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LIBROS & ARTES

Página 12

La pintura –ha escrito

Baudelaire, que tocante a es-

tos temas no me cansaré de ci-

tar– es una evocación”, y es

exacto. El pintor da cita en su

mano (que es instrumento de

su mente y de su corazón), ac-

tualizándolos, su sabiduría téc-

nica y sus ideas plásticas, poé-

ticas, mágicas, sobre el univer-

so, juntamente con su viden-

cia estética. Evoca, es decir, lla-

ma y da forma eterna a las imá-

genes que una memoria inco-

rruptible acumula. La conver-

sión de aquello en un cuadro

no se opera “gracias a Dios”,

porque sí, sino a través de una

selección que debe ser dolo-

rosa como el alumbramiento.

El talento, las facultades es-

pontáneas, las condiciones

personales son sólo un medio,

jamás una meta.

...

Sérvulo es un pintor de

pasión. La vigilancia racional

no es su mejor facultad, pues-

to que todo en él denuncia al

romántico, al hombre levan-

tisco, y al artista enemigo de

las fórmulas. Vida y obra en

él son una permanente protes-

ta, justa o no, eso no importa,

pero sí orgullosa y vigente.

Eso no impide que le reclame-

mos severamente el cumpli-

miento de sus promesas, pues

al elegir el arte, eligió el com-

promiso social de ser, por siem-

pre, el que busca la verdad del

espíritu. Posiblemente lo con-

funda el elogio monótono y

vacío a que lo han tenido acos-

tumbrado algunos. Prefiero

optar por la postura poco sim-

pática del que señala errores y

prevé riesgos. El artista está en

la historia y la historia no acepta

la insinceridad. El artista crea,

no improvisa, porque el azar

nunca fue poeta. Si Sérvulo

ahonda en su luz propia, cada

cuadro suyo será una lección.

...

Sérvulo ha demostrado

que es, sin lugar a dudas, uno

de los artistas más represen-

tativos del movimiento plásti-

co peruano y evidentemente el

que con mayor seguridad al-

canza ya un estilo propio, una

manera personal de crear. El

color, que vibra en estas telas,

por virtud de un instintivo do-

minio, con originalidad, varie-

dad y armonía, se impone

como la mejor conquista del

pintor. Así, por sobre formas

que son un cauce para el to-

rrente cromático, esplenden

los cuadros de Sérvulo como

una inquietante y hermosa

eclosión temperamental, la

cual sin embargo no prescin-

de de la referencia directa o la

intención expresiva de quien

no evade a la naturaleza y al

hombre que la posee y la mo-

difica. El trazo nervioso y ve-

hemente del dibujo, la pince-

lada intempestiva y eficaz, la

composición equilibrada y fe-

liz, nos dan la pauta de que el

artista crea bajo una inspira-

ción plena de intuiciones y de

que su mano se mueve llevada

por una imperiosa fuerza de

necesidad. No otra cosa que esa

vocación, sin posible desvío, es

lo que revela en esta nueva se-

rie de óleos, algunos de los cua-

les son obras de un valor sen-

cillamente extraordinario. Ese

mundo inflamado, presa de lla-

mas de colores, vital y poético,

es a despecho de su consisten-

cia aparentemente irreal, el mis-

mo que nos rodea en esas lati-

tudes costeñas en las que el de-

sierto, bajo la atmósfera de una

u otra hora solar, se reviste de

inesperados reflejos. La pupila

de Sérvulo, su visión apasiona-

da, ha acentuado los tonos y los

ha reunido en acordes de sor-

prendente belleza. Hay caso

–especialmente el cuadro deno-

minado

El Señor de Luren

– en

que esta disponibilidad de la

fantasía pictórica se ha aplica-

PINTOR

Sebastián S

Ningún pintor como Sérvulo ha sido más aplaudido y esti

también, sus ideas sobre el arte. Tan afectuosa disposición se re

de que Sérvulo pintor –excelente pintor– y Sérvulo i

Sérvul

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