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LIBROS & ARTES

Página 33

L

I

B

R

O

S

Llegué a la poesía de Washing-

ton Delgado por el camino de

Destierro por vida

y con el trans-

curso de los años volví a encon-

trarme con ella en

Historia de

Artidoro

. A comienzos de los años

70,

Destierro…

conjugaba con mi

descontento, con mi desu-

bicación. Cuando Artidoro sale a

la luz, a mediados de los 90, es-

cepticismo y soledad me predis-

ponen a acoger su oscura figura.

No hago estas referencias con el

deseo de poner por delante mi ex-

periencia personal, sino porque

creo que de algún modo los lec-

tores nos apropiamos de las obras

de los poetas y que, si no fuera

por eso, ellas permanecerían en su

envoltura de silencio. Porque no

hay trabajo con la palabra poéti-

ca que no se vea acosado por el

silencio.

Jorge Eslava hizo suya la obra

de Washington Delgado desde

hace muchos años, y la ha segui-

do y leído más de una vez con

mirada renovada. Lo recuerdo

hablando de sus visitas al maes-

tro –suyo y nuestro–, editando sus

libros

Reunión elegida

(1988) e

Historia de Artidoro

(1994), y ha-

ciendo de su obra el motivo cen-

tral de su trabajo de tesis. Los cua-

tro tomos que hoy entrega resca-

tan del silencio los textos poéti-

cos y en prosa de este miembro

destacado de la generación del

50, y son producto de una entre-

ga y de una fe que ha superado la

ausencia del poeta. En estos vo-

lúmenes se encierra algo más que

la obra de Washington Delgado,

en ellos palpitan la admiración

–o la devoción, como el propio

Jorge la llama–, y el compromiso

intelectual y el emocional que,

entiendo, para él no deben ex-

cluirse.

Jorge Eslava ha reunido con

acuciosidad los libros publicados

y los textos dispersos de Delgado,

en verso y en prosa, parte de ellos

inéditos; ha tenido entre sus ma-

nos manuscritos, ha accedido al

huerto cerrado de su archivo elec-

trónico y, con profundo respeto,

ha seleccionado para su publica-

ción aquellos escritos que el poe-

ta había dejado listos. Esta obra

completa no muestra aquel ma-

terial de descarte o inacabado que

todo escritor conserva con la bo-

rrosa intención de corregirlo o de

desarrollarlo más adelante. A

muchos los gana la vida o la muer-

te antes de cumplir ese propósi-

to. Muchos no habrían querido ver

esos esbozos impresos.

Pero qué significa leer hoy a

Washington Delgado. Quisiera

precisar que volver a leer, pasado

ya cierto tiempo, es leer por pri-

mera vez, es percibir, sentir, com-

prender de nuevo. En la obra de

creación de Delgado hallamos una

visión que ajusta la mira a lo mi-

núsculo, a lo cotidiano, a lo inte-

rior y a las amplias dimensiones

de lo social; también una voz que

habla en varios tonos: la vibración

íntima, la reflexión, la ironía, la

denuncia, y que asume varias

identidades. Su obra está enmar-

cada en una época y a la vez en-

lazada con una tradición en len-

gua española, culta y popular, de

la que provienen formas es-

tróficas, musicalidad, ritmo y tam-

bién la recurrencia de ciertos

motivos cuya inspiración abarca

la poesía del siglo de oro, el mo-

dernismo y la generación del 27,

y la incuestionable huella de

Vallejo. Pero su poesía no queda

encerrada en estos moldes, se ex-

pande también hacia el poema en

prosa y a imágenes que se abren

impulsándose unas a otras.

Nunca publicó un libro de

cuentos y es de lamentar que haya

dejado pocos terminados: 6 son

los que se recopilan en el segun-

do tomo, algunos de ellos inédi-

tos. Washington Delgado fue na-

rrador también en su poesía y,

sobre todo, un inolvidable y di-

vertido narrador oral. Sus cuen-

tos no solo relatan historias, son

también cuadros de una época y

de una sociedad vistos preferen-

temente desde el ámbito familiar;

sus personajes, sencillos y cotidia-

nos, se ven a veces en situaciones

inusuales más por un estado de

hastío existencial que por un con-

junto de condiciones externas. La

muerte del profesor Octavio

Aguilar, por ejemplo, es un aban-

dono, un combate no solo perdi-

do sino que se quiere perder.

En la poesía de Washington

Delgado se reúnen las dos ver-

tientes que se quiso oponer den-

tro del ámbito de la generación

del 50, las llamadas poesía pura y

poesía social; su obra es un ejem-

plo de que ese enfrentamiento era

inútil. Los poetas, aun aquellos

que construyen mundos aparen-

temente muy alejados de lo que

bulle a su alrededor, dan cuenta

del efecto de lo que se mueve y

los perturba, de las emociones y

sensaciones que los conectan con

el mundo que otros llaman el real.

Pero el caso de Washington Del-

gado es singular, en su poesía vie-

nen y van el lirismo y la crítica y

la denuncia, ellas se integran en

una expresión clara, poco amiga

de circunloquios y de palabras al-

tisonantes, con frecuencia colo-

quial. La mirada de Jorge Eslava

apunta a la conciliación, a la

complementariedad de dichas

vetas, que fueron producto de

unos años de profundos contras-

tes. En su última colección poéti-

ca,

Cuán impunemente se está uno

muerto

, Delgado hace la siguien-

te declaración de poética, el poe-

ma se titula “La poesía es un pas-

tel no muy dulce”:

ese pastel no demasiado dulce

que no se hace con tinta ni

papeles

ni dinero, que se hace sola-

mente

con amor e ironía.

Amor e ironía, o lo que es lo

mismo, sentimiento e inteligencia,

dos ingredientes de los que está

hecha toda su obra.

Washington Delgado fue para

muchos de nosotros un modelo de

maestro culto y entretenido, al-

guien que entregaba sus conoci-

mientos como quien intercambia

una buena conversación, y es que

dando clase, charlando, bromean-

do y escribiendo siempre enseña-

ba.

En 1782, un oficial de artille-

ría publicaba una novela episto-

lar escandalosa por libertina, re-

volucionaria, por tener como uno

de sus personajes más importan-

tes a una mujer, y trágica porque

al final sus personajes mueren o

terminan mal.

Esta será la única novela de

Choderlos de Laclos, nacido en la

ciudad de Amiens (1741), en una

familia burguesa que se instalará

más tarde en París. Choderlos era

un jacobino, convencido de las

ventajas de la democracia y ad-

mirador de las ideas del Iluminis-

mo francés, de la enciclopedia de

Diderot y de todas aquellas ideas

que defendían la libertad del ac-

tuar y el pensar. Sin embargo, la

Ana María Gazzolo

Obras completas:

El corazón es

fuego. Tomo I

Washington

Delgado

Washington Delgado.

Obras completas: El

corazón es fuego

. Tomo I. Obra poética. Edi-

ción Jorge Eslava. Lima, Fondo Editorial de

la Universidad de Lima, 2008.

Patricia de Souza

Relaciones

peligrosas

Choderlos de Laclos