LIBROS & ARTES
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en el mundo; es, mejor dicho,
el mundo.
pítulo de su Biblia se halla
la sentencia famosa: “Y
Dios dijo: sea la luz; y fue
la luz”; los cabalistas razo-
naron que la virtud de esa
orden del Señor procedió de
las letras de las palabras. El
tratado
Sefer Yetsirah
(Li-
bro de la Formación), redac-
tado en Siria o en Palestina
hacia el siglo VI, revela que
Jehová de los Ejércitos,
Dios de Israel y Dios Todo-
poderoso, creó el universo
mediante los números car-
dinales que van del uno al
diez y las veintidós letras
del alfabeto. Que los nume-
ros sean instrumentos o ele-
mentos de la Creación es
dogma de Pitágoras y de
Jámblico; que las letras lo
sean es claro indicio del nue-
vo culto de la escritura. El
segundo párrafo del segun-
do capítulo reza: “Veintidós
letras fundamentales: Dios
las dibujó, las grabó, las
combinó, las pesó, las per-
mutó, y con ellas produjo
todo lo que es y todo lo que
será.” Luego se revela qué
letra tiene poder sobre el
aire, y cuál sobre el agua, y
cuál sobre el fuego, y cuál
sobre la sabiduría, y cuál
sobre la paz y cuál sobre la
gracia, y cuál sobre el sue-
ño, y cuál sobre la cólera, y
cómo (por ejemplo) la letra
kaf
, que tiene poder sobre la
vida, sirvió para formar el
sol en el mundo, el miérco-
les en el año y la oreja iz-
quierda en el cuerpo.
Más lejos fueron los
cristianos. El pensamiento
de que la divinidad había
escrito un libro los movió a
imaginar que había escrito
dos y que el otro era el uni-
verso. A principios del siglo
XVII, Francis Bacon decla-
ró en su
Advancement of
Learning
que Dios nos ofre-
cía dos libros, para que no
incidiéramos en error; el pri-
mero, el volumen de las Es-
crituras, que revela Su vo-
luntad; el segundo, el volu-
men de las criaturas, que
revela Su poderío y que éste
era la llave de aquél. Bacon
se proponía mucho más que
hacer una metáfora; opina-
ba que el mundo era redu-
cible a formas esenciales
(temperaturas, densidades,
pesos, colores), que integra-
ban, en número limitado, un
abecedarium
naturae
o
serie de las letras con que
se escribe el texto univer-
sal.
1
Sir Thomas Browne,
hacia 1642, confirmó: “Dos
son los libros en que suelo
aprender teología: La Sagra-
da Escritura y aquel univer-
sal y públicomanuscrito que
está patente a todos los ojos.
Quienes nunca Lo vieron en
el primero, Lo descubrieron
en el otro” (
Religio Medici
,
1, 16). En el mismo párrafo
se lee: “Todas las cosas son
artificiales, porque la Natu-
raleza es el Arte de Dios.”
Doscientos años transcu-
rrieron y el escocés Carlyle,
en diversos lugares de su
labor y particularmente en
el ensayo sobre Cagliostro,
superó la conjetura de Ba-
con; estampó que la histo-
ria universal es una Escri-
tura Sagrada que descifra-
mos y escribimos incierta-
mente, y en la que también
nos escriben. Después,
León Bloy escribió: “No hay
en la tierra un ser humano
capaz de declarar quién es.
Nadie sabe qué ha venido a
hacer a este mundo, a qué
corresponden sus actos, sus
sentimientos, sus ideas, ni
cuál es su
nombre
verdade-
ro, su imperecedero Nom-
bre en el registro de la Luz...
La historia es un inmenso
texto litúrgico, donde las
iotas y los puntos no valen
menos que los versículos o
capítulos íntegros, pero la
importancia de unos y de
1. En las obras de Galileo abunda
el concepto del universo como li-
bro. La segunda sección de la anto-
logía de Favaro (
Galileo Galileo:
Pensieri, motti e sentenze Firen-
ze
, 1949) se titula
II Libro della
Natura
. Copio el siguiente párrafo:
“La filosofía está escrita en aquel
Una biblioteca es, de por sí, un lugar mágico en donde personajes históricos y de ficción
habitan entre relatos, fórmulas matemáticas, tratados científicos y filosóficos, versos inge-
niosos y documentos cubiertos de polvo. Un edificio en donde el conocimiento y la sabidu-
ría se alojan entre paredes que encierran silencio. Un recinto que alberga la huella de la
imaginación e inteligencia de grandes pensadores y creadores.
El puerto deAlejandría, Egipto, fue famoso en la antigüedad por su faro y por su biblio-
teca, la que llegó a contener más de 700 mil rollos de pergamino manuscritos –los libros de
la época-, entre ellos, tratados de Euclides y Arquímedes. Fue famoso también por las
descripciones que hizo de él Lawrence Durrell en el
Cuarteto de Alejandría
, su obra más
célebre, y por haber sido el hogar de uno de los poetas más grandes de todos los tiempos,
Constantino Cavafis. Hoy, dicho puerto vuelve a ser centro de atención, gracias a la
construccción de una nueva biblioteca que podría muy bien parecerse a la que soñó Borges.
El miércoles 16 de octubre se inauguró con una gran ceremonia la Biblioteca deAlejandría,
alrededor de 1600 años después de que su histórica antecesora dejara de existir arrasada por
el fuego. El recinto está ubicado en el supuesto emplazamiento del anterior edificio y tiene 11
pisos de altura, un gran salón de lectura, un planetario, una biblioteca para ciegos y varias
salas de exposiciones. Actualmente cuenta con 240 mil libros, pero se espera que pronto
llegue a los 8 millones de ejemplares.
La idea de resucitar el viejo templo del saber que acogió las obras de los grandes sabios
de la antigüedad surgió en 1974. Sin embargo, se esperó hasta 1989 para convocar a un
concurso de arquitectos, el que ganó el estudio Sonhetta, con sede en Noruega, responsa-
ble del diseño de esta construcción, en la que sobresale un disco plateado de 160 metros de
diámetro que parece emerger del mar y que constituye el techo de una sala de lectura con
capacidad para 2 mil personas. La otra fachada es un muro de granito gris en el que se han
tallado ejemplos de todas las formas de comunicación existentes, desde las escrituras más
antiguas hasta el código de barras.
Este proyecto logró que los diversos países árabes, desde Marruecos hasta Irak, se
unan y aporten los fondos para construir la biblioteca, considerada por el presidente egip-
cio Hosni Mubarak como un símbolo mundial de la paz.
La biblioteca de Alejandría
EL TEMPLO DE LA
SABIDURÍA HA RESUCITADO
Daniela Valz-Gen de las Casas
otros es indeterminable y está
profundamente escondida”
(
L´ame de Napoleon
, 1912).
El mundo, según Mallarmé,
existe para un libro; según
Bloy, somos versículos o pa-
labras o letras de un libro
mágico, y ese libro incesan-
te es la única cosa que hay
grandísimo libro que continuamen-
te está abierto ante nuestros ojos
(quiero decir, el universo), pero que
no se entiende si antes no se estu-
dia la lengua y se conocen los ca-
racteres en que está escrito. La len-
gua de ese libro es matemática y
los caracteres son triángulos, cír-
culos y otras figuras geométricas.”
* Jorge Luis Borges.
Otras inqui-
siciones
. Editorial Bruguera. Bar-
celona, 1980.