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LIBROS & ARTES

Página 23

1935.

5

Ella marca un cam-

bio radical en la literatura

indigenista. Llegan algunos

comentarios sobre la obra.

Su tarea de narrador prosi-

gue después, en 1941 con

Yawar fiesta

,

6

y en 1958 con

Los ríos profundos

.

7

En 1961

logrará procesar su experien-

cia carcelaria publicando

El

Sexto

.

8

En 1964 publicará la

más ambiciosa de sus nove-

las:

Todas las sangres

.

9

Y, en

1971, después de su suicidio,

y como obra póstuma, se edi-

tará en Buenos Aires

El zo-

rro de arriba y el zorro de aba-

jo

,

10

que algunos considera-

rán una obra fallida, trunca

y prácticamente sin impor-

tancia en el conjunto de la

producción de Arguedas.

Este juicio me parece por lo

menos discutible y cuestio-

nable.

Cuando se piensa en Ar-

guedas, generalmente se

piensa en el narrador y el no-

velista. Creo que es indispen-

sable considerar que Argue-

das fue un etnólogo y un

antropólogo y que, casi de

manera paralela, a partir de

1940, dedicó una parte im-

portante de su labor como

escritor a recopilar relatos

orales, cuentos y narracio-

nes.

11

Esto empezó justamen-

te en Sicuani y en ello fue

muy importante su vincula-

ción con el padre Lira, con

quien después tendría una

fuerte desavenencia y polé-

mica.

12

Arguedas fue un folclo-

rista, fue un etnólogo. Se de-

dicó también a estudiar con

los instrumentos de la antro-

pología las comunidades

campesinas, las relaciones de

parentesco, las estructuras

de poder. En esa línea tra-

bajó, por ejemplo, sobre el

pueblo de Puquio, el valle

del Mantaro, la Feria de

Huancayo, etc.

13

Su produc-

ción como antropólogo ocu-

pa un número de páginas de

dimensión similar a las del

Arguedas narrador y nove-

lista. Las obras completas

hasta ahora publicadas son

cinco volúmenes que van

desde

Agua

hasta

El zorro de

arriba y el zorro de abajo,

y se

calcula que la publicación de

sus textos antropológicos

comprenderá cinco volúme-

nes similares.

Claro está, en su obra

hubo también otra faceta,

que tiene importancia al fi-

nal de su vida. Arguedas fue

un hombre proclive a la au-

tobiografía y a la confiden-

cia. Buena parte de su obra,

como antropólogo y como

novelista, se alimentó de sus

vivencias personales, de las

cosas que él había visto o ha-

bía experimentado. Este lado

de su vida terminó expresán-

dose a través de la elabora-

ción de una corresponden-

cia muy directa, en la que él

presenta claramente sus la-

dos y facetas más personales.

Veremos cómo, al final de su

vida, esta correspondencia

alcanza una dimensión lite-

raria. De ahí que, aunque los

editores no lo hayan consi-

derado, habría que insistir

en la necesidad de dedicar

por lo menos un volumen

para recopilar las cartas

intercambiadas por Arguedas

con otros escritores, con edi-

tores y con otras personas,

como por ejemplo, los diver-

sos psiquiatras.

De esta obra múltiple,

donde hay ensayos, escritos

antropológicos, estudios fol-

clóricos, recopilaciones de

canciones, cuentos, narra-

ciones populares, novelas, lo

que siempre ha llamado la

atención es la obra de fic-

ción. Ella pareciera guardar

una cierta correspondencia

con la evolución de la socie-

dad peruana, lo que nos lle-

va a reflexionar acerca de las

conexiones entre la obra de

Arguedas y la sociedad de la

que forma parte.

