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LIBROS & ARTES
tugal hace hincapié en los
finales “abiertos” de las
novelas, con el extremo
del carácter “inacabado”
de
El zorro de arriba…
Con
brillantez detecta un as-
pecto genial de Arguedas:
“una actitud experimental
fundamental, en la que se
le atribuye valor positivo
a la imperfección”(71); lo
cual a mi me recuerda el
poema XXXVI de
Trilce
:
Vallejo, reparando en que
la Venus de Milo carece de
brazos, esgrime una esté-
tica donde resulta más ple-
no (potencialmente abier-
to) lo que “todaviíza pe-
renne imperfección”.
Retomando la noción
de novela polifónica, con-
viene señalar que, en ma-
yor o menor medida, así ha
sido la novela (auténtico
cajón de sastre) desde sus
inicios en la Antigüedad
helenística y romana, con-
forme expone Carlos Gar-
cía Gual en
Orígenes de la
novela
(Madrid, Istmo,
1972). Con genialidad su-
prema lo extendió Cer-
vantes, cuando en boca
del canónigo elogia el es-
pacio multiforme, totali-
zante y abierto que ha traí-
do la novela a la creación
literaria: “el sujeto que
ofrecían para que un buen
entendimiento pudiese
mostrarse en ellos, porque
daban largo y espacioso
campo por donde sin em-
pacho alguno pudiese co-
rrer la pluma (…). Ya pue-
de mostrarse astrólogo, ya
cosmógrafo excelente, ya
músico, ya inteligente en
las materias de estado, y tal
vez le vendrá ocasión de
mostrarse nigromante, si
quisiere. Puede mostrar
(…) todas aquellas accio-
nes que pueden hacer per-
fecto a un varón ilustre,
ahora poniéndolas en uno
solo, ahora dividiéndolas
en muchos. Y, siendo esto
hecho con apacibilidad de
estilo y con ingeniosa in-
vención, que tire lo más
que fuera posible a la ver-
dad, sin duda compondrá
una tela de varios y her-
mosos lazos tejida, que,
después de acabada, tal
perfección y hermosura
muestre que consiga el fin
mejor que se pretende en
los escritos, que es enseñar
y deleitar juntamente,
como ya tengo dicho. Por-
que la
escritura desatada de
estos libros
da lugar a que
el autor pueda mostrarse
épico, lírico, trágico, cómico
con todas aquellas partes que
encierran en sí las dulcísimas
y agradables ciencias de la
poesía y de la oratoria; que
la épica también puede es-
cribirse en prosa como en
verso” (El ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha
,
Parte I, cap. XLVII; el su-
brayado es mío).
Esa escritura “desatada”
de la novela, género traí-
do por los españoles al
Perú, sedujo a Arguedas
porque se adecúa estupen-
damente a sus raíces andi-
nas. Téngase en conside-
ración que en la cosmovi-
sión mágico-mítica todas
las esferas del mundo (ma-
crocosmos) y la sociedad
(microcosmos) están co-
nectadas. No hay la espe-
cialización de ciencias, ar-
tes y oficios que introdu-
ce el triunfo de la especu-
lación racional y el prag-
matismo comercial. En
una tribu un mismo suje-
to es poeta, músico, dan-
zante, curandero, sacerdo-
te, etc. Por eso, nuestros
escritores raigalmente an-
dinos se volcaron primero
en el género de la crónica
modificándolo con rasgos
desatados, multiformes
(casos magistrales: el Inca
Garcilaso y Guamán Po-
ma); Arguedas frecuentó
con placer a los cronistas
de Indias, incluso calificó
a su tesis doctoral de “irre-
gular libro, una buena cró-
nica; tiene, por tanto, algo
de novela y está salpicada
de cierto matiz académi-
co” (
Las comunidades de
España y del Perú
; Lima,
Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos, 1968;
5). Pero, en la etapa repu-
blicana, los escritores an-
dinos optaron por la no-
vela, impregnándola de la
savia cultural andina: a eso
Rama denominó “transcul-
turación narrativa” y Mar-
tín Lienhard “literatura
escrita alternativa”,
3
toda
una hazaña literaria de lo
que, en palabras prestadas
a Mariátegui, no sería “cal-
co ni copia, sino creación
heroica”. Esa es la senda
andina de Arguedas, Ciro
Alegría, Gamaliel Chura-
ta, Eleodoro Vargas Vicu-
ña, Edgardo Rivera Mar-
tínez, Laura Riesco y Ós-
car Colchado, entre otros.
