LIBROS & ARTES
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Arguedas a la antropolo-
gía y el estudio del folclor,
así como a sus agudas re-
flexiones sobre diversos
temas literarios (incluyen-
do apreciaciones críticas
sobre César Vallejo, Ciro
Alegría, Oswaldo Reyno-
so, etc.). Simple y llana-
mente, mi objetivo es de-
jar claramente sentado
que antes que nada y so-
bre todo fue un creador
literario: dedicó sus mayo-
res y más trascendentes
esfuerzos a la novela, aun-
que también cosechó
cuentos y poemas perdu-
rables.
Nos parece, en conse-
cuencia, errada la afirma-
ción siguiente de Ángel
Rama (por lo demás, un
crítico formidable, con su
propuesta capital de la
“transculturación” en la
narrativa hispanoamerica-
na, de la que Arguedas
sería ejemplo soberano):
“de los tres principales sec-
tores en que es dable cla-
sificar sus escritos [el lite-
rario, el antropológico y el
folclórico] (…) el antropo-
lógico es de las más impor-
tantes tareas profesionales
y universitarias, y aquel en
que puso su mayor preocu-
pación de peruanista y de
latinoamericanista” (Ra-
ma, editor de: Arguedas.
Formación de una cultura
nacional indoamericana
;
México, Siglo XXI, 1977;
xxvi). De hecho, su ma-
yor preocupación como
peruanista, latinoamerica-
nista y humanista en gene-
ral (recordemos que dejó
inconcluso el relato “El
puente de hierro”, am-
bientado en Estados Uni-
dos) fue la creación lite-
raria, principalmente la
novela.
Aunque la óptica del
antropólogo e historiador
Fermín del Pino es mati-
zada (consigna los víncu-
los estrechos, a nivel mun-
dial, entre la escritura li-
teraria y el estudio antro-
pológico, mencionando
los méritos literarios de
Malinowski, Lévi-Strauss,
Joaquín Costa, etc.), abo-
ga por una equiparación
de la producción literaria
y la labor antropológica de
Arguedas, que no suscri-
bimos; por cierto, tampo-
co caemos en una “infra-
valoración científica de
Arguedas”:
“Creo, si se me permi-
te expresar una sospecha,
que los críticos literarios
en general asumen esta
infravaloración científica
de Arguedas [alude a los
escrúpulos del propio Ar-
guedas sobre el valor aca-
démico de sus trabajos
científicos], procediendo a
considerar su dedicación
antropológica y folklórica
solamente como un com-
ponente intelectual más
de su preparación para la
literatura, o como una ex-
tensión inevitable de su
apuesta por el indio. Si
bien cabe legítimamente
esta opción de ‘posicionar’
la antropología como un
elemento más de su lite-
ratura, mi posición pre-
sente pretende ir al en-
cuentro de ambas discipli-
nas desde una considera-
ción complementaria, y
creo más pertinente. Yo
postulo que también la
formación literaria –e in-
cluso su compromiso per-
sonal a favor de la cultura
andina– es un elemento
ordinario más –si bien no-
table– de su dedicación
antropológica”. (Fermín
del Pino, “Arguedas como
escritor y antropólogo”,
en: Carmen María Pinilla,
ed.,
Arguedas y el Perú de
hoy
; Lima, SUR, 2005,
378).
Luego de un examen
ponderado de la cuestión
(en un contexto en el que
las ciencias sociales trata-
ron de afirmarse como más
sólidas y rigurosas para el
conocimiento adecuado
de una sociedad y una cul-
tura, restándole relieve o
pertinencia cognoscitiva a
las obras literarias), José
Alberto Portugal estable-
ce con nitidez la opción
de Arguedas a favor de la
novela. Cita, al respecto,
cómo respondió a una en-
cuesta, enfocando el tema
de la migración andina a
las ciudades de la costa pe-
ruana.
“No es este un tema
para las ciencias sociales,
es de los novelistas, los
únicos que podrán pene-
trar hasta la médula, has-
ta la más honda intimidad
de su raíz y de su proceso,
y nos lo mostrarán vivo,
palpitante, tal cual es en
lo que tienen de externo
y de misterioso, y lo difun-
dirán por el mundo. El
hombre de ciencia rara
vez puede alcanzar esta
meta”. (“Discusión de la
narración peruana”, en
La
Gaceta de Lima
, núm. 12,
setiembre de 1960, 10).