Aquí subyace la hipóte-

sis de que Arguedas es uno

de esos personajes excepcio-

nales que en su derrotero lin-

güístico y en su tarea como

escritor condensó las tensio-

nes y las preocupaciones de

una sociedad. No se lo pue-

de entender en términos es-

trictamente personales e in-

dividuales. Incluso pensar en

el suicidio exclusivamente

en términos de sus relacio-

nes familiares con su padre,

su madre, su madrastra, sus

esposas, es solo un lado de

la realidad. Hay otro lado

que es igualmente importan-

te: la dimensión social que

pudo haber tenido el suici-

dio de un escritor represen-

tativo de esta sociedad.

Arguedas es para el Perú

del siglo XX un escritor si-

milar a lo que puede ser Flau-

bert para la Francia del s.

XIX, Dostoievski para Rusia

de ese mismo siglo, o Musil

para la Viena de comienzos

del s. XX. Debe ser conside-

rado como un escritor y, al

mismo tiempo, como un

hombre, no solamente en

términos de su biografía, sino

en términos de la sociedad

de la que forma parte.

Las relaciones entre Ar-

guedas, su obra y la sociedad

peruana podrían verse en

muchos niveles pero hay tres

que me parecen particular-

mente significativos. El más

inmediato es la relación que

existe entre esta obra y los

movimientos sociales que se

dan a lo largo del siglo XX

en el Perú. Entre su obra y

las rebeliones, los conflictos

o, para emplear un término

más preciso, la lucha de cla-

ses. Esta no es una relación

mecánica, ni tampoco es una

relación siempre advertida

por el autor. Si uno sigue sus

relatos y novelas, se puede

advertir las conexiones en-

tre estos y los dos grandes

momentos de agitación cam-

pesina en el siglo XX.

Estamos ante un siglo de

agitación campesina similar

al siglo XVIII. En el siglo

XX, la agitación campesina

va a tener dos momentos im-

portantes, uno en los años

20 y otro en los años 60.

Entre 1920 y 1923 estalla

una cadena de rebeliones,

sobre todo en las provincias

del sur andino, como Cus-

co, Puno e incluso Ayacu-

cho. Moviliza a los comune-

ros en defensa de sus propie-

dades frente a la expansión

de las haciendas. Pero tam-

bién es el inicio de la rebe-

lión de los colonos de las

haciendas, como los casos de

Capana o Lauramarca, en

Cusco, quienes llegan a apro-

piarse por dos a tres años de

estas haciendas, y derivan en

enfrentamientos muy duros

con los terratenientes. Estas

rebeliones estallan en los

inicios del gobierno de Le-

guía y hacia el año 1923 son

reprimidas muy violenta-

mente. Ocurren masacres

campesinas que tienen como

escenarios, sobre todo, Cus-

co y Puno. Esto va a hacer

que los hacendados de la épo-

ca hablen, por ejemplo, de

una guerra de castas.

Son los años en que Ar-

guedas niño recorre los pue-

blos del sur. No conserva un

recuerdo directo de estas re-

beliones, pero no es difícil

suponer que ellas van a es-

tar en el trasfondo de su

obra, sobre todo por algunos

rasgos de ella que subrayare-

mos más adelante.

En contraste, Arguedas

tuvo una conexión directa

con las rebeliones que esta-

llan en los años 60 en la sie-

rra. A diferencia de los años

20, las rebeliones estallan a

todo lo largo y ancho de la

sierra, tienen como protago-

nistas a los comuneros, pero

ahora se generalizan a casi

todas las grandes haciendas,

en lugares comoCusco, Aya-

cucho, Cajamarca oCerro de

Pasco. En Puno, en cambio,

en los años 60 casi no esta-

llan rebeliones. Salvo Puno,

no hay departamento de la

sierra que no se haya visto

sacudido de manera signifi-

cativa por rebeliones.

Arguedas es un testigo.

Llega a decir, por entonces

que, cuando en el año 1958

publicó

Los ríos profundos

y

relató la rebelión de las chi-

cheras en Abancay, había

soñado con la posibilidad de

que algún día los indios se

rebelaran, que para él la re-

belión indígena era un sue-

ño, una esperanza, y que ha-

bía vislumbrado la posibili-

dad de que si en Abancay se

sublevaron por asuntos má-

gico religiosos, algún día se

sublevarían por motivos so-

ciales, y harían realmente

temblar al mundo.

