LIBROS & ARTES
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1935.
5
Ella marca un cam-
bio radical en la literatura
indigenista. Llegan algunos
comentarios sobre la obra.
Su tarea de narrador prosi-
gue después, en 1941 con
Yawar fiesta
,
6
y en 1958 con
Los ríos profundos
.
7
En 1961
logrará procesar su experien-
cia carcelaria publicando
El
Sexto
.
8
En 1964 publicará la
más ambiciosa de sus nove-
las:
Todas las sangres
.
9
Y, en
1971, después de su suicidio,
y como obra póstuma, se edi-
tará en Buenos Aires
El zo-
rro de arriba y el zorro de aba-
jo
,
10
que algunos considera-
rán una obra fallida, trunca
y prácticamente sin impor-
tancia en el conjunto de la
producción de Arguedas.
Este juicio me parece por lo
menos discutible y cuestio-
nable.
Cuando se piensa en Ar-
guedas, generalmente se
piensa en el narrador y el no-
velista. Creo que es indispen-
sable considerar que Argue-
das fue un etnólogo y un
antropólogo y que, casi de
manera paralela, a partir de
1940, dedicó una parte im-
portante de su labor como
escritor a recopilar relatos
orales, cuentos y narracio-
nes.
11
Esto empezó justamen-
te en Sicuani y en ello fue
muy importante su vincula-
ción con el padre Lira, con
quien después tendría una
fuerte desavenencia y polé-
mica.
12
Arguedas fue un folclo-
rista, fue un etnólogo. Se de-
dicó también a estudiar con
los instrumentos de la antro-
pología las comunidades
campesinas, las relaciones de
parentesco, las estructuras
de poder. En esa línea tra-
bajó, por ejemplo, sobre el
pueblo de Puquio, el valle
del Mantaro, la Feria de
Huancayo, etc.
13
Su produc-
ción como antropólogo ocu-
pa un número de páginas de
dimensión similar a las del
Arguedas narrador y nove-
lista. Las obras completas
hasta ahora publicadas son
cinco volúmenes que van
desde
Agua
hasta
El zorro de
arriba y el zorro de abajo,
y se
calcula que la publicación de
sus textos antropológicos
comprenderá cinco volúme-
nes similares.
Claro está, en su obra
hubo también otra faceta,
que tiene importancia al fi-
nal de su vida. Arguedas fue
un hombre proclive a la au-
tobiografía y a la confiden-
cia. Buena parte de su obra,
como antropólogo y como
novelista, se alimentó de sus
vivencias personales, de las
cosas que él había visto o ha-
bía experimentado. Este lado
de su vida terminó expresán-
dose a través de la elabora-
ción de una corresponden-
cia muy directa, en la que él
presenta claramente sus la-
dos y facetas más personales.
Veremos cómo, al final de su
vida, esta correspondencia
alcanza una dimensión lite-
raria. De ahí que, aunque los
editores no lo hayan consi-
derado, habría que insistir
en la necesidad de dedicar
por lo menos un volumen
para recopilar las cartas
intercambiadas por Arguedas
con otros escritores, con edi-
tores y con otras personas,
como por ejemplo, los diver-
sos psiquiatras.
De esta obra múltiple,
donde hay ensayos, escritos
antropológicos, estudios fol-
clóricos, recopilaciones de
canciones, cuentos, narra-
ciones populares, novelas, lo
que siempre ha llamado la
atención es la obra de fic-
ción. Ella pareciera guardar
una cierta correspondencia
con la evolución de la socie-
dad peruana, lo que nos lle-
va a reflexionar acerca de las
conexiones entre la obra de
Arguedas y la sociedad de la
que forma parte.
