LIBROS & ARTES
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l paso de Arguedas
por la cárcel, si bien
relativamente breve en
comparación con el de
otros intelectuales y diri-
gentes políticos de la épo-
ca, dejó una huella imbo-
rrable en el escritor. Ma-
rio Vargas Llosa describe
el ambiente que Arguedas
conoció y especula sobre
los efectos de aquel sobre
la psicología del escritor:
“Dada su sensibilidad y
vulnerabilidad emocional,
el año pasado en ese infier-
no carcelario, donde se
vivía en la inmundicia y el
hambre, se torturaba y
asesinaba a ojos vistas de
los demás presos, y donde
las violaciones homo-
sexuales, tráficos de alco-
hol, coca y drogas, y los
atropellos más horrendos
eran cometidos a diario
–ante la indiferencia de los
guardianes– por bandas de
delincuentes encabezados
por los peores criminales
del hampa limeña, contri-
buyó a agravar, con una
pesada carga, la maltrata-
da vida emocional de Ar-
guedas, aguzando sus sen-
timientos de inseguridad y
su patética identificación
con los humildes y los in-
defensos”.
2
Pero la cárcel no sería
solo una fuente de tormen-
to y sufrimiento para Ar-
guedas. Arguedas encon-
tró en el trabajo intelec-
tual un aliciente para se-
guir adelante y un refugio
para protegerse de los as-
pectos más destructivos de
la cárcel. Por ejemplo, se
dio tiempo para trabajar
en las traducciones que
luego integrarían su reco-
pilación
Canto kechwa
. Y
las experiencias acumula-
das en la prisión pasarían
a constituir también sus-
tento para la creación li-
teraria. Según su propia
afirmación, concibió la
idea de escribir una nove-
la sobre El Sexto en 1939,
es decir, poco después de
recuperar su libertad, pero
no empezó su redacción
sino hasta 1957. La prime-
ra edición de
El Sexto
apa-
reció en 1961.
La novela relata la his-
toria de Gabriel, un joven
idealista “sin partido” que
es detenido en una de las
prisiones más violentas y
degradantes del Perú, en
una época de aguda repre-
sión política y descompo-
sición moral. Gabriel –sin
duda el
alter ego
de Argue-
das– era de origen andino
y quechua-hablante (“me
crié en un pueblo nublo-
so, sobre una especie de
inmenso andén de las cor-
dilleras” (29).
3
Su compa-
ñero de celda es Alejan-
dro Cámac, un indígena
minero de la zona de Ce-
rro de Pasco y militante
comunista. Tan pronto
como ingresa en prisión
Arguedas conoce a algu-
nos de los personajes más
pintorescos y siniestros de
El Sexto: “Rosita”, “un
marica ladrón”, o “Puña-
lada”, “un negro grandote
con ojos de asno” (28-29).
Gracias a Cámac empieza
a familiarizarse con la dis-
tribución física de la cár-
cel, con los mecanismos de
poder que controlan el
En 1937, a la edad de 26 años, José María Arguedas –por entonces estudiante de Letras de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos– participó en una protesta contra la presencia en la universidad de un
representante del régimen fascista italiano, a consecuencia de lo cual fue enviado a la cárcel por casi un año, la
mayor parte en la prisión conocida como El Sexto (por hallarse contigua a la Sexta Comisaría de Lima). Arguedas
era miembro de un grupo llamado CADRE (Comité de Acción en Defensa de la República Española), y había ya
pasado por las comisarías de Lima con ocasión de alguna redada policial.
E
1
Este texto reproduce, con algu-
nas variantes, una sección del ensayo
titulado
El pensamiento entre rejas.
Intelectuales peruanos y la expe-
riencia de la prisión
, publicado en
Carlos Aguirre y Carmen McEvoy,
eds.
Intelectuales y poder. Ensayos
sobre la república de las letras en el
Perú e Hispanoamérica
(ss. XVI-
XX) (Lima, IFEA/ Instituto Riva
Agüero, 2008).
2
Mario Vargas Llosa,
La utopía
arcaica. José María Arguedas y las
ficciones del indigenismo
(México,
Fondo de Cultura Económica, 1996,
p. 110.
3
Todas las citas de
El Sexto
están
tomadas de la edición publicada por Laia
(Barcelona) en 1974.
Carlos Aguirre
“La cárcel fortalece como a piedra y como a paloma”
LA EXPERIENCIA
DE LA PRISIÓN
1
Fotografía: José Gushiken