LIBROS & ARTES
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ijo de un director de es-
cuela, había nacido en
Berkhamsted, en 1904, y su
vida se prolongó hasta co-
mienzos de la década del no-
venta. Figura incómoda pero
auténtica, fue un espíritu vi-
gilante de los sucesos de su
tiempo, que no dudaba en ir
contra la corriente si lo esti-
maba necesario.
Había en él cierto estoi-
cismo típicamente inglés, una
propensión a resistir las ad-
versidades que continuamen-
te lo empujaba a transgredir
los límites, como si tuviera
que estar poniéndose a prue-
ba constantemente. Su itine-
rario vital es el de un perpe-
tuo insatisfecho. Greene pa-
recía no encontrarse a gusto
en ningún sitio o, quizás, en
demasiados lugares a la vez.
Esta búsqueda incesante lo lle-
vó de un lado a otro del pla-
neta, de Inglaterra a Sierra
Leona, de España a México,
de Paraguay a Indochina, de
Cuba a Argentina, de Austria
a Suecia, de Kenia a Haití. La
excusa era su oficio periodís-
tico, pero la verdad es que no
podía permanecer tranquilo
en una ciudad imperturbable
como Londres. Y, claro, como
buen escritor vampiro apro-
vechó cada uno de estos via-
jes y estancias para pergeñar
novelas que aspiraban a algo
que parecen haber perdido de
vista los fabuladores de hoy:
atrapar a un lector con una
historia sencilla pero intere-
sante, una intriga vibrante y
personajes sólidos y conmo-
vedores con los que resulta
fácil identificarse.
Graham Greene es uno
de los últimos escritores mo-
dernos en cuyas obras aún se
respira algo del aliento clási-
co de los grandes contadores
de historias, desde Defoe has-
ta Dickens y Wilkie Collins. Si
sus obras alcanzaron un éxito
masivo esto se debió, en pri-
mer término, a la simplicidad
de su estilo: una prosa llana,
directa, despojada de solem-
nidad, sin malabarismos téc-
nicos, ejercitada en su prime-
ra vocación, el periodismo.
Asimismo, a la elección de
gente corriente como prota-
gonistas de sus ficciones, hom-
bre grises y atormentados por
miserias cotidianas que eran
las mismas que sufrían sus
lectores. Y, finalmente, al exo-
tismo de sus historias que se
ubicaban sobre todo fuera de
la vieja Inglaterra.
No obstante, a Greene el
éxito no le llegó de la noche a
la mañana. Debió publicar
casi una decena de libros an-
tes de poder vivir de la litera-
tura. Sus primeras novelas sig-
nificaron pérdidas para los
editores y, según el propio
autor, eran malas (tanto así
que se negó a reeditar dos de
ellas y las quitó de su biblio-
grafía). Había seguido estudios
en Oxford y a los 22 años
entró a trabajar como redac-
tor en el
London Times
. Sin
embargo, decidió renunciar a
esta buena colocación para
dedicarse a escribir novelas. Y,
como no podía mantener a su
familia con esta actividad, se
vio obligado a ejercer la críti-
ca literaria y cinematográfica,
además de misiones de corres-
ponsal extranjero. Cuando es-
talló la segunda guerra mun-
dial, Greene fue incorporado
al Foreign Office. De ahí sur-
giría, años más tarde, su no-
table novela de espionaje
El
factor humano
.
Como opina otro compa-
triota suyo, J. G. Ballard, quien
reconoce haber sido influido
por su estilo, “en el primer pá-
rrafo de una novela de
GrahamGreene, uno tiene la
inconfundible sensación de lo
que sucederá desde el punto
de vista de la imaginación y la
psicología. La escena inicial del
héroe-narrador, que desde un
embarcadero ve cómo los
sampanes van río abajo a la
deriva, mientras espera con
sentimientos encontrados a
que su esposa enferma des-
embarque, deja una imagen
indeleble en la mente del lec-
tor”. Y, quizá lo que distingue
a Greene entre otros autores
de su generación sea que, “a
pesar de su gran preocupación
por los dilemas psicológicos y
espirituales de sus personajes,
nunca moraliza sobre un tema
de esa manera que le es tan
cara al escritor inglés de pro-
vincias. Las fuerzas y flaque-
zas, los motivos dudosos y el
origen social se aceptan sin co-
mentarios como la grasa en
el ventilador o la suciedad que
se acumula en la uña de los
dedos”. Nada más cierto,
pues ya se trate de un asesi-
no, de un drogadicto o de un
adúltero, Greene no condena
sino que se limita a
adentrarnos en la conciencia
oscura de estos individuos
cuyas vidas se encuentran al
garete, aunque con una espe-
ranza remota de redención.
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Todavía recordamos el
impacto que nos causó una de
sus últimas novelas,
El capi-
tán y el enemigo
,
escrita hacia
sus 85 años. Bastaba leer las
primeras líneas para ser lite-
ralmente “abducido” por su
trama, siempre de actualidad,
como se corroboraría con los
hechos: casi la mitad de la
acción de la novela transcu-
rría en Panamá y poco des-
pués de su publicación se pro-
dujo la invasión norteameri-
cana. Lo curioso es que la fic-
ción concluía con una adver-
tencia acerca de la latente
amenaza que significaba Es-
tados Unidos. Esta vocación
antiimperialista de Greene fue
una de las constantes en una
obra en la que América Lati-
na y el Tercer Mundo ocupa-
ron un lugar preferencial.
Anteriormente el escritor bri-
tánico había abordado el tema
panameño en un libro de no-
ficción,
Descubriendo al general
,
un afectuoso testimonio de su
amistad con Torrijos y de los
entretelones de la firma del
Tratado del Canal. Un Greene
cargado de años pero risueño
evocaría luego su satisfacción
por haber concurrido a la ce-
remonia enWashington como
invitado oficial del general
Torrijos, emboscado bajo un
pasaporte panameño, pues
antes había tenido trabas para
obtener el visado necesario
para entrar en Estados Uni-
dos e incluso, en una ocasión,
había sido deportado de Puer-
to Rico.
¿En qué reside la maes-
tría narrativa de Greene? Pro-
bablemente en su disposición
para tomar en cuenta la exis-
Centenario de un gran novelista
GRAHAM GREENE:
“SOY UN ATEO
CATÓLICO”
Guillermo Niño de Guzmán
H
Graham Greene fue uno de esos pocos escritores que consiguieron iman-
tar tanto al gran público como a la crítica. Sin embargo, a pesar de su
popularidad, no solía hacer concesiones. Individualista y rebelde, pres-
cindió de las convenciones imperantes en la sociedad británica y no vaci-
ló en desafiar al sistema político.