LIBROS & ARTES
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y del mercado, la apari-
ción de la escuela, la cre-
ciente alfabetización, el
retroceso del quechua,
una nueva relación entre
la ciudad y el campo, el
proceso de urbanización,
las migraciones del campo
a las ciudades, etc.
Una cuarta dimensión
es la utopía andina. Bus-
cando una respuesta a este
complejo problema, Flores
Galindo analizó el indige-
nismo y los indigenistas
concentrando su atención
en la obra antropológica y
literaria de Arguedas. En
realidad, Flores Galindo
superó las diversas versio-
nes del indigenismo y su
carácter inorgánico me-
diante los imaginativos
planteamientos de la uto-
pía andina, apoyándose en
la obra de Arguedas. Ella
expresa el movimiento de
la sociedad andina misma
y permite dejar de lado la
visión inorgánica y susti-
tutiva de los intelectuales
de las clases medias. La
utopía andina consiste, se-
gún Flores Galindo, en el
conjunto de mitos, leyen-
das, creencias, sueños, fes-
tividades y formas religio-
sas que, apelando al pasa-
do y al retorno del impe-
rio incaico, orienta, da
sentido e impulsa la ac-
ción colectiva del mundo
andino derrotado por la
Conquista y oprimido y
explotado por la Colonia
y la República. Gracias a
la utopía andina, el frag-
mentado mundo indígena
actual puede recomponer
su identidad y constituirse
como sujeto de acción co-
lectiva. Los diversos com-
ponentes de la utopía andi-
na van cambiando con la
historia. Unos mitos se ex-
tinguen, otros mantienen su
vigencia. Se pueden debili-
tar algunas creencias y le-
yendas en la memoria co-
lectiva, pero ciertas formas
religiosas mantienen encen-
dida la llama de la fe.
El mundo andino tam-
poco permanece inmóvil.
La dominación y el con-
flicto lo han transformado
a lo largo de la historia co-
lonial y republicana. Lo
que caracteriza actual-
mente al mundo andino es
la fragmentación. Apelan-
do a los elementos de la
utopía andina, ese mundo
fragmentado puede cons-
tituirse como sujeto colec-
tivo con una determinada
identidad cultural: “La
utopía andina son los pro-
yectos (en plural) que pre-
tendían enfrentar esta rea-
lidad. Intentos de navegar
contra la corriente para
doblegar tanto a la depen-
dencia como a la fragmen-
tación. Buscar una alter-
nativa entre la memoria y
lo imaginario: la vuelta de
la sociedad incaica y el re-
greso del Inca. Encontrar
en la reedificación del pa-
sado, la solución a los pro-
blemas de identidad”
(Flores Galindo, 1986:
14). Flores Galindo soste-
nía que la utopía andina
desborda los Andes para
instalarse en la cultura po-
pular del Perú. Una expre-
sión de ese desborde sería
la valoración positiva que
los escolares de la educa-
ción secundaria prove-
nientes de las diversas cla-
ses sociales tienen del Im-
perio Incaico. Esta valora-
ción positiva del Imperio
Incaico y de la justicia y
la armonía que, según los
escolares encuestados, lo
caracterizaban es, sin em-
bargo, como el mismo Flo-
res-Galindo lo reconoce,
una forma de negar el pre-
sente más que un deseo de
volver al pasado.
Una quinta dimensión
es el porvenir de la socie-
dad andina. Flores Galin-
do se pregunta con Argue-
das: “¿Está condenada a
desaparecer? ¿A asimilar-
se al mundo occidental? o,
por el contrario, ¿puede
incorporar algunos de sus
elementos y convivir con
él? ¿Son absolutamente
antagónicos cultura andi-
na y mundo occidental?”.
Estas interrogantes no sólo
expresaban un frío proble-
ma intelectual sino tam-
bién una desgarradora an-
gustia que tocaba la vida
de Arguedas y la de miles
de personas.
El zorro de
arriba y el zorro de abajo
es
el escenario intelectual en
el que se encuentran Ar-
guedas novelista y Argue-
das antropólogo para bus-
car algunas respuestas a
esas preguntas angustian-
tes. Esa búsqueda vital
concluyó en el suicidio.
Llamado a algunos doctores
(Fragmento)
A Carlos Cueto Fernandini y John V. Murra.
icen que ya no sabemos nada, que somos el atraso,
que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor.
Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los
tiempos, que está lleno de temores, de lágrimas, como
el de la calandria, como el de un toro grande al que se
degüella; que por eso es impertinente;
Dicen que algunos doctores afirman eso de nosotros;
doctores que se reproducen en nuestra misma tierra, que
aquí engordan o que se vuelven amarillos.
Que estén hablando, pues; que estén cotorreando si
eso les gusta.
¿De qué están hechos mis sesos? ¿De qué está hecha
la carne de mi corazón?
Los ríos corren bramando en la profundidad.
El oro y la noche, la plata y la noche temible forman
las rocas, las paredes de los abismos en que el río suena;
de esa roca están hechos mi mente, mi corazón, mis de-
dos.
¿Qué hay a la orilla de esos ríos que tú no conoces,
doctor?
Saca tu largavista, tus mejores anteojos. Mira, si pue-
des. Quinientas flores de papas distintas crecen en los
balcones de los abismos que tus ojos no alcanzan, sobre
la tierra en que la noche y el oro, la plata y el día se
mezclan. Esas quinientas flores son mis sesos, mi carne.
¿Por qué se ha detenido un instante el sol, por qué ha
desaparecido la sombra en todas partes, doctor?
Pon en marcha tu helicóptero y sube aquí, si puedes.
Las plumas de los cóndores, de los pequeños pájaros
se han convertido en arco iris y alumbran.
Las cien flores de la quinua que sembré en las cum-
bres hierven al sol en colores; en flor se han convertido
la negra ala del cóndor y de las aves pequeñas.
Es el mediodía; estoy junto a las montañas sagradas;
la gran nieve con lampos amarillos, con manchas roji-
zas, lanza su luz a los cielos.
En esta fría tierra siembro quinua de cien colores, de
cien clases, de semilla poderosa. Los cien colores son
también mi alma, mis infatigables ojos.
Yo, aleteando amor, sacaré de tus sesos las piedras
idiotas que te han hundido.
El sonido de los precipicios que nadie alcanza, la luz
de la nieve rojiza que, espantando, brilla en las cum-
bres; el jugo feliz de millares de yerbas, de millares de
raíces que piensan y saben, derramaré en tu sangre, en
la niña de tus ojos.
Marzo, 1966
José María Arguedas / Poesía
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