VUELO POÉTICO
Brevemente por ser un
mérito literario que nadie
mezquina a Arguedas,
abordemos un componen-
te mayúsculo del genio
creador de nuestro escri-
tor: su vuelo poético. Lo
sintetiza bien Mercedes
López-Baralt: “Arguedas
quiso, pues, novelar la di-
versidad. Novelarla, sí,
pero sobre todo, poetizar-
la. Y es que estamos ante
un gran poeta que optó
por narrar. (…) esta poe-
sía no se limita a sus ver-
sos, sino que cubre (…)
toda su obra. (…) la más
alta poesía arguediana, la
que se da en su prosa” (en:
Carmen María Pinilla, ed.,
Arguedas y el Perú de hoy
,
pp. 357-358). Al enfocar
el lirismo del neoindige-
nismo, Tomás G. Escaja-
dillo habla de “novela
poemática”, de “prosa
poemática” (
La narrativa
indigenista peruana
; Lima,
Amaru, 1994; 58-59); ha-
bría que precisar que el
neoindigenismo es la ver-
sión andina del realismo
maravilloso, corriente en
la que abundan las nove-
las poemáticas:
Hombre de
maíz
de Asturias,
Pedro
Páramo
de Rulfo y
Cien
años de soledad
de García
Márquez (en su discurso
de recepción del Premio
Nobel, insistió en que se
había esforzado en que sus
narraciones poseyeran
poesía) son muestras sobe-
ranas de ello.
Lo que hay que evitar
es identificar poesía con
lirismo, nada más. La cita
del
Quijote
nos invita a una
visión integral de lo poé-
tico, que abarque lo líri-
co, lo épico, lo trágico y
lo cómico (el elemento
satírico aparece en diver-
sos pasajes de las novelas
de Arguedas, conforme
dilucida Portugal). Todo
ello fluye en la imagina-
ción poética de Arguedas,
más propensa a lo lírico y
lo trágico en pasajes deter-
minados, pero poderosa-
mente épica en la urdim-
bre integradora de los dis-
tintos episodios de sus no-
velas multiformes y en el
diseño global de toda su
producción.
Nos ha legado una épi-
ca del presente y el futuro
próximo de la cultura an-
dina, mostrada con todo su
potencial transculturador:
un epos de un héroe cul-
tural colectivo (encarna-
do en personajes-portavo-
ces en sus narraciones: Pan-
tacha, Felipa, Cámac,
Rendón Willka, por des-
tacar una nómina nuclear)
que ha resistido a la domi-
nación colonial y la mar-
ginación del “Perú oficial”
(concepto de Jorge Basa-
dre, en oposición al Perú
profundo), y que contra-
pone sus valores (solidari-
dad y comunión con la
naturaleza) al latifundio
oligárquico (
Agua, Yawar
fiesta, Diamantes y peder-
nales y Los ríos profundos
)
y al sistema capitalista (
El
Sexto, Todas las sangres y
El zorro de arriba y el zorro
de abajo
), consiguiendo
que el dinamismo de la
migración a las ciudades
costeñas se convierta en
crisol de todas nuestras
sangres (himno-canción a
Túpac Amaru).
3
Cf. Ángel Rama,
Transcultu-
ración narrativa en América Lati-
na
(México, Siglo XXI, 1982; y Mar-
tín Lienhard,
Cultura popular andi-
na y forma novelesca. Zorros y dan-
zantes en la última novela de Ar-
guedas
(Lima, Latinoamericana y
Tarea, 1981) y
La voz y su huella.
Escritura y conflicto étnico-cultu-
ral en América Latina
, 1492-1988
(3ª ed., Lima, Horizonte 1992).