LIBROS & ARTES
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La pintura –ha escrito
Baudelaire, que tocante a es-
tos temas no me cansaré de ci-
tar– es una evocación”, y es
exacto. El pintor da cita en su
mano (que es instrumento de
su mente y de su corazón), ac-
tualizándolos, su sabiduría téc-
nica y sus ideas plásticas, poé-
ticas, mágicas, sobre el univer-
so, juntamente con su viden-
cia estética. Evoca, es decir, lla-
ma y da forma eterna a las imá-
genes que una memoria inco-
rruptible acumula. La conver-
sión de aquello en un cuadro
no se opera “gracias a Dios”,
porque sí, sino a través de una
selección que debe ser dolo-
rosa como el alumbramiento.
El talento, las facultades es-
pontáneas, las condiciones
personales son sólo un medio,
jamás una meta.
...
Sérvulo es un pintor de
pasión. La vigilancia racional
no es su mejor facultad, pues-
to que todo en él denuncia al
romántico, al hombre levan-
tisco, y al artista enemigo de
las fórmulas. Vida y obra en
él son una permanente protes-
ta, justa o no, eso no importa,
pero sí orgullosa y vigente.
Eso no impide que le reclame-
mos severamente el cumpli-
miento de sus promesas, pues
al elegir el arte, eligió el com-
promiso social de ser, por siem-
pre, el que busca la verdad del
espíritu. Posiblemente lo con-
funda el elogio monótono y
vacío a que lo han tenido acos-
tumbrado algunos. Prefiero
optar por la postura poco sim-
pática del que señala errores y
prevé riesgos. El artista está en
la historia y la historia no acepta
la insinceridad. El artista crea,
no improvisa, porque el azar
nunca fue poeta. Si Sérvulo
ahonda en su luz propia, cada
cuadro suyo será una lección.
...
Sérvulo ha demostrado
que es, sin lugar a dudas, uno
de los artistas más represen-
tativos del movimiento plásti-
co peruano y evidentemente el
que con mayor seguridad al-
canza ya un estilo propio, una
manera personal de crear. El
color, que vibra en estas telas,
por virtud de un instintivo do-
minio, con originalidad, varie-
dad y armonía, se impone
como la mejor conquista del
pintor. Así, por sobre formas
que son un cauce para el to-
rrente cromático, esplenden
los cuadros de Sérvulo como
una inquietante y hermosa
eclosión temperamental, la
cual sin embargo no prescin-
de de la referencia directa o la
intención expresiva de quien
no evade a la naturaleza y al
hombre que la posee y la mo-
difica. El trazo nervioso y ve-
hemente del dibujo, la pince-
lada intempestiva y eficaz, la
composición equilibrada y fe-
liz, nos dan la pauta de que el
artista crea bajo una inspira-
ción plena de intuiciones y de
que su mano se mueve llevada
por una imperiosa fuerza de
necesidad. No otra cosa que esa
vocación, sin posible desvío, es
lo que revela en esta nueva se-
rie de óleos, algunos de los cua-
les son obras de un valor sen-
cillamente extraordinario. Ese
mundo inflamado, presa de lla-
mas de colores, vital y poético,
es a despecho de su consisten-
cia aparentemente irreal, el mis-
mo que nos rodea en esas lati-
tudes costeñas en las que el de-
sierto, bajo la atmósfera de una
u otra hora solar, se reviste de
inesperados reflejos. La pupila
de Sérvulo, su visión apasiona-
da, ha acentuado los tonos y los
ha reunido en acordes de sor-
prendente belleza. Hay caso
–especialmente el cuadro deno-
minado
El Señor de Luren
– en
que esta disponibilidad de la
fantasía pictórica se ha aplica-
PINTOR
Sebastián S
Ningún pintor como Sérvulo ha sido más aplaudido y esti
también, sus ideas sobre el arte. Tan afectuosa disposición se re
de que Sérvulo pintor –excelente pintor– y Sérvulo i
Sérvul
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