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Página 24

LIBROS & ARTES

siente? Atienda. Es como si un

río subterráneo empezara su

creciente

”.

14

Todas las sangres

termina

con la esperanza de una gran

rebelión en los Andes.

La novela fue escrita casi

paralelamente con esas agi-

taciones rurales de los años

60. Pero hubo otra estrecha

vinculación deArguedas con

ellas, a través de su corres-

pondencia con Hugo Blan-

co, y el convencimiento de

que algunas de sus ideas, so-

bre todo las que estaban en

Los ríos profundos

, habían

podido encarnarse en un per-

sonaje como Hugo Blanco,

que, proviniendo del mun-

do occidental, pudo inte-

grarse al mundo andino.

15

“Y

casi hicieron estallar la pla-

za de armas con

maqtas

em-

ponchados. Pero ha de vol-

ver el día,

taytay

, y no sola-

mente con aquel que te

cuento, sino más grande.

Días más grandes llegarán; tú

has de verlos. Muy claramen-

te están anunciados” (Carta

de Hugo Blanco a José Ma-

ría Arguedas).

La presencia de Blanco,

un hombre que no ha opta-

do por el mundo académico,

por el mundo universitario,

sino que, por el contrario, ha

optado por integrarse al

mundo campesino, va a ser

bastante perturbadora en los

últimos años de la vida de

Arguedas, porque, en algu-

na medida, el derrotero de

Arguedas difería del de Blan-

co. En otras palabras, Argue-

das había ido del mundo cam-

pesino al mundo occidental.

Comenzó a escribir relatos

como

Agua

, movido no tan-

to por el afán de dirigirse al

mundo indio, sino más bien

al lado occidental del Perú y

demostrar a los intelectua-

les de Lima cómo eran ver-

daderamente los indios. Por

lo menos es lo que él dice en

más de una ocasión:

16

según

él, se animó a escribir

Agua

cuando leyó lo que decían so-

bre los indios Ventura Gar-

cía Calderón y otros escri-

tores como López Albújar.

No reconocía en esos rela-

tos a los verdaderos indios.

Comenzó a escribir en espa-

ñol cómo era verdaderamen-

te el mundo indígena, y a

publicar en Lima para un pú-

blico limeño. Entonces co-

noce a algunos de esos po-

tenciales lectores. Son los

intelectuales limeños con

quienes comienza a vincular-

se.

Arguedas no se limita a

ser el narrador del mundo in-

dígena, sino que querrá con-

vertirse en el etnólogo y el

antropólogo de ese mundo,

para lo que iniciará una ca-

rrera universitaria, hará una

tesis –

Las comunidades de Es-

paña y del Perú

–, sacará un

título y querrá ser profesor

universitario. Ser reconoci-

do en el mundo intelectual.

En alguna medida, un derro-

tero diferente del de Blan-

co, que más bien deja el

mundo universitario –él ha-

bía hecho estudios enArgen-

tina– para comenzar a tra-

bajar con los lustrabotas del

Cusco y después con los

arrendires y subarrendires

del Valle de La Convención.

El derrotero diferente de

Blanco va a ejercer una pre-

sión psicológica bastante

fuerte en los años finales de

Arguedas.

***

La segunda conexión en-

tre Arguedas, su obra y la so-

ciedad peruana, que ha sido

subrayada por el propio Ar-

guedas y después por los crí-

ticos literarios, en especial

por Cornejo Polar,

17

es la que

permite vincular la evolu-

ción de la obra de Arguedas

con los cambios que experi-

mentan la economía y la so-

ciedad peruanas de este si-

glo.

Su obra cambia de esce-

nario desde un pequeño pue-

blo de distrito hacia una ca-

pital de provincia. El esce-

nario de pueblito de distrito

es

Agua

, el de la capital de

provincia es

Yawar fiesta

. De

ahí a una capital de departa-

mento, el Abancay de

Los

ríos profundos

, para finalmen-

te tener como escenario a

todo el Perú en

Todas las san-

gres

. En esta última novela

el escenario va de la sierra a

Lima, de las clases popula-

res a las clases altas.

Lo que observa Cornejo

Polar es una paulatina am-

pliación del escenario de las

novelas de Arguedas y tam-

bién una paulatina amplia-

ción de los personajes. De ser

solo indios y gamonales al

principio, acaban siendo in-

dios, terratenientes, grandes

oligarcas, industriales, etc.

En la obra de Arguedas

hay un cierto traslado de la

sierra hacia la costa. El pri-

mer paso hacia la costa fue

el mundo carcelario de

El

Sexto

, y después va a ser el

puerto anchovetero de

Chimbote en

El zorro de arri-

ba y el zorro de abajo

. Parece-

ría que la obra sigue así, de

manera paralela, el itinera-

rio de la expansión del mer-

cado interno, y lo hace en

sentido inverso, siguiendo la

incorporación de la gente al

mercado. Se podría estable-

cer un paralelismo entre la

expansión de la red vial, el

crecimiento de la agricultu-

ra comercial, la intensifica-

ción de los flujos del inter-

cambio y de los flujos mo-

netarios y comerciales con el

desarrollo de la obra de Ar-

guedas.

