LIBROS & ARTES
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cionamiento de los textos.
José Cretella Junior de ma-
nera escueta pero penetran-
te ha escrito, en palabras
que traducimos: “Cultivan-
do desde el soneto clásico
hasta la poesía de ritmo más
extravagante, consigue
siempre obtener los más in-
esperados y bellos efec-
tos”***. Por su parte, José
Guilherme Merquior ha di-
cho que el poeta se yergue
hacia el más alto lirismo,
aquella simplicidad de esen-
cial desnudez, de trasmisión
total y de calor tan puro que
hace que se torne en el más
vívido de los poetas brasile-
ños. El secreto de Bandeira
tal vez resida en despojar a
la lengua portuguesa de todo
deliberado atavío externo, en
la sabia manera de
musicalizar la emoción, con
enorme fidelidad al desarro-
llo del portugués brasileño.
Bandeira fue modernista (es
decir vanguardista) por feliz
contingencia, mas clásico por
condición perpetua.****
¿Cómo se puede ser
vanguardista y clásico a la
vez? ¿Cómo se puede mili-
tar en las filas de la tradi-
ción y al mismo tiempo pro-
pulsar la renovación litera-
ria? La primera explicación
que podemos ensayar es
algo remota y es de índole
histórica y sociológica y
genéricamente literaria. El
Brasil, descubierto para oc-
cidente por Cabral en el año
1500, más que los países
hispanoamericanos, tuvo un
amplio mestizaje, sobre
todo a partir del siglo XVII,
cuando se desarrolla vigo-
rosamente gracias al aporte
de los esclavos negros des-
tinados a cultivar la caña de
azúcar desde Bahía hasta
Recife. La extensión de la
colonización comienza a fi-
nes del siglo XVII en razón
de la explotación de las mi-
nas de oro y de diamantes
de Mina Gerais. Dividido
en capitanías en 1548, Bra-
sil se convirtió en 1720 en
un virreinato que en 1808
recibe a la familia real de
Portugal que huía de las
conquistas napoleónicas en
la península ibérica. En
1822 Brasil se convertía en
imperio constitucional inde-
pendiente con Pedro I, hijo
de Juan VI, rey de Portugal.
El progreso, y hasta cierto
punto una paz social, fue la
característica del reino de
Pedro II (1831-1889) que
introdujo el cultivo del café
y del caucho, abolió la es-
clavitud y abrió el país a la
migración europea. Un gol-
pe de estado instauró la re-
pública en 1889. En una
palabra: Brasil se separó de
Portugal sin mayores con-
flictos, sin las largas luchas
que caracterizaron la inde-
pendencia de los países his-
panoamericanos.
Probablemente por una
causa personal, íntima, la
enfermedad, Bandeira en su
juventud vivió apartado de
las estridencias propias de
los mozos y fue modelando
su gusto literario en la fre-
cuentación de los escritores
clásicos, tanto de lengua
portuguesa como de lengua
alemana y francesa. En
Iti-
nerario de Pasárgada
, el
hermoso libro de memorias
literarias que Bandeira nos
obsequió en su madurez ar-
tística, el poeta nos cuenta
el impacto que le causó el
poema “Palabras a las gen-
tes jóvenes” de Guy-Char-
les Cros, que dice en su
principio:
Los impotentes yerran, los
sabios también se equi-
vocan
Pues el cuerpo de la mujer
es más hermoso que un
árbol bello,
y la pulpa de los labios más
dulce que la uva.
¿Por qué buscar lejos fines
más complicados
y otras razones para vivir?
Estos versos impresio-
naron al joven Bandeira
profundamente. Inmoviliza-
do en su perezosa se sentía
un poco resarcido de largas
privaciones por aquella ac-
titud abierta de Guy-Char-
les Cros ante el amor y las
mujeres. El joven que hacía
versos metrificados y rima-
dos, cuyas mayores liberta-
des consistían en no respe-
tar la cesura mediana de un
alejandrino o la pausa en
cuarta sílaba de un
octasílabo, halló un sabor
diferente en esos versos, en
que a los alejandrinos de cor-
te tradicional se mezclaban
otros de libre movimiento
rítmico. Y entró a versificar
con la nueva cartilla, como
él mismo lo escribió.
Lo que ganó Bandeira
en ese momento fue atrevi-
miento, la posibilidad de
discutir, en su escritura y no
en manifiestos, la tradición
heredada. Pero no se trató
solamente del aspecto for-
mal, de cambiar los versos
medidos por otros de ritmo
fluctuante. Ese es un aspec-
to parcial y el más superfi-
cial de la renovación. Lo
que Bandeira saca de su es-
*** José Cretella Junior opus cit.
P. 111.
**** Citado por Y. Fujyama.
Nocoes
de literatura brasileira.
Sao Paolo.
Editóra Ática limitada. p.113.
tro y ofrece como aporte a
la literatura brasileña es,
sobre todo, una actitud di-
ferente frente a la realidad.
Sus poemas no testimonian
lo previsible, las veleidades
amorosas de una muchacha,
la apetencia de justicia de
un pueblo o la contempla-
ción de un hermoso paisaje
al atardecer. No. Tienen más
bien una mirada irónica o
sarcástica de la realidad.
Marcan la diferencia. Fren-
te a lo sólito, señalan lo in-
sólito. Sorprenden en todos
los casos. Bandeira tenía la
humildad de considerarse
un poeta menor. Este térmi-
no hay que manejarlo con
pinzas en la tradición de los
idiomas romances pues ori-
ginariamente significa poe-
ta que pergeña versos de
arte menor, es decir versos
de menos de diez sílabas.
Pero también puede enten-
derse que poeta menor es el
bardo que practica versos
líricos en oposición a ver-
sos épicos. Esto nos lleva a
una discusión literaria, que
no por antigua, deja de pre-
sentarse hoy día bajo los
ropajes de la erudición. El
fondo de la cuestión, lo que
no se dice habitualmente,
pero es de lo que se está
hablando, es sí un poeta épi-
co es mejor que un lírico. La
razón especiosa para pensar
que un poeta épico es me-
jor, es que trabaja más. Lo
cual es dudoso. Que los dio-
ses del Olimpo y el Dios de
los cristianos nos libren de
decir una sola palabra con-
tra Homero, Virgilio o
Dante, que son nuestros pri-
meros manes literarios, los
padres de todos, literari-
amente hablando. Pero la
intensidad alcanzada por
algunos líricos a lo largo de
la historia literaria es tanta
que asombra. Pero hay otra
cuestión de fondo. Sabido
es que una rama de la épica
dejó la forma del verso y
tomo la prosa para transfor-
marse en novela, pero la
otra, la versificada, que fue
central durante siglos, se
transformó en marginal. Si
es verdad que
Hojas de
hierba
deWalt Whitman es
algo de lo más notable de la
“Para el lector atento, Bandeira es sobre todo un poeta, probable-
mente el más importante del Brasil en el siglo XX. Pero quien se
acerque a abrevar con detenimiento en su obra completa descubrirá
al lado del lírico a un prosista eminente, a un fino crítico”.