Aquí subyace la hipóte-
sis de que Arguedas es uno
de esos personajes excepcio-
nales que en su derrotero lin-
güístico y en su tarea como
escritor condensó las tensio-
nes y las preocupaciones de
una sociedad. No se lo pue-
de entender en términos es-
trictamente personales e in-
dividuales. Incluso pensar en
el suicidio exclusivamente
en términos de sus relacio-
nes familiares con su padre,
su madre, su madrastra, sus
esposas, es solo un lado de
la realidad. Hay otro lado
que es igualmente importan-
te: la dimensión social que
pudo haber tenido el suici-
dio de un escritor represen-
tativo de esta sociedad.
Arguedas es para el Perú
del siglo XX un escritor si-
milar a lo que puede ser Flau-
bert para la Francia del s.
XIX, Dostoievski para Rusia
de ese mismo siglo, o Musil
para la Viena de comienzos
del s. XX. Debe ser conside-
rado como un escritor y, al
mismo tiempo, como un
hombre, no solamente en
términos de su biografía, sino
en términos de la sociedad
de la que forma parte.
Las relaciones entre Ar-
guedas, su obra y la sociedad
peruana podrían verse en
muchos niveles pero hay tres
que me parecen particular-
mente significativos. El más
inmediato es la relación que
existe entre esta obra y los
movimientos sociales que se
dan a lo largo del siglo XX
en el Perú. Entre su obra y
las rebeliones, los conflictos
o, para emplear un término
más preciso, la lucha de cla-
ses. Esta no es una relación
mecánica, ni tampoco es una
relación siempre advertida
por el autor. Si uno sigue sus
relatos y novelas, se puede
advertir las conexiones en-
tre estos y los dos grandes
momentos de agitación cam-
pesina en el siglo XX.
Estamos ante un siglo de
agitación campesina similar
al siglo XVIII. En el siglo
XX, la agitación campesina
va a tener dos momentos im-
portantes, uno en los años
20 y otro en los años 60.
Entre 1920 y 1923 estalla
una cadena de rebeliones,
sobre todo en las provincias
del sur andino, como Cus-
co, Puno e incluso Ayacu-
cho. Moviliza a los comune-
ros en defensa de sus propie-
dades frente a la expansión
de las haciendas. Pero tam-
bién es el inicio de la rebe-
lión de los colonos de las
haciendas, como los casos de
Capana o Lauramarca, en
Cusco, quienes llegan a apro-
piarse por dos a tres años de
estas haciendas, y derivan en
enfrentamientos muy duros
con los terratenientes. Estas
rebeliones estallan en los
inicios del gobierno de Le-
guía y hacia el año 1923 son
reprimidas muy violenta-
mente. Ocurren masacres
campesinas que tienen como
escenarios, sobre todo, Cus-
co y Puno. Esto va a hacer
que los hacendados de la épo-
ca hablen, por ejemplo, de
una guerra de castas.
Son los años en que Ar-
guedas niño recorre los pue-
blos del sur. No conserva un
recuerdo directo de estas re-
beliones, pero no es difícil
suponer que ellas van a es-
tar en el trasfondo de su
obra, sobre todo por algunos
rasgos de ella que subrayare-
mos más adelante.
En contraste, Arguedas
tuvo una conexión directa
con las rebeliones que esta-
llan en los años 60 en la sie-
rra. A diferencia de los años
20, las rebeliones estallan a
todo lo largo y ancho de la
sierra, tienen como protago-
nistas a los comuneros, pero
ahora se generalizan a casi
todas las grandes haciendas,
en lugares comoCusco, Aya-
cucho, Cajamarca oCerro de
Pasco. En Puno, en cambio,
en los años 60 casi no esta-
llan rebeliones. Salvo Puno,
no hay departamento de la
sierra que no se haya visto
sacudido de manera signifi-
cativa por rebeliones.
Arguedas es un testigo.
Llega a decir, por entonces
que, cuando en el año 1958
publicó
Los ríos profundos
y
relató la rebelión de las chi-
cheras en Abancay, había
soñado con la posibilidad de
que algún día los indios se
rebelaran, que para él la re-
belión indígena era un sue-
ño, una esperanza, y que ha-
bía vislumbrado la posibili-
dad de que si en Abancay se
sublevaron por asuntos má-
gico religiosos, algún día se
sublevarían por motivos so-
ciales, y harían realmente
temblar al mundo.