Sería pues el itinerario

que va del pequeño pueblito

al país. Ciertamente, si no

hubieran existido estos pro-

cesos de expansión del mer-

cado interno, y el desarrollo

de las comunicaciones entre

unos y otros lugares, proba-

blemente no hubiera existi-

do un abogado como el pa-

dre de Arguedas, viajando de

un lugar a otro. Sin amplia-

ción del mercado y un con-

junto de otras modificacio-

nes de la sociedad peruana,

probablemente un niño pro-

vinciano no hubiera ido a es-

tudiar al colegio de Ica o de

Huancayo, ni después a la

Universidad de SanMarcos.

La obra de Arguedas

muestra estos cambios y pro-

porciona un testimonio pri-

vilegiado para abordar este

proceso universal que es el

desarrollo del capitalismo.

Pero desde la forma de cómo

es vivido por seres humanos

de carne y hueso. Y, sobre

todo, desde la forma cómo

este proceso es visualizado

por un escritor con la parti-

cular sensibilidad de Argue-

das.

***

Hay una tercera instan-

cia que, me parece, engloba

a las anteriores y que roza

con problemas de mayor en-

vergadura. El siglo XX no es

solo el siglo de expansión del

capitalismo en la sierra y en

las áreas rurales del país. Es

también el siglo en el que se

vuelve a repetir el encuen-

tro del siglo XVI entre el

mundo andino y el mundo

occidental, en condiciones a

veces no tan alarmantes. Sin

la despoblación del siglo

XVI, pero con costos socia-

les muy altos: hambrunas y

desarraigo. Sobre todo con

una ofensiva de la cultura

John V. Murra (Odesa, Ucrania, 1916-Ithaca , Nueva York, Estados Unidos, 2006), uno de los grandes

amigos de Arguedas.

por la UNMSM en Tupe, como

alumno del Instituto de Etnología;

en 1952 viaja a Jauja y Concepción,

donde recopila cuentos que serían pu-

blicados bajo el título

“Cuentos má-

gico-realistas y canciones de fies-

tas tradicionales”

(véase la nota

11); en 1954 viaja a Ayacucho, y

luego a Huancayo para realizar el

Estudio etnográfico de la feria de

Huancayo, que se publicará en

1957. Nombrado en 1947 “Con-

servador general del Folclore” del

Ministerio de Educación realiza la

Primera Encuesta Nacional Magis-

terial de Folclore, que da lugar a la

publicación de

Mitos, cuentos y le-

yendas peruanos

(selección y notas

de J. M. Arguedas y Francisco Iz-

quierdo Ríos); entre 1948 y 1952

conforma el Archivo de Folclore con

más de 30,000 informaciones etno-

gráficas y de casi 300 grabaciones de

música folclórica. En la décadas de

1940 y 1950 publica una serie de

trabajos etnográficos, como “En de-

fensa del folklore americano” (

La

Prensa

, 1944),

Canciones y can-

tos del pueblo quechua

(1949),

editando además el primer número

de la revista

Folclore Americano

(1953).

14

José María Arguedas,

Obras completas

, tomo IV, Lima.

Ed. Horizonte, 1983, p. 456.

15

“Tú sabes y por eso apostro-

fas, clamas desde la cárcel, aconse-

jas, creces. Como en el corazón de

los runas que me cuidaron cuando

era niño, que me criaron, hay odio y

fuego en ti contra los gamonales de

toda laya; y para los que sufren, para

los que no tienen casa ni tierra, los

wakchas,

tienes pecho de calandria;

y como el agua de algunos manan-

tiales muy puros, amor que fortalece

hasta regocijar los cielos”. (Carta de

J. M. Arguedas a Hugo Blanco).

Arguedas y Hugo Blanco se escri-

bieron en quechua, en 1969. La cita

ha sido tomada de la traducción que

el propio Arguedas hiciera de las car-

tas.

16

“Yo comencé a escribir

cuando leí las primeras narraciones

sobre los indios, los describían de una

manera tan falsa escritores a quie-

nes yo respeto, de quienes he recibi-

do lecciones, como López Albújar,

como Ventura García Calderón (...)

En estos relatos estaba tan desfigura-

do el indio y tan meloso y tonto el

paisaje o tan extraño que dije: ‘No,

yo lo tengo que escribir tal cual es,

porque yo lo he gozado, yo lo he su-

frido’, y escribí esos primeros relatos

que se publicaron en el pequeño li-

bro que se llama

Agua

”. José María

Arguedas,

Primer encuentro de

narradores peruanos

, pp. 40-41.

17

Alfonso Calderón: “José

María Arguedas, Los rostros del

Perú”,en

Ercilla

,Santiago, 22-28de

enero de 1969, pp. 50-52.; Antonio

Cornejo Polar:

Los universos narra-

tivos de José María Arguedas

. Bue-

nos Aires, Losada, 1973.