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LIBROS & ARTES

Página 30

busca caracterizaciones

ontológicas a lo nacional;

comprometido con el pro-

yecto emancipador de la

ilustración y la raciona-

lización de la sociedad,

pero crítico de la razón

instrumental y de la des-

humanización del hom-

bre.

La escritura de Mariá-

tegui oscila entre el perio-

dismo (involucrado radi-

calmente con el devenir

de los vertiginosos acon-

tecimientos) y el ensayo

(formulación de modelos

de comprensión global de

la sociedad peruana). Ora

privilegie el tono optimis-

ta y la fe fundacional, ora

elija la ira encendida, sus

textos manifiestan una

prosa que funde original-

mente pasión y razón, ar-

gumentaciones lógicas

impecables combinadas

con la voluntad estilística

del deseo, temas cosmo-

politas y perspectivas lo-

cales. El arco de sus inte-

reses supera largamente la

de cualquier otro intelec-

tual del siglo XX, quizá

solo Jorge Basadre podría

equiparársele. Sin embar-

go, a Mariátegui le bastó

algo más de una década

para dejar un puñado de

textos fundacionales, mi-

entras que Basadre gozó de

una longeva y productiva

vida.

Mariátegui encarna

una figura de intelectual

que se ha convertido en

paradigma de nuestra tra-

dición cultural. El sujeto

crítico comprometido con

un proyecto político an-

clado en el futuro, el hé-

roe político que diseña

una utopía social, lucha

por ella y muere sin alcan-

zarla.

AMAUTA

: LA SOCIE-

DAD IMAGINADA

Las mejores revistas

culturales constituyen hi-

tos centrales en la forma-

ción de los procesos de

identidad de una comuni-

dad social. Una revista no

es sólo una extraordinaria

aventura colectiva, sino la

creación de un espacio

que contribuye a diseñar

una comunidad imagina-

da de lectores y de ciuda-

danos. En el Perú tenemos

una notable, aunque poco

conocida, tradición de re-

vistas culturales.

El final del siglo XVIII,

período clave en la histo-

ria de las ideas, está

signado por el fundacional

Mercurio Peruano

(1791-

1795) que consolida la

conciencia de la diferen-

cia y especificidad de

nuestra nacionalidad. El

siglo XIX se encuentra

poblado de revistas; por la

calidad de sus textos y su

significación en la historia

de la cultura peruana re-

salta nítidamente

La Revis-

ta de Lima

(1859 –1863/

1873) asociada al proyec-

to nacional limeño criollo

y al naciente Partido Ci-

vil. Indiscutiblemente, la

tercera gran revista perua-

na es

Amauta

(1926-1930)

dirigida por José Carlos

Mariátegui.

En los primeros años

del siglo XX, la experien-

cia urbana se multiplica y

expande porque la ciudad

crece y las vías de comu-

nicación (avenidas, carre-

teras y rieles) y los nuevos

medios de locomoción

(automóviles y tranvías

eléctricos) nos ofrecen una

imagen global e interco-

nectada de la ciudad de

Lima. Es una ciudad que

todavía conserva sus anti-

guas tradiciones (pregone-

ros, procesiones, etc.),

pero que ya sufre el impac-

to irreversible de nuevas

formas de urbanismo y so-

ciabilidad.

El periodismo peruano

de la

belle époque,

es de-

cir, aquel que se desarro-

lló durante la República

Aristocrática (1895-1919),

constituye un privilegiado

territorio para explorar los

precarios procesos de mo-

dernización social que in-

cluían una consolidación

de la cultura de lo escrito,

un desarrollo de la comu-

nicación visual (caricatu-

ra y fotografía empiezan a

poblar las páginas de los

diarios y revistas), una sen-

sibilidad cosmopolita y

una reflexividad crítica

sobre la vida privada y el

orden público de la socie-

dad. La experiencia de la

modernidad y sus nuevas

formas de sociabilidad en-

cuentran en las páginas de

los periódicos y revistas de

la época no sólo su for-

malización, sino también

sus caminos de constitu-

ción. Así como el fonógra-

fo, el teléfono y el cine re-

velaban las nuevas tecno-

logías de comunicación, la

prensa se renovó drásti-

camente en este periodo

gracias a los cables de no-

ticias que llegaban me-

diante el telégrafo y a la

creciente inserción de fo-

tografías. Las revistas

Ac-

tualidades

(1903-1908),

Monos y Monadas

(1905-

1907),

Prisma

(1905-

1907),

Variedades

(1908-

1932), la primera etapa de

La Prensa

(1903-1921),

los años de neutralidad de

La Crónica

(1912-1919) y

otros periódicos del perio-

do son testimonio de una

nueva forma de establecer

vínculos entre el triángu-

lo lectores-medios-socie-

dad.

Los actores culturales

de dicho periodo se en-

cuentran en una encruci-

jada ya que muchas veces

se encuentran asociados a

los señores notables de la

“República Aristocrática”

y son usuarios de sus hábi-

tos sociales y formas de

pensamiento, pero simul-

táneamente son los porta-

voces de una nueva sensi-

bilidad y racionalidad más

moderna. La década del

20 es un espacio y tiempo

de rupturas, pero también

de continuidad con esa

movediza modernidad que

ya se gestaba en las dos

décadas anteriores.

Amauta

se publicó en-

tre septiembre de 1926 y

septiembre de 1930. Al-

canzó 32 números, los tres

últimos después de la

muerte de Mariátegui. La

carátula fue siempre ilus-

trada por José Sabogal y el

tiraje contaba con dos edi-

ciones: una masiva en pa-

pel de periódico que al-

canzaba algunos miles y

otra en un papel de mejor

calidad para los cien sus-

criptores.

Amauta

construye una

sociedad imaginada que

intenta articular un senti-

miento colectivo y un

ideal histórico, esta articu-

lación se recubre desde el

nombre, de evidente filia-

ción peruanista que le po-

sibilita una amplia convo-

catoria, pero se distingue

por su simbología indíge-

na y su orientación revo-

lucionaria socialista que

reflejaba su posición ante

el problema nacional y

ante la crisis del mundo

moderno.

Los colaboradores de

Amauta

provenían de di-

versas formaciones acadé-

micas (filosofía, filología,

literatura, ciencias socia-

“Amauta

se publicó entre septiembre de 1926 y septiembre

de 1930. Alcanzó 32 números, los tres últimos después de la

muerte de Mariátegui. La carátula fue siempre ilustrada por

José Sabogal y el tiraje contaba con dos ediciones: una masiva

en papel de periódico que alcanzaba algunos miles y otra en

un papel de mejor calidad para los cien suscriptores” .

José Carlos Mariátegui dejó en una década un puñado de textos fundamentales.