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Página 14

LIBROS & ARTES

n verdad, él fue va-

liente al desafiar la

propia literatura indige-

nista y neoindigenista, y

desafiar asimismo la hege-

monía castellana y crear,

no diré ‘injertos’ ni ‘híbri-

dos’ porque suenan mal,

sino puentes efectivos de

comunicación entre el

castellano y el quechua,

por canales más profundos

que los de Ciro Alegría o

Enrique López Albújar.

Al César lo que es del

César.

Los llamados

Cuentos

olvidados

, recogidos por

Rouillon, aparecieron en

revistas y periódicos de

Lima y el Callao en 1934

y 1935. Como novedades

principales ofrecen la hu-

mildad, quizá la ingenui-

dad narrativa y la discu-

sión, dentro de sí mismos,

de los componentes inter-

nos y externos de la narra-

ción, preguntándose el

lector cuáles eran los más

importantes.

De los cinco textos, los

tres primeros se dedican

exclusivamente a describir

la vida y costumbres de los

comuneros, esto es, de los

miembros de las comuni-

dades indígenas que él co-

noció de niño, entre ellas

las de Ak’ola, de Utej

Pampa y de K’ellk’atay

Pampa. Hasta en los títu-

los sobresalen ellas; para el

Arguedas inicial, pues, no

es importante el persona-

je individual, ni sus retra-

tos o las pinturas del pai-

saje, sino el grupo mismo,

la comunidad y sus inevi-

tables problemas de injus-

ticia y desigualdad frente

al “principal”, al mandón,

y esos primeros textos bre-

ves acaban siempre en un

choque dramático y san-

griento en que los comu-

neros son vencidos. Solo

muy contadas veces le in-

teresa describir de paso a

un personaje, pues para él

todos son iguales, y están

unidos por el afecto que les

tiene el narrador y cuya

desgracia común lamenta

con su obra. Solo en el se-

gundo texto, consagrado a

los comuneros de Utej

Pampa hay un esbozo de

protagonista

, de animador

de la acción:

Don Victo era alto; en

todo el distrito ningún

hombre era de su tama-

ño, tenía espaldas an-

chas y un pecho redon-

do y carnoso; su cara

estaba picada por la

viruela y era llena y

grande, nariz de killin-

cho, y bajo su frente

angosta, ardían sus dos

ojos pequeñitos y bri-

llantes. Don Victo ha-

bía llegado hasta sar-

gento en el Ejército,

sabía leer y escribir y

dice, una vez, le pateó

a un oficial porque qui-

so abusar de un solda-

do utejino; le flajela-

ron, primero, le metie-

ron a la cárcel y des-

pués lo botaron.

2

Como se ve, la prosa es

muy sencilla, coloquial, las

frases no se adornan; pa-

rece que contara un niño

y hasta se desliza un error

ortográfico: “flajelaron”

con jota.

No obstante esas armas

ingenuas y aun pedestres,

en el cuarto texto, “El ven-

gativo”,

3

el incipiente es-

tilo, contando ahora las

relaciones de una joven

blanca con dos adolescen-

tes, uno misti, y otro in-

dio, se vale inclusive de

una carta que se ofrece

íntegra al lector, y en ella

se encrespa el lenguaje, en

una súbita ola de celos, de

resentimiento, de prejui-

cios sociales y raciales, y

finalmente de furia, ho-

rror, asesinato y arrepen-

timiento, envuelta esta

última en la complicidad

de la amistad entre dos

culpables, por encima de

la ley.

Este relato indica una

clara lectura de Dostoie-

vski, pues la fuerza de las

pasiones del joven celoso

FICCIÓN: ESTILO Y ESTRUCTURA

Propongo a los lectores efectuar un viaje de 1934 en adelante, a fin de analizar

a grandes rasgos la evolución del estilo y de la estructura en las narraciones de Arguedas,

cuya carrera se inicia de modo muy humilde en relatos que difícilmente podemos llamar cuentos,

como son los recogidos por José Luis Rouillon.

1

Sin embargo, de ese Arguedas dudoso y primerizo va a

surgir gradualmente despierto un valioso escritor, a quien conoció y saludó mi generación de narradores

de los años 50, a los cuales él nos llamaba, en broma, “ustedes los técnicos” (por nuestra dedicación a

Joyce, a Faulkner, a Hemingway, a Borges, etc.), para acabar él mismo, en su madurez, experimentando

con el tema, el estilo, el orden temporal, la atmósfera, los personajes y el remate, y hallando, por lo

demás, un camino propio, no solo literario sino también cultural, válido para todo el país.

Carlos Eduardo Zavaleta

E

1

José Luis Rouillon, Presentación

y Notas críticas a la obra de José María

Arguedas, en

Cuentos olvidados

,

por J.M.A. (Lima, Ediciones Imáge-

nes y Letras, 1973), 138 pp. Las cin-

co narraciones recogidas por J.L.R.,

son las siguientes: “Los comuneros de

Ak’ola”, “Los comuneros de Utej

Pampa”, “K’ellk’acay Pampa”, “El

vengativo” y “El cargador”.

2

Op. cit., p. 25.

3

Op. cit. p. 35-52.