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LIBROS & ARTES
siente? Atienda. Es como si un
río subterráneo empezara su
creciente
”.
14
Todas las sangres
termina
con la esperanza de una gran
rebelión en los Andes.
La novela fue escrita casi
paralelamente con esas agi-
taciones rurales de los años
60. Pero hubo otra estrecha
vinculación deArguedas con
ellas, a través de su corres-
pondencia con Hugo Blan-
co, y el convencimiento de
que algunas de sus ideas, so-
bre todo las que estaban en
Los ríos profundos
, habían
podido encarnarse en un per-
sonaje como Hugo Blanco,
que, proviniendo del mun-
do occidental, pudo inte-
grarse al mundo andino.
15
“Y
casi hicieron estallar la pla-
za de armas con
maqtas
em-
ponchados. Pero ha de vol-
ver el día,
taytay
, y no sola-
mente con aquel que te
cuento, sino más grande.
Días más grandes llegarán; tú
has de verlos. Muy claramen-
te están anunciados” (Carta
de Hugo Blanco a José Ma-
ría Arguedas).
La presencia de Blanco,
un hombre que no ha opta-
do por el mundo académico,
por el mundo universitario,
sino que, por el contrario, ha
optado por integrarse al
mundo campesino, va a ser
bastante perturbadora en los
últimos años de la vida de
Arguedas, porque, en algu-
na medida, el derrotero de
Arguedas difería del de Blan-
co. En otras palabras, Argue-
das había ido del mundo cam-
pesino al mundo occidental.
Comenzó a escribir relatos
como
Agua
, movido no tan-
to por el afán de dirigirse al
mundo indio, sino más bien
al lado occidental del Perú y
demostrar a los intelectua-
les de Lima cómo eran ver-
daderamente los indios. Por
lo menos es lo que él dice en
más de una ocasión:
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según
él, se animó a escribir
Agua
cuando leyó lo que decían so-
bre los indios Ventura Gar-
cía Calderón y otros escri-
tores como López Albújar.
No reconocía en esos rela-
tos a los verdaderos indios.
Comenzó a escribir en espa-
ñol cómo era verdaderamen-
te el mundo indígena, y a
publicar en Lima para un pú-
blico limeño. Entonces co-
noce a algunos de esos po-
tenciales lectores. Son los
intelectuales limeños con
quienes comienza a vincular-
se.
Arguedas no se limita a
ser el narrador del mundo in-
dígena, sino que querrá con-
vertirse en el etnólogo y el
antropólogo de ese mundo,
para lo que iniciará una ca-
rrera universitaria, hará una
tesis –
Las comunidades de Es-
paña y del Perú
–, sacará un
título y querrá ser profesor
universitario. Ser reconoci-
do en el mundo intelectual.
En alguna medida, un derro-
tero diferente del de Blan-
co, que más bien deja el
mundo universitario –él ha-
bía hecho estudios enArgen-
tina– para comenzar a tra-
bajar con los lustrabotas del
Cusco y después con los
arrendires y subarrendires
del Valle de La Convención.
El derrotero diferente de
Blanco va a ejercer una pre-
sión psicológica bastante
fuerte en los años finales de
Arguedas.
***
La segunda conexión en-
tre Arguedas, su obra y la so-
ciedad peruana, que ha sido
subrayada por el propio Ar-
guedas y después por los crí-
ticos literarios, en especial
por Cornejo Polar,
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es la que
permite vincular la evolu-
ción de la obra de Arguedas
con los cambios que experi-
mentan la economía y la so-
ciedad peruanas de este si-
glo.
Su obra cambia de esce-
nario desde un pequeño pue-
blo de distrito hacia una ca-
pital de provincia. El esce-
nario de pueblito de distrito
es
Agua
, el de la capital de
provincia es
Yawar fiesta
. De
ahí a una capital de departa-
mento, el Abancay de
Los
ríos profundos
, para finalmen-
te tener como escenario a
todo el Perú en
Todas las san-
gres
. En esta última novela
el escenario va de la sierra a
Lima, de las clases popula-
res a las clases altas.
Lo que observa Cornejo
Polar es una paulatina am-
pliación del escenario de las
novelas de Arguedas y tam-
bién una paulatina amplia-
ción de los personajes. De ser
solo indios y gamonales al
principio, acaban siendo in-
dios, terratenientes, grandes
oligarcas, industriales, etc.
En la obra de Arguedas
hay un cierto traslado de la
sierra hacia la costa. El pri-
mer paso hacia la costa fue
el mundo carcelario de
El
Sexto
, y después va a ser el
puerto anchovetero de
Chimbote en
El zorro de arri-
ba y el zorro de abajo
. Parece-
ría que la obra sigue así, de
manera paralela, el itinera-
rio de la expansión del mer-
cado interno, y lo hace en
sentido inverso, siguiendo la
incorporación de la gente al
mercado. Se podría estable-
cer un paralelismo entre la
expansión de la red vial, el
crecimiento de la agricultu-
ra comercial, la intensifica-
ción de los flujos del inter-
cambio y de los flujos mo-
netarios y comerciales con el
desarrollo de la obra de Ar-
guedas.
