LIBROS & ARTES
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Peneumotórax
Fiebre, hemoptisis, disnea y sudores nocturnos.
La vida entera que pudo ser y no fue.
Tos, tos, tos.
Mandó llamar al médico.
-Diga treintaitrés.
-Treintaitrés… treintaitrés…treintaitrés…
-Respire.
……………………………………………
-Tiene usted una caverna en el pulmón
izquierdo y el derecho infiltrado.
-Entonces, ¿no es posible , doctor, intentar el
pneumotórax?
-No. Solo le queda silbar un tango argentino.
Poética
Estoy harto del lirismo comedido
Del lirismo bien educado
Del lirismo funcionario público con libro de registro
expediente protocolo y manifestaciones de aprecio al
señor director
Estoy harto del lirismo que se detiene para buscar en los
diccionarios el cuño vernáculo de un vocablo
Abajo los puristas
Vengan todas las palabras sobre todo los barbarismos
Universales
Todas las construcciones sobre todo las excepcionales
Todos los ritmos sobre todo los innumerables
Estoy harto del lirismo enamorado
Político
Raquítico
Sifilítico
Del lirismo que capitula ante lo que sea fuera de sí mismo
Además no es lirismo
Será contabilidad tabla de cosenos secretario de los
amantes con cien modelos de cartas y las diferentes
maneras de agradar a las mujeres, etc.
Prefiero más bien el lirismo de los locos
O el lirismo de los borrachos
El difícil y punzante lirismo de los borrachos
O el lirismo de los clowns de Shakespeare.
-No quiero saber nada del lirismo que no es liberación.
El último poema
Así me gustaría mi último poema
Tierno al decir las cosas
Más simples menos intencionadas
Ardiente como un sollozo sin lágrimas
Bello como las flores perfumadas apenas
Con pureza de llama que consume los diamantes más
Límpidos
Con pasión de suicidas que se matan sin explicaciones
Poesía / Manuel Bandeira
(Versiones españolas de Wáshington Delgado)
literatura de los Estados
Unidos durante el siglo XIX
y ese libro es un canto épi-
co a los principios de una
nación, también es cierto
que es materialmente impo-
sible repetir esa hazaña por
la simple razón de sociolo-
gía literaria de que los tiem-
pos no son propicios para el
canto épico. El siglo que
terminó y el que está co-
menzando son tiempos de
desazón y desconcierto, de
arrinconamiento de la espe-
ranza, de puro sufrimiento.
No hay nada épico en el
mundo. Pedir otroWhitman
parece absurdo. De otro
lado, como la cuestión de
géneros ha derivado a con-
siderarlos como actitudes,
las formas antiguas caracte-
rísticas de la épica, y las for-
mas características de la lí-
rica, se mezclan en iguales
proporciones. La gran líri-
ca, la que viene de San Juan
de la Cruz, por ejemplo, o
Garcilaso, se mezcla en la
dicción de los poetas del si-
glo XX con descripciones o
narraciones que tienen un
origen épico. Así es la poe-
sía de los líricos italianos
Montale, Quasimodo, Un-
garetti, Pavese. En esa línea
se inscribe la escritura de
Bandeira: la del poema cor-
to que teniendo intensidad
lírica, describe situaciones,
produce tensión en el lector
y resuelve el texto con un
golpe maestro, generalmen-
te sorpresivo. Los poemas de
Bandeira siguen la receta de
Poe en
Filosofía de la com-
posición
: ninguno tiene más
de cien versos, que es la can-
tidad de versos que podemos
disfrutar y comprender en
una sesión de lectura.
Bandeira se estaba des-
prendiendo de las influen-
cias de los poetas brasileños
que había frecuentado, como
el simbolista Cruz e Souza,
cuando en la Primera
Muestra del Arte Moderno,
celebrada en Sao Paulo en
1922, se recitó su poema
“Sapos”, en el que se
satirizaba a los parnasianos
y fue recibido entusiasta-
mente por los modernistas
(vanguardis-tas) que esta-
ban ahí convocados. De
este modo lateral, pues no
estaba en la reunión,
Bandeira fue incorporado al
movimiento modernista,
hasta convertirse en su ac-
tor central a lo largo del si-
glo. Pero Bandeira fue un
modernista reticente. Cam-
bió la literatura en los tex-
tos y no participó en las
actividades de sus congéne-
res. A partir de ese momen-
to, 1922, Bandeira exploró
el mundo exterior, empezó
a utilizar el lenguaje de la
calle y perennizó situacio-
nes dramáticas con el vene-
no del humor sombrío y del
sarcasmo. Así ocurre con su
célebre poema “Pneumo-
tórax” en el que se descri-
be a un enfermo de hemop-
tisis que manda a llamar al
médico. El galeno le pide
que diga la palabra treintai-
trés varias veces, que res-
pire. Luego le dice que tie-
ne una caverna en el pul-
món, que no es posible el
pneumotórax y que lo único
que le queda es silbar un
tango argentino. En otro tex-
to recordable, “Poética”, el
poeta dice que está harto
del lirismo comedido, del li-
rismo bien educado, del li-
rismo funcionario público, el
lirismo enamorado, político,
raquítico, sifilítico y que pre-
fiere más bien el lirismo de
los locos, de los borrachos,
el lirismo de los clowns de
Shakespeaere.
Para el lector atento,
Bandeira es sobre todo un
poeta, probablemente el
más importante del Brasil
en el siglo XX. Pero quien
se acerque a abrevar con
detenimiento en su obra
completa descubrirá al lado
del lírico a un prosista emi-
nente, a un fino crítico.
Sócrates decía que el inte-
lectual debía ser un tábano
sobre los lomos de la socie-
dad para mantenerla des-
pierta. Parodiándolo, pode-
mos decir que Bandeira des-
vela al lector, lo cura de los
demasiados libros*****, lo
saca de su modorra, le de-
vuelve la alegría de estar
sobre el redondo lomo de la
tierra. Bandeira siempre es-
tará diciendo treintaitrés en
nuestra memoria.
***** La expresión “los demasia-
dos libros” pertenece al mexicano
Gabriel Zaid en un libro del mismo
título absolutamente irónico donde
dice que la gente compra libros que
no lee, volúmenes que se van apode-
rando de las casas. Según Zaid, hay
muchas razones para no leer, princi-
palmente las que aporta la vida con-
temporánea. Los que menos leen son
los intelectuales, demasiado ocupa-
dos en escribir sus propios libros.