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LIBROS & ARTES

Página 32

en el mundo; es, mejor dicho,

el mundo.

pítulo de su Biblia se halla

la sentencia famosa: “Y

Dios dijo: sea la luz; y fue

la luz”; los cabalistas razo-

naron que la virtud de esa

orden del Señor procedió de

las letras de las palabras. El

tratado

Sefer Yetsirah

(Li-

bro de la Formación), redac-

tado en Siria o en Palestina

hacia el siglo VI, revela que

Jehová de los Ejércitos,

Dios de Israel y Dios Todo-

poderoso, creó el universo

mediante los números car-

dinales que van del uno al

diez y las veintidós letras

del alfabeto. Que los nume-

ros sean instrumentos o ele-

mentos de la Creación es

dogma de Pitágoras y de

Jámblico; que las letras lo

sean es claro indicio del nue-

vo culto de la escritura. El

segundo párrafo del segun-

do capítulo reza: “Veintidós

letras fundamentales: Dios

las dibujó, las grabó, las

combinó, las pesó, las per-

mutó, y con ellas produjo

todo lo que es y todo lo que

será.” Luego se revela qué

letra tiene poder sobre el

aire, y cuál sobre el agua, y

cuál sobre el fuego, y cuál

sobre la sabiduría, y cuál

sobre la paz y cuál sobre la

gracia, y cuál sobre el sue-

ño, y cuál sobre la cólera, y

cómo (por ejemplo) la letra

kaf

, que tiene poder sobre la

vida, sirvió para formar el

sol en el mundo, el miérco-

les en el año y la oreja iz-

quierda en el cuerpo.

Más lejos fueron los

cristianos. El pensamiento

de que la divinidad había

escrito un libro los movió a

imaginar que había escrito

dos y que el otro era el uni-

verso. A principios del siglo

XVII, Francis Bacon decla-

ró en su

Advancement of

Learning

que Dios nos ofre-

cía dos libros, para que no

incidiéramos en error; el pri-

mero, el volumen de las Es-

crituras, que revela Su vo-

luntad; el segundo, el volu-

men de las criaturas, que

revela Su poderío y que éste

era la llave de aquél. Bacon

se proponía mucho más que

hacer una metáfora; opina-

ba que el mundo era redu-

cible a formas esenciales

(temperaturas, densidades,

pesos, colores), que integra-

ban, en número limitado, un

abecedarium

naturae

o

serie de las letras con que

se escribe el texto univer-

sal.

1

Sir Thomas Browne,

hacia 1642, confirmó: “Dos

son los libros en que suelo

aprender teología: La Sagra-

da Escritura y aquel univer-

sal y públicomanuscrito que

está patente a todos los ojos.

Quienes nunca Lo vieron en

el primero, Lo descubrieron

en el otro” (

Religio Medici

,

1, 16). En el mismo párrafo

se lee: “Todas las cosas son

artificiales, porque la Natu-

raleza es el Arte de Dios.”

Doscientos años transcu-

rrieron y el escocés Carlyle,

en diversos lugares de su

labor y particularmente en

el ensayo sobre Cagliostro,

superó la conjetura de Ba-

con; estampó que la histo-

ria universal es una Escri-

tura Sagrada que descifra-

mos y escribimos incierta-

mente, y en la que también

nos escriben. Después,

León Bloy escribió: “No hay

en la tierra un ser humano

capaz de declarar quién es.

Nadie sabe qué ha venido a

hacer a este mundo, a qué

corresponden sus actos, sus

sentimientos, sus ideas, ni

cuál es su

nombre

verdade-

ro, su imperecedero Nom-

bre en el registro de la Luz...

La historia es un inmenso

texto litúrgico, donde las

iotas y los puntos no valen

menos que los versículos o

capítulos íntegros, pero la

importancia de unos y de

1. En las obras de Galileo abunda

el concepto del universo como li-

bro. La segunda sección de la anto-

logía de Favaro (

Galileo Galileo:

Pensieri, motti e sentenze Firen-

ze

, 1949) se titula

II Libro della

Natura

. Copio el siguiente párrafo:

“La filosofía está escrita en aquel

Una biblioteca es, de por sí, un lugar mágico en donde personajes históricos y de ficción

habitan entre relatos, fórmulas matemáticas, tratados científicos y filosóficos, versos inge-

niosos y documentos cubiertos de polvo. Un edificio en donde el conocimiento y la sabidu-

ría se alojan entre paredes que encierran silencio. Un recinto que alberga la huella de la

imaginación e inteligencia de grandes pensadores y creadores.

El puerto deAlejandría, Egipto, fue famoso en la antigüedad por su faro y por su biblio-

teca, la que llegó a contener más de 700 mil rollos de pergamino manuscritos –los libros de

la época-, entre ellos, tratados de Euclides y Arquímedes. Fue famoso también por las

descripciones que hizo de él Lawrence Durrell en el

Cuarteto de Alejandría

, su obra más

célebre, y por haber sido el hogar de uno de los poetas más grandes de todos los tiempos,

Constantino Cavafis. Hoy, dicho puerto vuelve a ser centro de atención, gracias a la

construccción de una nueva biblioteca que podría muy bien parecerse a la que soñó Borges.

El miércoles 16 de octubre se inauguró con una gran ceremonia la Biblioteca deAlejandría,

alrededor de 1600 años después de que su histórica antecesora dejara de existir arrasada por

el fuego. El recinto está ubicado en el supuesto emplazamiento del anterior edificio y tiene 11

pisos de altura, un gran salón de lectura, un planetario, una biblioteca para ciegos y varias

salas de exposiciones. Actualmente cuenta con 240 mil libros, pero se espera que pronto

llegue a los 8 millones de ejemplares.

La idea de resucitar el viejo templo del saber que acogió las obras de los grandes sabios

de la antigüedad surgió en 1974. Sin embargo, se esperó hasta 1989 para convocar a un

concurso de arquitectos, el que ganó el estudio Sonhetta, con sede en Noruega, responsa-

ble del diseño de esta construcción, en la que sobresale un disco plateado de 160 metros de

diámetro que parece emerger del mar y que constituye el techo de una sala de lectura con

capacidad para 2 mil personas. La otra fachada es un muro de granito gris en el que se han

tallado ejemplos de todas las formas de comunicación existentes, desde las escrituras más

antiguas hasta el código de barras.

Este proyecto logró que los diversos países árabes, desde Marruecos hasta Irak, se

unan y aporten los fondos para construir la biblioteca, considerada por el presidente egip-

cio Hosni Mubarak como un símbolo mundial de la paz.

La biblioteca de Alejandría

EL TEMPLO DE LA

SABIDURÍA HA RESUCITADO

Daniela Valz-Gen de las Casas

otros es indeterminable y está

profundamente escondida”

(

L´ame de Napoleon

, 1912).

El mundo, según Mallarmé,

existe para un libro; según

Bloy, somos versículos o pa-

labras o letras de un libro

mágico, y ese libro incesan-

te es la única cosa que hay

grandísimo libro que continuamen-

te está abierto ante nuestros ojos

(quiero decir, el universo), pero que

no se entiende si antes no se estu-

dia la lengua y se conocen los ca-

racteres en que está escrito. La len-

gua de ese libro es matemática y

los caracteres son triángulos, cír-

culos y otras figuras geométricas.”

* Jorge Luis Borges.

Otras inqui-

siciones

. Editorial Bruguera. Bar-

celona, 1980.