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LIBROS & ARTES
tudiantes de la Universidad
Agraria ejercían sobre Ar-
guedas. En una carta de 1967
dirigida a una escritora fran-
cesa, cuando empezaba esta
empresa de los “zorros”, Ar-
guedas hace una de sus re-
flexiones políticas más explí-
citas, solo comparables con
las que intercambiara con
Hugo Blanco. “¿Pertenecer a
cuál partido peruano?”, dice.
“Existe el comunista mosco-
vita, junto al cual me formé
en mi juventud y que devi-
no en conservador, dirigido
por individuos profesionales,
corrompidos hasta el tuéta-
no, casi todos; existen unas
cinco ramas del trostkismo
y unas tres del comunismo
castro-chinista (una versión
todavía no completamente
bien definida y adaptada de
estas nuevas corrientes, que
ha logrado renovar la iz-
quierda en el Perú)”. Esto lo
dice entre paréntesis y está
pensando aquí en el movi-
miento Vanguardia Revolu-
cionaria que surge en 1965 y
que gana adeptos entre pro-
fesores y alumnos de la Uni-
versidad Agraria, que asisten
a sus cursos, conversan con
él y lo interrogan constan-
temente. “Leo sus manifies-
tos, conozco a sus principa-
les dirigentes, algunos de
ellos me entusiasman y los
estimo muchísimo; me com-
place comprobar que sigo
conservando mi ánimo juve-
nil –tengo 56 años–, que pue-
do alternar con estos heroi-
cos jóvenes, a quienes decep-
cioné hace tres años al ha-
ber aceptado un cargo rela-
tivamente importante en el
gobierno, pero al cual re-
nuncié a los diez meses. Sigo
creyendo que pertenecer a un
partido en estos países exclu-
ye al intelectual: lo hace
blanco de la enemistad pre-
juiciosa de los militantes de
otro partido”.
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Decía esto en
1967. Pero prosiguen las pre-
siones de los estudiantes: son
los años de la guerra de Viet-
nam. Surge por entonces
otro Arguedas, el Arguedas
poeta. Escribe poemas a
Cuba, viaja a La Habana y
lo emocionan estos jóvenes
que han hecho la revolución.
La revolución cubana era,
por esencia, una revolución
de jóvenes. Jóvenes absolu-
tamente improvisados que se
lanzan a la aventura de cons-
truir una nueva sociedad. Lo
emociona el contacto con
este mundo. Lo emociona
también el Vietnam. Por en-
tonces realiza un viaje a los
Estados Unidos y se desilu-
siona muy fuertemente de la
sociedad norteamericana. En
el avión de regreso de los
Estados Unidos escribe un
testimonio sumamente crí-
tico sobre esa sociedad.
Arguedas comienza a ex-
perimentar cada vez más es-
tas presiones políticas. Ellas
van a influir en la elabora-
ción de
El zorro
... junto con
las angustias personales y la
necesidad de elaborar una
obra literaria que diera cuen-
ta de esta sociedad nueva que
estaba apareciendo en el
Perú. La única forma de ha-
cerlo era rompiendo con los
moldes clásicos, con las se-
paraciones de las cuales el
propio Arguedas había sido
víctima a través de su vida.
Era buscando las conexiones
entre la poesía y el relato,
entre la obra de ficción y el
ensayo de interpretación,
entre la novela y el estudio
antropológico. Era buscando
construir algo que, en los
primeros pasajes de la nove-
la, aparece como menospre-
ciado, es decir una obra que
fuera radicalmente inédita y
nueva. Una obra que fuera
como esa cultura mestiza.
Una novela que pudiera ser
“amamarrachada”, emplean-
do justamente uno de los tér-
minos con los que Arguedas
se refiere a los mestizos. Una
obra, finalmente, que rom-
piera con los cánones con-
vencionales de la novela y
que fuera un texto radical-
mente diferente. Que en esto
Arguedas tuvo éxito no cabe
la menor duda, para algunos
autores. Por ejemplo, Mar-
tin Lienhard, autor de un li-
bro muy importante sobre
Arguedas,
Cultura popular
andina y forma novelesca
, dice:
“Con un balazo como punto
final,
El zorro
... abandona
el terreno de la literatura
practicada como juego y abre
una interrogación sobre la
posibilidad y la oportunidad
de la escritura novelesca en
un país como el Perú”.
31
El zorro
... significa la rup-
tura de los moldes tradicio-
nales de la novela. Esta rup-
tura es la irrupción del mun-
do andino y de la cultura po-
pular, a través de Arguedas,
en una forma burguesa y eu-
ropea que es la novela. La
imagen de la cultura andina
aparentemente sitiada, ase-
diada y confinada a un rin-
cón, ha sido rota. Rota, por
lo menos en este caso y en
esta obra en particular (
últi-
mo diario
).
Sometido a las presiones
políticas que hemos reseña-
do, Arguedas ha llegado a
una conclusión: que aquí, en
el Perú, ya no basta con ha-
blar o escribir sobre el mun-
do andino. Que el apocalip-
sis y el momento milenario
están cada vez más cercanos
y que hay que poner punto
final a todo.
En el último diario se se-
lla prácticamente la novela,
Arguedas dice lo siguiente:
“(...) Quizá conmigo empie-
za a cerrarse un ciclo y abrir-
se otro en el Perú y lo que él
representa (...) se abre el de
la luz y de la fuerza liberado-
ra invencible del hombre de
Vietnam”.
