo con

palabras de su célebre dis-

curso al recibir al Premio

Nacional Inca Garcilaso

de la Vega (incluido en

El

zorro de arriba y el zorro de

abajo

). Se trata de su co-

munión con el pensamien-

to mítico, históricamente

anterior al despliegue del

conocimiento racional,

tanto el científico como el

filosófico, los cuales ha-

blan –cuando lo hacen–

de intuición, pero ya no

del mito como un tipo de

pensamiento en los térmi-

nos señalados arriba, ya

que pretenden cancelar la

vigencia de la visión míti-

ca, negando o minusvalo-

rando su valor cognosciti-

vo.

Subrayemos que la

imaginación literaria em-

palma más con el pensa-

miento mítico que con la

intuición tal como la defi-

nen los filósofos y los teó-

ricos de la ciencia. Lo ha

captado bien Rowe, al co-

mentar el pasaje citado de

El Sexto

, en el que Cámac

funciona como portavoz

de las categorías mágico-

míticas andinas: «Reubi-

car la visión. Reconectar-

la con el cuerpo pasional.

Y, en un sentido más am-

plio, refundir la ilumina-

ción de raíz europea en el

pensamiento solar andino.

De ese modo se invierte el

proceso en que los misio-

neros trataron de capturar

el vocabulario abstracto

del quechua para refundir-

lo en la teología occiden-

tal. (Véase José María Ar-

guedas, “El valor poético

y documental de los him-

nos religiosos quechuas”).

(Rowe.

Op. cit.

, 32).

En la bibliografía ar-

guediana, el estudio que

mejor ha caracterizado la

incidencia del pensamien-

to mágico-mítico en Ar-

guedas es

El universo má-

gico en Los ríos profundos de

José María Arguedas

de

Moisés Gregorio Córdova

Márquez (Lima, Tesis de

Magister, Pontificia Uni-

versidad Católica del

Perú, 2010). Se sustenta

en la filosofía simbólica

neokantiana de Cassirer y

la escuela antropológica

fundada por Durkheim.

Citemos aquí las conclu-

siones 4, 6 y parte de la 5

de su tesis:

“4. La diferencia sus-

tancial entre la racionali-

dad occidental y la

racio-

nalidad andina

radica en su

modalidad, en cuya virtud

esta última se muestra

como pensamiento con-

creto; cuyas categorías

(cantidad, cualidad y se-

mejanza) obedecen a la

ley de la

concrescencia

en-

tre los términos de la rela-

ción formulada por Cassi-

rer. De esto se desprende

la

cosidad

de las palabras

en el

pensamiento

mágico,

tal como lo entendía Ar-

guedas.

“5. La

intuición

del uni-

verso en la cosmovisión

andina obedecerá a un

mecanismo de ocultación

y descubrimiento [de ilu-

minación, de videncia

mágico-mítica] en el inte-

rior de la conciencia, el

cual genera a la antítesis

básica entre lo

sagrado

y lo

profano

que impregna todo

lo que toca. (…)

«6. Definido como la

religión en su estado na-

tural por Hegel; como ca-

tegoría del pensamiento,

de naturaleza colectiva, al

que llamaron fuerza o po-

tencialidad Mauss y Hu-

bert; como influjo, en don-

de las impresiones de la

naturaleza se objetivan en

la conciencia, por Cassi-

rer; y como eficacia sim-

bólica de función suple-

mentaria por Lévi-Strauss;

lo mágico, que es una for-

ma de conocimiento, dis-

ta mucho de ser una mera

superstición de las socie-

dades ‘retrógradas’, de los

niños y de los locos. Lo

mágico

es, ante todo, un

principio lógico vital de la

racionalidad indígena y

constituye un acto de sig-

nificación

per se

; en tanto

que

el mito

, del cual es su

atributo fundamental, per-

tenece –como discurso

que es– a los fenómenos de

sentido. De allí que este

último sea concebido

como una forma simbóli-

ca por Cassirer, al lado del

lenguaje y la ciencia”

(222).

