LIBROS & ARTES
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Resulta altamente sig-
nificativo el cambio en el
subtítulo de la revista: en
el núm. 1, decía escueta-
mente “Revista Literaria
peruana”; en el num. 2 es-
grime una actitud no sólo
literaria sino ideológica
(sin duda, ya se perfilaba
ese componente en el
num. 1, pero ahora se
afianza y despliega) en la
ruta abierta por la revista
Amauta
de José Carlos
Mariátegui, y por eso se
autodenomina “Revista li-
teraria y de opinión”.
Sin embargo, probable-
mente para evitar que se
la considere un órgano de
reflexión y análisis, y no
una revista centrada en la
narración, opta en el No.
3 por un nuevo subtítulo:
“Nueva Crónica y Buen
Gobierno” (ya figuraba, en
el num. 2, como sección
dedicada a la redacción de
“crónicas” sobre las luchas
populares), el cual rinde
homenaje al cronista
Guamán Poma de Ayala,
y su escritura proteica,
híbrida, a medias narrati-
va, a medias reflexiva (en-
tre otros discursos: carta-
informe al Rey, denuncia
de agravios, síntesis enci-
clopédica de la cosmovi-
sión andina, propuesta
ideológica de un Buen
Gobierno, etc.), digna de
ser actualizada con los re-
cursos expresivos de la li-
teratura contemporánea,
incluyendo allí la “litera-
tura de no ficción” (cró-
nicas del “nuevo periodis-
mo”, testimonios conver-
tidos en narraciones socio-
lógicas o antropológicas,
reportajes al modo del clá-
sico sobre la revolución
rusa de John Reed, etc.),
una veta que estimulaba
Casa de las Américas
(Cuba) y había interesado
al paradigmático escritor
socialista peruano César
Vallejo (
Rusia en 1931
y
sus colaboraciones perio-
dísticas) y contaba con el
antecedente de Ernesto
Reyna (verbigracia El
Amauta Atusparia, publi-
cado en
Amauta
en 1929).
Aunque nunca
Narra-
ción
tuvo un director he-
gemónico como fue Ma-
riátegui en
Amauta
, Gu-
tiérrez siguió en esta eta-
pa siendo el principal con-
ductor de
Narración
, con
la colaboración infatiga-
ble de su mujer Vilma
Aguilar. Además, fueron
muy activos en esta etapa
Gregorio Martínez, Rober-
to Reyes y Oswaldo Rey-
noso y contaron con la
participación de Augusto
Higa, Félix Toshihiko, Ri-
cardo Ráez, Hildebrando
Pérez Huarancca, Geor-
gina Cabrera, Ana María
Mur, Julio Carmona y
Rosa Carbonel. De otro
lado, Gálvez Ronceros
colaboró en el segundo
numero, lo mismo que
Morillo Ganoza, Nilo
Espinoza Haro y Andrés
Maldonado, quienes “en el
proceso de preparación
del tercer número se apar-
taron de forma voluntaria
o por haber adquirido
otros compromisos” (Gu-
tiérrez, en: Tenorio, p.
62).
El contexto de esta ter-
cera etapa fue el del pro-
ceso de reformas del Go-
bierno Revolucionario de
las Fuerzas Armadas li-
derado por el Gral. Ve-
lasco Alvarado hasta su
declive en 1975 (vendría
una desactivación de la
“revolución” velasquista y
la transición al Congreso
Constituyente de 1979).
En ese contexto la izquier-
da peruana se fragmentó
en muchas agrupaciones,
varias de ellas simpatizan-
tes del velasquismo en
menor o mayor medida; el
maoísmo se radicalizó
dando origen a una fac-
ción que se autodenominó
Partido Comunista del
Perú, y que sería conoci-
da como Sendero Lumi-
noso; y desde 1973 (sím-
bolo máximo: la caída de
Allende en Chile), se ge-
neralizó un marco hispa-
noamericano adverso al
aliento revolucionario
(que había primado de
1960 a 1973) y amigo de
dictaduras genocidas y
gobiernos represivos (Pi-
nochet, Videla, etc.).
Dicho contexto, así
como la comprensible
maduración del grupo lue-
go de las dos fases anterio-
res, incidió para que la re-
vista se autocalificara “de
opinión”, trazando así dis-
tancias con los escritores
e intelectuales de izquier-
da que colaboraban con el
velasquismo y, de modo
mas taxativo, con el clima
dictatorial y represivo de
1973-1976, en el Perú y en
América Latina. La reso-
nancia de
Narración
fue
mayor en esta etapa, según
establece Gutiérrez: “la
crítica oficial y académi-
ca, que hasta entonces
había ignorado o preten-
dido ignorar nuestra exis-
tencia, empezó a conside-
rar al grupo y al órgano de
expresión no como un fe-
nómeno fugaz y extraño,
sino como un aconteci-
miento importante en la
historia de la narrativa y
de la cultura popular de
Perú, tanto que llegó a es-
tablecerse una filiación
entre
Narración
y
Amau-
ta
” (Gutiérrez, en: Teno-
rio, p. 63).