Es contemporánea y casi

paralelamente a estas rebe-

liones que Arguedas se em-

peña en la empresa difícil y

trabajosa de redactar

Todas

las sangres

, la que será publi-

cada en 1964 y alcanzará una

difusión mayor en 1965.

Entre 1963 y 1964 llegan a

su máxima intensidad las

ocupaciones de tierras por

los campesinos. Esa novela

acaba anunciando la inmi-

nencia de un cataclismo. Las

últimas líneas de la novela

nos hablan de una especie de

río subterráneo, una especie

de amaru que está recorrien-

do el mundo subterráneo y

que amenaza emerger en

cualquier momento. “

¿No lo

Agua

. Lima, Compañía de Impre-

siones y Publicidad (CIP), 1935.

6

JoséMaríaArguedas:

Yawar

fiesta

. Lima, Compañía de Impre-

siones y Publicidad (CIP), 1941.

7

José María Arguedas:

Los

ríos profundos

. Ed. Losada, Bue-

nos Aires, 1958.

8

José María Arguedas:

El

Sexto

. Lima, Ed. Juan Mejía Baca,

1961.

9

José María Arguedas:

To-

das las sangres

. Buenos Aires, Ed.

Losada, 1964.

10

JoséMaría Arguedas:

Elzo-

rro de arriba y el zorro de abajo

.

Buenos Aires, Ed. Losada, 1971.

11

José María Arguedas:

Can-

ciones y cuentos del pueblo que-

chua

. Lima, Ed. Huascarán S.A.,

1949; “Cuentos mágico-realistas y

canciones de fiestas tradicionales.

Folklore del Valle del Mantaro. Pro-

vincias de Jauja y Concepción”, en

Folklore Americano

, Año I, N° 1,

noviembre de 1953, pp. 101-293;

Mitos, leyendas y cuentos perua-

nos

. Lima, Ministerio de Educa-

ción, 1947.

12

El padre Jorge Lira fue di-

rector del Colegio Pumacahua de

Sicuani desde 1939. En 1953 fundó

la Sociedad Peruana de Folclore; re-

copilaba música quechua. En junio

de 1956, Arguedas escribe en

El

Comercio

una enérgica crítica a la

edición que hiciera el padre Lira de

Canto de amor

, en el cual omite o

reemplaza los términos en español:

“Su amor por el pueblo quechua re-

sulta así, como en algunos indige-

nistas, contradictorio. Lo quieren tal

como está, puro; conservado ‘puro’

por consecuencia de la miseria, el

aislamiento y la servidumbre. Se es-

candalizan cuando alguien afirma

que el amor al pueblo indígena o in-

dio debe convertirse en una gestión

encaminada a que cambie su actual

situación y se convierta en un agen-

te productor, en la economía y el

arte, en igualdad de condiciones que

el hombre moderno, con posesión de

todos los instrumentos creados por el

genio humano. Recuerdo a un indi-

genista que contemplaba indignado

la Feria de Huancayo, porque ella

ya no era ‘india’ como él la había

visto hacía veinte años, sino que allí

se vendía maquinaria, catres de fie-

rro, ropa hecha de hombre, camisas,

objetos de fierro enlozado, zapatos

de fábrica, etc.”. José María Argue-

das, “El libro ‘

Canto de amor

’ y el

fanatismo indigenista”, en

El Co-

mercio

, Suplemento Dominical, 17

de junio de 1956, p. 3. El artículo

suscitó una réplica del padre Lira pu-

blicado en el mismo Suplemento

Dominical el 30 de septiembre del

mismo año, titulado “Fanatismo in-

digenista o fanatismo folklorista”.

13

Arguedas realiza numero-

sos viajes de estudio: en 1946 va a

Vicos, Ancash, en un equipo de la

Universidad de Cornell y el Institu-

to Indigenista Peruano; en 1949 par-

ticipa en una investigación realizada