Conviene agregar aquí

que el pensamiento míti-

co se expresa con recursos

y tipos discursivos de gran

potencial para la creación

literaria: el relato, el apó-

logo (fábula con morale-

ja), la parábola, las com-

paraciones basadas en la

analogía y las relaciones de

contigüidad (sinécdoque,

metonimia), la exaltación

hímnica, el canto chamá-

nico, etc. No se queda en

la denotación, en el senti-

do literal de lo que las pa-

labras dicen cotidiana-

mente; invita a captar “el

espíritu” (más que la letra)

de su mensaje, compar-

tiendo la “iluminación” de

lo que connota, del senti-

do figurado o alegórico

que entredicen las palabras

transfiguradas por el logro

de un mensaje que teje

correspondencias entre el

microcosmos humano y el

macrocosmos. En manos

de un creador dotado

como Arguedas, destila

expresividad y belleza li-

terarias en cada uno de sus

textos, además de pene-

tración cognoscitiva.

Y esta última no debe

reducirse a la representa-

ción mimética de la reali-

dad, buscada por el realis-

mo literario. Arguedas se

conecta, en cambio, con

lo real maravilloso (Car-

pentier), conforme expli-

co en mi edición de

Los ríos

profundos

. Puntualiza acer-

tadamente Portugal: “se

trata de entender aquello

que la ficción (no solo la

narrativa o la novela)

hace posible, no como re-

flejo de la realidad, no

como ilusión de realidad,

sino como horizonte de la

realidad” (Portugal,

Op.

cit.

, 109). Concordante-

mente, sostiene Rowe que

“la poesía de Arguedas no

busca solamente expresar

el mundo andino, sino re-

semantizarlo, imaginando

el futuro desde su virtua-

lidad” (Rowe,

Op. cit.

, 89).

Remitiendo a los orígenes

mágico-míticos, chamáni-

cos, oraculares, pero dán-

dole un contenido más

moderno (lo adecuado

hubiera sido integrar lo

mágico y lo moderno,

ambos actuantes en Ar-

guedas), aborda el “aspec-

to ‘profético’ de la obra, su

capacidad para hablar del

futuro. Este aspecto, en el

fondo, no depende del ac-

ceso a una fuente privile-

giada de conocimiento [es

decir, una iluminación

chamánica], sino de un

extraordinario esfuerzo de

análisis e imaginación”

(Rowe,

Op. cit.

, 14). El

ejemplo máximo de ese

componente “visionario”:

la perspicacia con que

Arguedas captó temprana-

mente la importancia de la

migración andina a las ciu-

dades de la costa; ahora

vivimos en una Lima de

todas las sangres, también

constatamos que el sincre-

tismo musical andino ha

alcanzado popularidad

entre todos los estratos

sociales de la capital.

LA PELEA CON LA

LENGUA: POLIFONIA

Y TRANSCULTURA-

CIÓN

Un lugar común de la

bibliografía es resaltar lo

que Arguedas llamó su

“pelea infernal con la len-

gua” tratando –y consi-

guiéndolo– de “quechuizar

el español”. Sin embargo,

conforme comento en mi

edición de

Los ríos profun-

dos

, ha sido juzgada desde

una óptica antropológica

y sociocultural, muy pocas

veces como hazaña artís-

tica, de considerables efec-

tos estéticos. Y eso que se

trata de una empresa des-

comunal de aprovecha-

miento literario de su con-

dición bilingüe; según

Rama, “la más difícil que

ha intentado un novelista

en América” (“Diez pro-

blemas para el novelista

hispanoamericano”, en

Casa de las Américas

, núm.

26, La Habana, octubre-

noviembre de 1964, p.

22). No por gusto Alber-

to Escobar trajo a colación

el rol de Dante en la gesta

de la lengua nacional (el

italiano, en su caso) para

evaluar el aporte del “es-

pañol quechuizado” en

aras de una lengua nacio-

nal acorde al multilingüis-

mo del Perú. Cabría tam-

bién insistir en cómo la

inserción de rasgos del

quechua enriquece el po-

“José Alberto Portugal establece con nitidez

la opción de Arguedas a favor de la novela. Cita,

al respecto, cómo respondió a una encuesta, enfocando

el tema de la migración andina a las ciudades de la costa peruana.

‘No es este un tema para las ciencias sociales, es de los novelistas,

los únicos que podrán penetrar hasta la médula, hasta la más honda

intimidad de su raíz y de su proceso, y nos lo mostrarán vivo,

palpitante, tal cual es en lo que tienen de externo y de misterioso,

y lo difundirán por el mundo. El hombre de ciencia rara vez

puede alcanzar esta meta’. (‘Discusión de la narración

peruana’, en

La Gaceta de Lima

, núm. 12,

setiembre de 1960, p. 10).”