4)
Etapa epigonal
: cier-
tamente, las actividades
como grupo concluyeron
alrededor de 1976, debi-
do a que estaban fuera del
Perú su conductor mayor
–Gutiérrez– y animadores
relevantes –Vilma Agui-
lar, Reynoso y Morillo
Ganoza–. Empero, confor-
me lo consigna Reyes
Tarazona, cabe concep-
tuar como una prolonga-
ción del proyecto de
Na-
rración
la actividad del se-
llo Ediciones Narración, el
cual publicó dos libros de
cuentos,
Los ilegítimos
(1980) de Hildebrando
Pérez Huarancca y
El co-
lor de la ceniza
(1981) de
Víctor Zavala Cataño; y
dos volúmenes de crónicas
colectivas (un componen-
te que había ido tomando
relieve en la revista
Narra-
ción
, hasta repercutir en la
modificación del subtítu-
lo de ella:
Nueva Crónica
y Buen Gobierno
, en el ter-
cer número):
Luchas del
magisterio / De Mariátequi
al SUTEP
(1979) de
Oswaldo Reynoso y otros;
y
Cobriza, Cobriza 1971
(1981) de Miguel Gu-
tiérrez y otros, esta segun-
da era una reedición –co-
mo libro– de la crónica
Gran huelga minera de
1971
, publicada en el ter-
cer número de la revista.
En esa labor editorial
cumplió un rol descollan-
te Reyes Tarazona.
A lo puntualizado por
Reyes Tarazona sobre Edi-
ciones Narración, convie-
ne añadir que entre 1975
y 1981 integrantes del
Grupo Narración publica-
ron, en otros sellos edito-
riales, libros de alta cali-
dad literaria, varios de
ellos comentados favora-
blemente por la crítica de
entonces, consignándose
frecuentemente en esos
comentarios la filiación de
sus autores dentro del Gru-
po Narración, junto con
ello el reconocimiento de
que lograban retratar la
problemática urbana y ru-
ral de las mayorías nacio-
nales. Todo lo cual hacía
pensar en la continuidad
del Grupo Narración, aun-
que no aparecieran nuevos
números de la revista.
Brindemos la nómina de
los valiosos volúmenes
dados a luz por integran-
tes de todos o alguno de
los tres números de la re-
vista; poseen gran dominio
verbal y recursos narra-
tivos altamente expresi-
vos:
1975:
Monólogo desde
las tinieblas
de Gálvez Ron-
ceros,
Tierra de caléndula
de Gregorio Martínez y
Cuentos de años viejos
de
Félix Toshihiko Arakaki.
La recepción de Gálvez
Ronceros y Martínez fue
muy elogiosa, ampliamen-
te registrada en diarios y
revistas; por fin, se tenía la
visión “desde dentro” del
universo afroperuano.
1977:
Canto de sirena
(Premio “José María Ar-
guedas”) de Gregorio Mar-
tínez y
Que te coma el tigre
de Augusto Higa.
1978:
Infierno a plazos
de Reyes Tarazona.
1979:
¡Habla, Sam-
pedro: llama a los brujos!
de
González Viaña.
Resaltemos dos rasgos
detectables en esto libros:
recogen la voz de pobla-
ciones y culturas margina-
das (afroperuanas, en
Gálvez Ronceros y Mar-
tínez; chamanismo con
raíces prehispánicas, en
González Viaña) reelabo-
rando artística y ficcio-
nalmente materiales que
corresponderían a la «lite-
ratura de no ficción» (gra-
bación de narradores ora-
les, manejo de testimo-
nios, amplia documenta-
ción sobre lugares y per-
sonas reales); y adoptan
una mirada critica frente
al “infierno” de la capital
(Toshihiko, Higa y Reyes
Tarazona). La multiplici-
dad nacional aflora clara-
mente en los rasgos
prehi spáni co-andinos ,
criollo-occidentales, afro-
peruanos y asiático-orien-
tales de estos escritores, en
su mayoría de origen pro-
vinciano: auténtico mural
de todas nuestra sangres.
5) No hay actividades
de grupo después de lo
editado en 1981; sin em-
bargo, la impronta del pro-
yecto narrativo-ideológi-
co de
Narración
ha fructi-
ficado a partir de 1988
(Gutiérrez lanzó su segun-
da novela,
Hombres de ca-
minos
, luego de un largo
“silencio de libros” desde
su novela inicial e inicia-
tiva
El viejo saurio se retira
,
de 1969) en un impresio-
nante
rebrote
de libros que
marcan la madurez artísti-
ca de la mayoría de los
animadores de
Narración
.
A saber:
- El citado Gutiérrez,
con una cordillera de
“Resaltemos dos rasgos detectables en esto libros: recogen la voz
de poblaciones y culturas marginadas (afroperuanas, en Gálvez
Ronceros y Martínez; chamanismo con raíces prehispánicas, en
González Viaña) reelaborando artística y ficcionalmente
materiales que corresponderían a la ‘literatura de no ficción’
(grabación de narradores orales, manejo de testimonios, amplia
documentación sobre lugares y personas reales)”.