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Página 4

LIBROS & ARTES

una forma de resolución

en el último.

El proceso está abierto

a la modulación de los te-

mas. En el caso de

Agua

,

una de las áreas conflicti-

vas es el ‘drama del indi-

viduo’; esto es, la crisis

identitaria del sujeto, el

adolescente que pugna

por ubicarse en el mundo,

como tema fundamental

que se manifiesta en dis-

tintos motivos –orfandad,

ansia de comunidad, limi-

nalidad, etc.–. La otra área

consiste en la representa-

ción del ‘drama social’. El

mundo de

Agua

, para ex-

presarlo en términos de

Peter Brooks, es como el

punto de intersección y

lucha de fuerzas éticas pri-

marias. Se trata de la cri-

sis de una sociedad frag-

mentada, tema cuyos mo-

tivos fundamentales son la

amenaza de violencia co-

mo resultado de las ten-

siones internas, la explo-

sión de violencia que

amenaza al conjunto de la

colectividad, la búsqueda

de mecanismos de resolu-

ción. Contra lo que se su-

giere en la mayor parte de

las interpretaciones, el

tema dominante en la tri-

logía de

Agua

es el drama

del sujeto: la opción por

el narrador-protagonista

define el tono. Comenta-

ré sobre la importancia y

necesidad de este hecho

más adelante. Primero,

brevemente, sin compli-

carnos con exceso de de-

talle, vamos a ver cómo

funciona el modelo.

“Agua” constituye la

‘exposición’. A través de

la mirada del narrador

asistimos a la escena que

se construye implacable-

mente. En la plaza se van

reuniendo los miembros

de la sociedad fragmenta-

da de San Juan, en espera

del reparto de agua. Con

intensidad creciente se

prepara el momento de la

confrontación entre los

representantes de los po-

los que tensan la estructu-

ra social de ese mundo.

Domina, al inicio, la re-

presentación del drama

social. “Todo está prepa-

rado para el sacrificio”,

como dice el poema “Me-

diodía” de Blanca Varela,

que fascinaba a Arguedas:

“Ni una hora de paz en

este inmenso día/La luz

crudelísima devora su ra-

ción”. De un lado, Panta-

cha, el indio reintegrado y

rebelde, con el cual se

identifica y al cual le

entrega su adhesión el na-

rrador-protagonista; del

otro lado, don Braulio, el

principal, terrateniente an-

tiguo, cuyo comporta-

miento díscolo, irracional,

ha puesto al mundo de San

Juan al borde de la destruc-

ción. El encuentro desem-

boca en el asesinato/ejecu-

ción del líder indio.

El asunto del conflicto

por el agua y la ejecución

del líder rebelde conectan

al texto de “Agua” con el

de “Los comuneros de

Ak’ola”; las referencias a

la comunidad de Utek’pam-

pa (dentro y hacia el final

del relato) lo conectan con

otro ‘cuento olvidado’,

“Los comuneros de Utej

Pampa”. Sin embargo,

mientras la figura de

Utek’ampa como horizon-

te alternativo se sostiene

en “Agua”, la ejecución

del líder rebelde ha sido

estilizada, dando paso a

un escena casi ritual, sacri-

ficial, como he sugerido,

desgajada del asunto de la

violencia de indio contra

indio que estalla en “Los

comuneros de Ak’ola”

pero se mantiene solo co-

mo amenaza, como ten-

sión, en “Agua”.

Pero no solo se propo-

nen los temas principales,

sino que se los enlaza di-

námicamente. Del silen-

cio que se forma ante el ca-

dáver de Pantacha emer-

ge la figura del narrador

que se transforma de tes-

tigo participante en prota-

gonista al retomar el acto

rebelde de agresión contra

el principal. Esta transfor-

mación marca la modula-

ción de los temas funda-

mentales. A partir de este

momento entra el sujeto a

ocupar el centro. Conclu-

ye la exposición con una

pequeña coda –que no es

completamente resoluti-

va– en la que famosamen-

te se articulan dos pode-

rosos motivos. Uno es el

de la “rabia” contra los

principales, un odio laten-

te que se agranda o que se

expresa como secuela de

la violencia social. Pero

aquí se presenta como des-

carga del sujeto, del pro-

tagonista, como un senti-

miento que lo conecta,

que lo hace indio. El otro

motivo es el del deseo de

“entroparse” con los co-

muneros (de Utek’pam-

pa,) que se manifiesta

como esfuerzo por darle

salida a la crisis del prota-

gonista, al ansia de comu-

nidad. Este motivo es el

que cierra el movimiento.

La coda produce, enton-

ces, una rearticulación de

los temas: la organización

de los materiales del dra-

ma social en torno al dra-

ma del sujeto, lo que se-

ñala el predominio del se-

gundo sobre el primero.

Esto lo recoge el siguiente

movimiento.

“Los escoleros” le da

forma al ‘desarrollo’. Este

es un movimiento largo,

moroso, complejo en vir-

tud de que va cargado de

variaciones de los temas

principales; pero se orga-

niza en una trama simple:

el desmedido deseo pose-

sivo del gamonal se expre-

sa como violencia conti-

nua y desequilibrante en el

mundo de Ak’ola, y llega

a su clímax cuando destru-

ye el objeto que más co-

dicia pero que la resisten-

cia de los débiles no le

permite poseer. La “ejecu-

ción” de la preciada vaca

es el acto central de vio-

lencia. Frente a la mayor

cohesión narrativa de

“Agua” y “Warma kuyay”,

en “Los escoleros se em-

pieza a sentir algo así como

el impulso novelístico que

va a dominar la práctica

narrativa posterior”. Se in-

tensifica la representación

del drama del sujeto, que

hace su centro en la crisis

identitaria del protagonis-

ta: la figura del wakcha, el

niño abandonado por los

padres. El sujeto se hace

también centro del sufri-

miento: del sentimiento

de impotencia frente al

poder del principal (la

fuente del mal) y la fanta-

sía de destruirlo; del sen-

timiento de haber sido

abandonado por los dioses

(ya en San Juan no había

dios; en Ak’ola los apus

están muertos). Pero se

hace también vehículo

hacia el potencial de ese

mundo, que se ofrece en

la forma de lo que Peter

Brooks llama ‘lo moral

oculto’: la visión del mun-

do indígena como un do-

minio de valores espiritua-

les operativo, que está a la

vez indicado en la superfi-

cie de la realidad y enmas-

carado por ella.

La sección final de este

movimiento retoma as-

pectos de la coda de

“Agua”. La escena final, el

castigo de los escoleros,

incluido el narrador-prota-

gonista (¿pero cuál ha sido

su delito, la conjura o, más

bien, la fantasía de matar

al principal; insultarlo?),

los muestra como separa-

dos del resto de la socie-

dad, pero dándole forma

a una comunidad de igua-

les, neófitos en proceso de

transición, en el seno de la

celda –que se transforma

en choza ritual–. Se abre

con ello una nueva mani-

festación de la rabia/odio

como sentimiento que

hermana al narrador rein-

tegrado al mundo indio:

“Pero el odio sigue hirvien-

do con más fuerza en