La razón principal tie-
ne que ver, conforme ex-
plica William Rowe, con
el papel que cumple la in-
tuición en la imaginación
creadora, sin las limitacio-
nes que la antropología y,
en general, las ciencias so-
ciales imponen a la intui-
ción, cuando no la recha-
zan en beneficio de una
pretenciosa metodología
racional (eso ocurría con
el estructuralismo y el
materialismo dialéctico
–del marxismo autopro-
clamado como socialismo
científico– que se disputa-
ban el medio académico
peruano en los años 50 y
60). Aunque existen cul-
tores de las ciencias socia-
les que conceden un pa-
pel a la intuición, la reco-
nocen como un punto de
partida epistemológico
(clave para formular la hi-
pótesis de trabajo), pero el
valor científico del estudio
reside en su poder proba-
torio que debe provenir de
un acopio de datos empí-
ricos comprobables y de
una interpretación de cor-
te racional (usando una
terminología definida por
una teoría consistente y
una metodología racional-
mente consistentes), lo
cual permite que lo que
era hipótesis intuitiva de-
venga en tesis o conclu-
sión racional-científica.
2
Con perspicacia, Wi-
lliam Rowe remite a un
pasaje de
El Sexto
que
aborda el tema de la intui-
ción: “La palabra intuición
figura en
El Sexto
dentro
de una discusión entre el
líder de los presos comu-
nistas y el personaje cen-
tral. Este afirma: ‘La intui-
ción no puede demostrar-
se con razones’. Y más tar-
de, cuando aquel objeta a
un preso serrano, ‘Te falta
teoría, Cámac’, contesta.
‘¿Se puede enseñar a odiar?
Eso escoge el corazón con
sus ojos’.” (Rowe,
Ensayos
arguedianos
; Lima, SUR,
1996; 31).
Preferir la intuición
conduce a poner la capa-
cidad epistemológica de la
imaginación literaria (de
corte intuitivo) por enci-
ma del razonamiento de
las ciencias sociales: “La
relevancia de la intuición
como palabra convenien-
te para nombrar una serie
de capacidades humanas
que ayudan a contrarres-
tar los efectos de los siste-
mas reductivos estaría en
la posibilidad de criticar
ese privilegio epistemoló-
gico, de retornar a la per-
cepción y la imaginación,
de hacer frente a la dudo-
sa positividad de las cate-
gorías de las ciencias socia-
les y mostrar que son
aproximativas, y final-
mente, de abrir fértiles
confluencias intelectuales
para la investigación de la
realidad” (Rowe,
Op. cit.
,
32).
Resulta revelador que
Portugal relacione la con-
cepción novelística de
Arguedas con la teoría ela-
borada por Mikhail
Bakhtin que conceptúa a
los géneros literarios mo-
dos específicos de pensa-
miento: “la novela como
una de las formas más ri-
cas de pensamiento ético,
en virtud precisamente de
la ‘densidad y carácter
concreto’ (…) de su repre-
sentación de
eventos
. Este
rasgo se funda en el fenó-
meno que el autor deno-
mina
cronotopo
, esto es, las
posibilidades concretas y
altamente detalladas, ela-
boradas en los géneros li-
terarios, de entender la
relación de la gente con su
mundo. Este vocabulario
ofrece, en mi opinión, las
mejores coordenadas des-
de las cuales entender la
idea de la novela en Ar-
guedas como un ‘modo de
pensar artístico’ frente a
los productos de una ‘cog-
nición abstracta’, privile-
2
Cf. Carmen María Pinilla.
Ar-
guedas: conocimiento y vida
(Lima,
Pontificia Universidad Católica del
Perú, 1994); y Melisa Moore.
En la
encrucijada: Las ciencias sociales y
la novela en el Perú. Lecturas para-
lelas de Todas las sangres
(Lima,
Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, 2003).
José María Arguedas con su amigo el pintor Fernando de Szyszlo en una playa norteña.