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Arguedas llega a la con-
clusión de que él y la gente
de su generación han fraca-
sado. El texto ha sido leído
como que termina el mundo
andino y empieza el mundo
occidental. Podría leerse
también de otra manera: que
los hombres de su generación
han fracasado. Que ahora es
el turno de los “heroicos jó-
venes”, que son los términos
en los que él se refiere a sus
alumnos de la Agraria. Que
es una época de acción en la
que hay que cambiar real-
mente las cosas y dejar de
hablar de ellas o escribir so-
bre ellas.
Por eso creo que Lien-
hard tiene razón cuando
dice: “La continuación de
El
zorro
... no podrá ser litera-
ria, sino política: la hará el
lector colectivo que crece
poco a poco, a lo largo de la
novela, para convertirse al
final, algo míticamente, en
actor de la historia”.
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Volviendo a las cartas
intercambiadas con su edi-
tor Losada, en una de ellas
Arguedas le decía lo siguien-
te: “Ahora el Zorro de Arri-
ba empuja y hace cantar y
bailar, él mismo, o está em-
pezando a hacer danzar el
mundo como lo hizo en la
antigüedad la voz, y la
tinya
de ‘huaytayacuri’, el héroe
–dios con traza de mendi-
go”.
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En esa carta aparece el
testimonio final acerca de la
posibilidad de que este mun-
do fuera cambiado, de una
manera radical y sustancial.
Para eso, un hombre con los
años que teníaArguedas, con
la formación intelectual que
había adquirido, no era pre-
cisamente el tipo de perso-
naje más adecuado. Influido
por su viaje a Cuba, por lo
que leía sobre Vietnam, por
la nueva poesía, Arguedas
escribe un poema a Túpac
Amaru, inspirado en una
fiesta que tuvo lugar en una
barriada limeña. Quizás este
sea uno de sus textos, des-
pués de
Todas las sangres
, con
más fuerte carga milenaris-
ta, con la idea de que algún
día puede ocurrir un gran
cambio, una transformación
en este mundo, en esta so-
ciedad, y que esa es la única
carta esperanzadora que tie-
ne el mundo andino. Argue-
das quiso sellar todo esto con
su suicidio. Llega a la con-
clusión de que él está inca-
pacitado para vivirlo.
No es que sea la única ra-
zón por la que se suicida. El
suicidio no solo responde a
preocupaciones racionales.
Pero fue un factor que influ-
yó considerablemente en él.
Quizás una de las cosas más
incómodas, más sublevantes
y que nos interrogan más, es
que la novela termina con-
fundiéndose con la vida. Ha-
bía dos cosas separadas. Ar-
guedas como narrador y Ar-
guedas como ser humano
que tenía mujer, que no tuvo
hijos, que tuvo psiquiatras.
Al final, novela y vida se
encuentran de una manera
absolutamente irrefutable y
demasiado cuestionadora
para cualquier lector. El na-
rrador, el novelista, se aca-
ba suicidando y la historia de
la novela es, en parte, la his-
toria de los “zorros”. Pero es,
en parte también, la histo-
ria de este suicidio –la no-
vela termina con el suicidio
de Arguedas– lo que confie-
re una autenticidad inusual
a todas sus páginas.
Por eso es que algunos
–Lienhard, entre otros– han
querido ver en el suicidio de
Arguedas algo más que un
problema personal, algo más
que un problema de angus-
tia. Han querido ver la ex-
presión de problemas mayo-
res que han atravesado una
biografía, pero que también
han atravesado y atraviesan
todavía a un país como el
Perú.
Como decía al principio,
se trata de indagar en dónde
está la actualidad de la obra
de Arguedas. No creo que
sea la respuesta cabal a la pre-
gunta, pero, una parte de
ella, sería que la actualidad
de la obra de Arguedas está
en la capacidad de compene-
trarse con el país y de fun-
dir, además, los problemas
sociales y colectivos con los
problemas personales.
30
Carta de José María Argue-
das a Marie Gutton, Lima, 26 de
noviembre de 1967, citado en Ro-
land Forgues:
José María Argue-
das, de la pensée dialectique a la
pensée tragique. Histoire d´une
utopie.
Toulouse, Presses Univer-
si-taires du Mirail, 1986, p. 522.
31
Martín Lienhard:
Cultura
popular andina y forma novelesca.
Zorros y danzantes en la última no-
vela de Arguedas.
Lima, Tarea /
Latinoamericana Editores, 1981, p.
169.
32
JoséMaría Arguedas: “¿Úl-
timo diario?”, en
El zorro de...,
Op.
cit., p. 286-287.
33
Martín Lienhard: Op. cit.,
p. 171.
34
Carta de José María Argue-
das a Gonzalo Losada, en
El zorro
de arriba y el zorro de abajo,
Op.
cit., p. 203.
“Se trata de
indagar en dónde
está la actualidad
de la obra de
Arguedas. No
creo que sea la
respuesta cabal a
la pregunta, pero,
una parte de ella,
sería que la
actualidad de la
obra de Arguedas
está en la
capacidad de
compenetrarse
con el país y de
fundir, además,
los problemas
sociales y
colectivos con los
problemas
personales”.