Sería pues el itinerario
que va del pequeño pueblito
al país. Ciertamente, si no
hubieran existido estos pro-
cesos de expansión del mer-
cado interno, y el desarrollo
de las comunicaciones entre
unos y otros lugares, proba-
blemente no hubiera existi-
do un abogado como el pa-
dre de Arguedas, viajando de
un lugar a otro. Sin amplia-
ción del mercado y un con-
junto de otras modificacio-
nes de la sociedad peruana,
probablemente un niño pro-
vinciano no hubiera ido a es-
tudiar al colegio de Ica o de
Huancayo, ni después a la
Universidad de SanMarcos.
La obra de Arguedas
muestra estos cambios y pro-
porciona un testimonio pri-
vilegiado para abordar este
proceso universal que es el
desarrollo del capitalismo.
Pero desde la forma de cómo
es vivido por seres humanos
de carne y hueso. Y, sobre
todo, desde la forma cómo
este proceso es visualizado
por un escritor con la parti-
cular sensibilidad de Argue-
das.
***
Hay una tercera instan-
cia que, me parece, engloba
a las anteriores y que roza
con problemas de mayor en-
vergadura. El siglo XX no es
solo el siglo de expansión del
capitalismo en la sierra y en
las áreas rurales del país. Es
también el siglo en el que se
vuelve a repetir el encuen-
tro del siglo XVI entre el
mundo andino y el mundo
occidental, en condiciones a
veces no tan alarmantes. Sin
la despoblación del siglo
XVI, pero con costos socia-
les muy altos: hambrunas y
desarraigo. Sobre todo con
una ofensiva de la cultura
John V. Murra (Odesa, Ucrania, 1916-Ithaca , Nueva York, Estados Unidos, 2006), uno de los grandes
amigos de Arguedas.
por la UNMSM en Tupe, como
alumno del Instituto de Etnología;
en 1952 viaja a Jauja y Concepción,
donde recopila cuentos que serían pu-
blicados bajo el título
“Cuentos má-
gico-realistas y canciones de fies-
tas tradicionales”
(véase la nota
11); en 1954 viaja a Ayacucho, y
luego a Huancayo para realizar el
Estudio etnográfico de la feria de
Huancayo, que se publicará en
1957. Nombrado en 1947 “Con-
servador general del Folclore” del
Ministerio de Educación realiza la
Primera Encuesta Nacional Magis-
terial de Folclore, que da lugar a la
publicación de
Mitos, cuentos y le-
yendas peruanos
(selección y notas
de J. M. Arguedas y Francisco Iz-
quierdo Ríos); entre 1948 y 1952
conforma el Archivo de Folclore con
más de 30,000 informaciones etno-
gráficas y de casi 300 grabaciones de
música folclórica. En la décadas de
1940 y 1950 publica una serie de
trabajos etnográficos, como “En de-
fensa del folklore americano” (
La
Prensa
, 1944),
Canciones y can-
tos del pueblo quechua
(1949),
editando además el primer número
de la revista
Folclore Americano
(1953).
14
José María Arguedas,
Obras completas
, tomo IV, Lima.
Ed. Horizonte, 1983, p. 456.
15
“Tú sabes y por eso apostro-
fas, clamas desde la cárcel, aconse-
jas, creces. Como en el corazón de
los runas que me cuidaron cuando
era niño, que me criaron, hay odio y
fuego en ti contra los gamonales de
toda laya; y para los que sufren, para
los que no tienen casa ni tierra, los
wakchas,
tienes pecho de calandria;
y como el agua de algunos manan-
tiales muy puros, amor que fortalece
hasta regocijar los cielos”. (Carta de
J. M. Arguedas a Hugo Blanco).
Arguedas y Hugo Blanco se escri-
bieron en quechua, en 1969. La cita
ha sido tomada de la traducción que
el propio Arguedas hiciera de las car-
tas.
16
“Yo comencé a escribir
cuando leí las primeras narraciones
sobre los indios, los describían de una
manera tan falsa escritores a quie-
nes yo respeto, de quienes he recibi-
do lecciones, como López Albújar,
como Ventura García Calderón (...)
En estos relatos estaba tan desfigura-
do el indio y tan meloso y tonto el
paisaje o tan extraño que dije: ‘No,
yo lo tengo que escribir tal cual es,
porque yo lo he gozado, yo lo he su-
frido’, y escribí esos primeros relatos
que se publicaron en el pequeño li-
bro que se llama
Agua
”. José María
Arguedas,
Primer encuentro de
narradores peruanos
, pp. 40-41.
17
Alfonso Calderón: “José
María Arguedas, Los rostros del
Perú”,en
Ercilla
,Santiago, 22-28de
enero de 1969, pp. 50-52.; Antonio
Cornejo Polar:
Los universos narra-
tivos de José María Arguedas
. Bue-
nos Aires, Losada, 1973.