Es contemporánea y casi
paralelamente a estas rebe-
liones que Arguedas se em-
peña en la empresa difícil y
trabajosa de redactar
Todas
las sangres
, la que será publi-
cada en 1964 y alcanzará una
difusión mayor en 1965.
Entre 1963 y 1964 llegan a
su máxima intensidad las
ocupaciones de tierras por
los campesinos. Esa novela
acaba anunciando la inmi-
nencia de un cataclismo. Las
últimas líneas de la novela
nos hablan de una especie de
río subterráneo, una especie
de amaru que está recorrien-
do el mundo subterráneo y
que amenaza emerger en
cualquier momento. “
¿No lo
Agua
. Lima, Compañía de Impre-
siones y Publicidad (CIP), 1935.
6
JoséMaríaArguedas:
Yawar
fiesta
. Lima, Compañía de Impre-
siones y Publicidad (CIP), 1941.
7
José María Arguedas:
Los
ríos profundos
. Ed. Losada, Bue-
nos Aires, 1958.
8
José María Arguedas:
El
Sexto
. Lima, Ed. Juan Mejía Baca,
1961.
9
José María Arguedas:
To-
das las sangres
. Buenos Aires, Ed.
Losada, 1964.
10
JoséMaría Arguedas:
Elzo-
rro de arriba y el zorro de abajo
.
Buenos Aires, Ed. Losada, 1971.
11
José María Arguedas:
Can-
ciones y cuentos del pueblo que-
chua
. Lima, Ed. Huascarán S.A.,
1949; “Cuentos mágico-realistas y
canciones de fiestas tradicionales.
Folklore del Valle del Mantaro. Pro-
vincias de Jauja y Concepción”, en
Folklore Americano
, Año I, N° 1,
noviembre de 1953, pp. 101-293;
Mitos, leyendas y cuentos perua-
nos
. Lima, Ministerio de Educa-
ción, 1947.
12
El padre Jorge Lira fue di-
rector del Colegio Pumacahua de
Sicuani desde 1939. En 1953 fundó
la Sociedad Peruana de Folclore; re-
copilaba música quechua. En junio
de 1956, Arguedas escribe en
El
Comercio
una enérgica crítica a la
edición que hiciera el padre Lira de
Canto de amor
, en el cual omite o
reemplaza los términos en español:
“Su amor por el pueblo quechua re-
sulta así, como en algunos indige-
nistas, contradictorio. Lo quieren tal
como está, puro; conservado ‘puro’
por consecuencia de la miseria, el
aislamiento y la servidumbre. Se es-
candalizan cuando alguien afirma
que el amor al pueblo indígena o in-
dio debe convertirse en una gestión
encaminada a que cambie su actual
situación y se convierta en un agen-
te productor, en la economía y el
arte, en igualdad de condiciones que
el hombre moderno, con posesión de
todos los instrumentos creados por el
genio humano. Recuerdo a un indi-
genista que contemplaba indignado
la Feria de Huancayo, porque ella
ya no era ‘india’ como él la había
visto hacía veinte años, sino que allí
se vendía maquinaria, catres de fie-
rro, ropa hecha de hombre, camisas,
objetos de fierro enlozado, zapatos
de fábrica, etc.”. José María Argue-
das, “El libro ‘
Canto de amor
’ y el
fanatismo indigenista”, en
El Co-
mercio
, Suplemento Dominical, 17
de junio de 1956, p. 3. El artículo
suscitó una réplica del padre Lira pu-
blicado en el mismo Suplemento
Dominical el 30 de septiembre del
mismo año, titulado “Fanatismo in-
digenista o fanatismo folklorista”.
13
Arguedas realiza numero-
sos viajes de estudio: en 1946 va a
Vicos, Ancash, en un equipo de la
Universidad de Cornell y el Institu-
to Indigenista Peruano; en 1949 par-
ticipa en una investigación realizada