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LIBROS & ARTES
co en este episodio cuya
base es un relato de tras-
gresión social: existe un
orden desigual, el joven
Rendón Willka lo quiebra
al ingresar a la escuela, fi-
nalmente, él es sanciona-
do por la trasgresión. Lo
maravilloso se instala en la
dialéctica de la excepcio-
nalidad y la compasión. A
pesar de su anomalía, el
héroe nunca está solo y
siempre logra una comu-
nicación difícil y conflic-
tiva con los otros persona-
jes. Ya sea a través de las
monedas que regala a los
más pequeños o por la
amistad surgida con algu-
no de ellos, Rendón Will-
ka logra trascender su po-
sición de monstruo abyec-
to y llega a ser percibido
como un semejante, como
persona incluso por el
adolescente que cumple
la función de antagonista
y que es responsable del
atroz castigo.
En la obra de Argue-
das, la pregunta por la con-
dición humana de todo
gran relato adquiere la for-
ma de una indagación por
los límites de la humani-
dad. Recuérdese el grito
doloroso del Kutu, “endio
no puede” en “Warma
Kuyay”; o la pregunta re-
tórica del patrón en “El
sueño del pongo”: “¿Eres
gente u otra cosa?”. En la
escena de los latigazos con-
tra el indio que desea
apropiarse de los signos de
la lectura y la escritura,
vuelve a reaparecer la pre-
gunta mediante la sorpre-
sa del hacendado pobre
Pancorvo: “Se ha ido tran-
quilo. Es como si la sangre
no fuera sangre para ellos”
(66). El indio, el otro, la
no-gente, ellos, son signi-
ficantes diferentes para el
mismo significado.
Por otro lado, la uni-
versalidad de Rendón
Willka radica en que ac-
túa como un sujeto moder-
no, es decir, que emplea
la razón instrumental,
pero sin abandonar su
memoria local y sus ex-
pectativas modeladas des-
de el mundo andino. Él
quiebra la cárcel de la
identidad aislada, trascien-
de su carácter de indio sin
perder el arraigo cultural
y proyecta un modelo de
orden social y de nueva
humanidad basados en las
estructuras y la cosmovi-
sión andinas.
LA IMAGINACIÓN
MELODRAMÁTICA
William Rowe sostiene
que el “yawar mayu” (río
de sangre) es la oleada de
pasión que rompe los lími-
tes, el desencadenamien-
to de fuerzas sociales que
desbordan como un huay-
co los límites y cauces tra-
dicionales de la sociedad
(92). Esa pulsión por des-
truir las formas que con-
tienen y encarrilan ha
merecido innumerables
lecturas políticas con én-
fasis en los años convulsos
en que se escribió la obra
y en los mundos que se
desintegran en el mundo
representado. Sin embar-
go, también podemos pro-
yectar esta pulsión a la for-
ma misma de la novela
regida por un plus pasio-
nal que invade la estruc-
tura, la figura del narrador
y la configuración de los
personajes.
Todas las sangres
posee
elementos propios de una
novela de folletín melodra-
mática: pequeñas unidades
de composición que se ar-
ticulan como secuencias
acumulativas, personajes
de intensas pasiones que
encarnan figuras simbóli-
cas, órdenes morales con-
trapuestos, microintrigas
que forman una trama cuyo
deleite no está en la suma
total sino en el consumo de
la tensión y la satisfacción
de la expectativa una y
otra vez, la presentación
del antiguo conflicto del
Bien contra el Mal y suce-
sivas anágnorisis (recono-
cimientos), quizá el más
importante el de Rendón
Willka por Bruno. La ima-
ginación melodramática
oscila entre la piedra (sím-
bolo de la identidad per-
durable) y la paloma (sím-
bolo del movimiento his-
tórico) y nos ofrece una
narración anacrónica de
nuestra modernidad, una
versión derrotada históri-
camente, pero victoriosa
en el imaginario colectivo
de los subalternos.
En la configuración del
personaje Rendón Willka
hay diversos elementos
discursivos que lo con-
vierten en un sujeto que
vive con una intensidad
pasional tal que impide su
plena decodificación por
sus interlocutores. Así es
percibido por los otros
personajes: “A ese Ren-
dón le sale como candela
del corazón, cuando ha-
bla. En todo acierta con
su quechua” (111). Matil-
de también se extraña
ante él y exclama: “¿Es un
indio? Demasiado galan-
te y demasiado sabio”
(101). Por otro lado, Bru-
no, “gran señor de pon-
cho, azote y revólver”,
quien se encuentra “más
cerca de los indios que de
la civilización”, es otro
personaje que desde el
pecado y la culpa, la
sexualidad y la religiosi-
dad se presenta siempre
en los límites del accionar
humano. La casta Asunta
termina de asesina, el
pueblo se incendia, la
muerte del viejo wiraco-
cha… los elementos me-
lodramáticos son inter-
minables en esta novela.
Un narrador que quie-
re imponer significados
mediante el diálogo al sen-
tir y actuar de los perso-
najes y que busca excesi-
vamente controlar los sen-
tidos de la lectura consti-
tuye también una prueba
más del carácter melodra-
mático de esta novela. Las
relaciones semánticas de
oposición o complemen-
tariedad abundan, pero no
son suficientes para deco-
dificar toda la historia ni
la densidad del mundo re-
presentado.
En una sociedad cada
vez más secularizada, el
imperio del melodrama
cumple funciones de co-
hesión y mediación entre
los individuos/lectores y el
orden moral de la comu-
nidad.
Todas las sangres
es
una novela que todavía
nos interpela porque en su
maniquea, pero hirviente
visión del mundo, todos
los lectores tienen una pá-
gina que narra la historia
que habita en cada uno de
nosotros.
BIBLIOGRAFÍA
ARGUEDAS, José María.
Todas las sangres. Obra
completa
. Tomo IV.
Lima, Editorial Hori-
zonte, 1983.
CARPENTIER, Alejo.
El
reino de este mundo
.
1949. Buenos Aires,
Librería del Colegio,
1975.
ROWE, William.
Ensayos
arguedianos
. Lima, SUR,
1996.
“En la obra de Arguedas, la pregunta por la condición humana de todo gran relato adquiere la forma de una
indagación por los límites de la humanidad”.
Fotografía: Juan Mendoza.