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LIBROS & ARTES

Página 26

cionamiento de los textos.

José Cretella Junior de ma-

nera escueta pero penetran-

te ha escrito, en palabras

que traducimos: “Cultivan-

do desde el soneto clásico

hasta la poesía de ritmo más

extravagante, consigue

siempre obtener los más in-

esperados y bellos efec-

tos”***. Por su parte, José

Guilherme Merquior ha di-

cho que el poeta se yergue

hacia el más alto lirismo,

aquella simplicidad de esen-

cial desnudez, de trasmisión

total y de calor tan puro que

hace que se torne en el más

vívido de los poetas brasile-

ños. El secreto de Bandeira

tal vez resida en despojar a

la lengua portuguesa de todo

deliberado atavío externo, en

la sabia manera de

musicalizar la emoción, con

enorme fidelidad al desarro-

llo del portugués brasileño.

Bandeira fue modernista (es

decir vanguardista) por feliz

contingencia, mas clásico por

condición perpetua.****

¿Cómo se puede ser

vanguardista y clásico a la

vez? ¿Cómo se puede mili-

tar en las filas de la tradi-

ción y al mismo tiempo pro-

pulsar la renovación litera-

ria? La primera explicación

que podemos ensayar es

algo remota y es de índole

histórica y sociológica y

genéricamente literaria. El

Brasil, descubierto para oc-

cidente por Cabral en el año

1500, más que los países

hispanoamericanos, tuvo un

amplio mestizaje, sobre

todo a partir del siglo XVII,

cuando se desarrolla vigo-

rosamente gracias al aporte

de los esclavos negros des-

tinados a cultivar la caña de

azúcar desde Bahía hasta

Recife. La extensión de la

colonización comienza a fi-

nes del siglo XVII en razón

de la explotación de las mi-

nas de oro y de diamantes

de Mina Gerais. Dividido

en capitanías en 1548, Bra-

sil se convirtió en 1720 en

un virreinato que en 1808

recibe a la familia real de

Portugal que huía de las

conquistas napoleónicas en

la península ibérica. En

1822 Brasil se convertía en

imperio constitucional inde-

pendiente con Pedro I, hijo

de Juan VI, rey de Portugal.

El progreso, y hasta cierto

punto una paz social, fue la

característica del reino de

Pedro II (1831-1889) que

introdujo el cultivo del café

y del caucho, abolió la es-

clavitud y abrió el país a la

migración europea. Un gol-

pe de estado instauró la re-

pública en 1889. En una

palabra: Brasil se separó de

Portugal sin mayores con-

flictos, sin las largas luchas

que caracterizaron la inde-

pendencia de los países his-

panoamericanos.

Probablemente por una

causa personal, íntima, la

enfermedad, Bandeira en su

juventud vivió apartado de

las estridencias propias de

los mozos y fue modelando

su gusto literario en la fre-

cuentación de los escritores

clásicos, tanto de lengua

portuguesa como de lengua

alemana y francesa. En

Iti-

nerario de Pasárgada

, el

hermoso libro de memorias

literarias que Bandeira nos

obsequió en su madurez ar-

tística, el poeta nos cuenta

el impacto que le causó el

poema “Palabras a las gen-

tes jóvenes” de Guy-Char-

les Cros, que dice en su

principio:

Los impotentes yerran, los

sabios también se equi-

vocan

Pues el cuerpo de la mujer

es más hermoso que un

árbol bello,

y la pulpa de los labios más

dulce que la uva.

¿Por qué buscar lejos fines

más complicados

y otras razones para vivir?

Estos versos impresio-

naron al joven Bandeira

profundamente. Inmoviliza-

do en su perezosa se sentía

un poco resarcido de largas

privaciones por aquella ac-

titud abierta de Guy-Char-

les Cros ante el amor y las

mujeres. El joven que hacía

versos metrificados y rima-

dos, cuyas mayores liberta-

des consistían en no respe-

tar la cesura mediana de un

alejandrino o la pausa en

cuarta sílaba de un

octasílabo, halló un sabor

diferente en esos versos, en

que a los alejandrinos de cor-

te tradicional se mezclaban

otros de libre movimiento

rítmico. Y entró a versificar

con la nueva cartilla, como

él mismo lo escribió.

Lo que ganó Bandeira

en ese momento fue atrevi-

miento, la posibilidad de

discutir, en su escritura y no

en manifiestos, la tradición

heredada. Pero no se trató

solamente del aspecto for-

mal, de cambiar los versos

medidos por otros de ritmo

fluctuante. Ese es un aspec-

to parcial y el más superfi-

cial de la renovación. Lo

que Bandeira saca de su es-

*** José Cretella Junior opus cit.

P. 111.

**** Citado por Y. Fujyama.

Nocoes

de literatura brasileira.

Sao Paolo.

Editóra Ática limitada. p.113.

tro y ofrece como aporte a

la literatura brasileña es,

sobre todo, una actitud di-

ferente frente a la realidad.

Sus poemas no testimonian

lo previsible, las veleidades

amorosas de una muchacha,

la apetencia de justicia de

un pueblo o la contempla-

ción de un hermoso paisaje

al atardecer. No. Tienen más

bien una mirada irónica o

sarcástica de la realidad.

Marcan la diferencia. Fren-

te a lo sólito, señalan lo in-

sólito. Sorprenden en todos

los casos. Bandeira tenía la

humildad de considerarse

un poeta menor. Este térmi-

no hay que manejarlo con

pinzas en la tradición de los

idiomas romances pues ori-

ginariamente significa poe-

ta que pergeña versos de

arte menor, es decir versos

de menos de diez sílabas.

Pero también puede enten-

derse que poeta menor es el

bardo que practica versos

líricos en oposición a ver-

sos épicos. Esto nos lleva a

una discusión literaria, que

no por antigua, deja de pre-

sentarse hoy día bajo los

ropajes de la erudición. El

fondo de la cuestión, lo que

no se dice habitualmente,

pero es de lo que se está

hablando, es sí un poeta épi-

co es mejor que un lírico. La

razón especiosa para pensar

que un poeta épico es me-

jor, es que trabaja más. Lo

cual es dudoso. Que los dio-

ses del Olimpo y el Dios de

los cristianos nos libren de

decir una sola palabra con-

tra Homero, Virgilio o

Dante, que son nuestros pri-

meros manes literarios, los

padres de todos, literari-

amente hablando. Pero la

intensidad alcanzada por

algunos líricos a lo largo de

la historia literaria es tanta

que asombra. Pero hay otra

cuestión de fondo. Sabido

es que una rama de la épica

dejó la forma del verso y

tomo la prosa para transfor-

marse en novela, pero la

otra, la versificada, que fue

central durante siglos, se

transformó en marginal. Si

es verdad que

Hojas de

hierba

deWalt Whitman es

algo de lo más notable de la

“Para el lector atento, Bandeira es sobre todo un poeta, probable-

mente el más importante del Brasil en el siglo XX. Pero quien se

acerque a abrevar con detenimiento en su obra completa descubrirá

al lado del lírico a un prosista eminente, a un fino crítico”.