LIBROS & ARTES
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se la niegue a favor de un di-
simulado cosmopolitismo–
resulta de otra proposición:
no atañe al lenguaje, a su cali-
grafía; tampoco a una volun-
tad de escuela, personal o de
grupo, menos aún a los es-
fuerzos de la crítica, sino esen-
cialmente al grado emocional
que ha decidido la expresión
y al grado estético en que di-
cha emoción se ha transfigu-
rado en realidad visible y au-
tónoma. Creo que en Sérvulo
se cumplió este requisito y que
buena parte de su obra lo tes-
timonia. De otro lado, él bus-
có un camino que lo condu-
jera a esta conquista, mas no
con el vehículo libresco, inte-
lectual o teórico, sino gol-
peándose sin piedad el cora-
zón central. ¿Lo halló? Me
gustaría contestar la pregun-
ta. Por ahora formulo una
idea general: fue Sérvulo de
los pocos, poquísimos, que
atisbaron la verdad de la pin-
tura peruana.
do a los mitos de la tierra y so-
bre ellos ha sido más elocuente
que nunca. Sus figuras de mujer,
al igual que los paisajes, mues-
tran la energía pura y decisiva de
Sérvulo, que es capaz de conver-
tir la realidad en una suerte de
milagro alucinado. Sólo queda-
ría pedirle al artista la proposi-
ción de un tema básico, más con-
ciso y completo, apoyado en el
cual su pintura no sólo lo mani-
festará a él, sino también a to-
dos los que él, como hombre,
representa.
...
A Sérvulo se le reprocha,
aunque menos en la tribuna
pública que en el corrillo, ha-
ber sido demasiado espontá-
neo, intuitivo, violento e incon-
trolado en su quehacer crea-
dor. Aparte de que este falaz
argumento desconoce, tal vez
inocentemente, el sometimien-
to del pintor a la disciplina aca-
démica del taller. Esa “igno-
rancia” –esto es lo que se quie-
re, en suma, decir– atribuida a
Sérvulo no es excepcional en-
tre los pintores, salvo muy con-
tadas excepciones, y tiene su
origen en aquel irracional im-
pulso que conduce la mano del
hombre a trazar su imagen ín-
tima y la imagen que él ínti-
mamente posee del mundo
como consumación de un acto
mágico, que no copia –es cier-
to–, pero que proyecta, sobre
un plano y con líneas y colo-
res, una realidad entrevista en
la interioridad y que se postu-
la como objetiva y universal-
mente válida. De ahí que se
repute de “literario” lo que es,
auténticamente, plástico.
...
El pintor que razona hasta
un punto científico, que apoya
su creación en previas bases
teóricas, sea abstracto o no, re-
sulta, a la postre, más literario
que el que obra por impulsión
inmediata,
inspirado
, digamos, e
irreductible a la preceptiva fi-
losófica o formal. “Gris es toda
teoría y verde el árbol de oro
de la vida”, debieron recordar
los detractores de lo “literario”
en el sentido de expresivo me-
diante objetos o símbolos de
objetos. En cuanto a otro as-
pecto del reproche habitual (la
condición literaria por intencio-
nes de afirmación nacional), la
cosa es aún menos clara y jus-
ta. Un cuadro no es más autén-
tico porque se llame
Los Andes
o no, y ofrezca una imagen que
pueda ser considerada como
referida directa o alegórica-
mente a ese nombre –estamos
de acuerdo–, pero tampoco lo
es porque se denomine
Pisonay
o Ama Kella
, por ejemplo, y el
cuadro sólo expone una armo-
nía cromática semejante a ésta
o aquélla expresión de la cerá-
mica o el arte textil precolom-
binos. La “nacionalidad” –que
existe en el arte, por más que
1.
Retrato de mujer
, 1954. Óleo sobre tela (67 x 47.5 cm.). Colec-
ción particular, Lima.
2.
Cristo, c.
Óleo sobre cartón entelado (45 x 35 cm.). Colec-
ción particular, Lima.
3.
Paisaje
, 1954. Óleo sobre tela (73.5 x 93 cm.). Colección
Gruenberg, Lima.
4.
Mujer
. 1959. Técnica mixta sobre papel (64 x 50 cm.).
Colección Gotuzzo de Woodman, Lima.
5.
Atardecer en la laguna,
1954. Óleo sobre tela (60 x 73 cm.).
Colección Macroconsult S.A.
6.
Cristo de Luren, 1960.
Óleo sobre cartón entelado (46 x 38.2
cm.). Colección particular, Lima.
E PASIÓN
lazar Bondy
ulado. General aprobación merecieron siempre sus obras y,
eló incluso con respecto a sus actos, y se dio de este modo el caso
dividuo fueran las dos facetas de un asunto público.
Gutiérrez
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