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LIBROS & ARTES

Página 27

Peneumotórax

Fiebre, hemoptisis, disnea y sudores nocturnos.

La vida entera que pudo ser y no fue.

Tos, tos, tos.

Mandó llamar al médico.

-Diga treintaitrés.

-Treintaitrés… treintaitrés…treintaitrés…

-Respire.

……………………………………………

-Tiene usted una caverna en el pulmón

izquierdo y el derecho infiltrado.

-Entonces, ¿no es posible , doctor, intentar el

pneumotórax?

-No. Solo le queda silbar un tango argentino.

Poética

Estoy harto del lirismo comedido

Del lirismo bien educado

Del lirismo funcionario público con libro de registro

expediente protocolo y manifestaciones de aprecio al

señor director

Estoy harto del lirismo que se detiene para buscar en los

diccionarios el cuño vernáculo de un vocablo

Abajo los puristas

Vengan todas las palabras sobre todo los barbarismos

Universales

Todas las construcciones sobre todo las excepcionales

Todos los ritmos sobre todo los innumerables

Estoy harto del lirismo enamorado

Político

Raquítico

Sifilítico

Del lirismo que capitula ante lo que sea fuera de sí mismo

Además no es lirismo

Será contabilidad tabla de cosenos secretario de los

amantes con cien modelos de cartas y las diferentes

maneras de agradar a las mujeres, etc.

Prefiero más bien el lirismo de los locos

O el lirismo de los borrachos

El difícil y punzante lirismo de los borrachos

O el lirismo de los clowns de Shakespeare.

-No quiero saber nada del lirismo que no es liberación.

El último poema

Así me gustaría mi último poema

Tierno al decir las cosas

Más simples menos intencionadas

Ardiente como un sollozo sin lágrimas

Bello como las flores perfumadas apenas

Con pureza de llama que consume los diamantes más

Límpidos

Con pasión de suicidas que se matan sin explicaciones

Poesía / Manuel Bandeira

(Versiones españolas de Wáshington Delgado)

literatura de los Estados

Unidos durante el siglo XIX

y ese libro es un canto épi-

co a los principios de una

nación, también es cierto

que es materialmente impo-

sible repetir esa hazaña por

la simple razón de sociolo-

gía literaria de que los tiem-

pos no son propicios para el

canto épico. El siglo que

terminó y el que está co-

menzando son tiempos de

desazón y desconcierto, de

arrinconamiento de la espe-

ranza, de puro sufrimiento.

No hay nada épico en el

mundo. Pedir otroWhitman

parece absurdo. De otro

lado, como la cuestión de

géneros ha derivado a con-

siderarlos como actitudes,

las formas antiguas caracte-

rísticas de la épica, y las for-

mas características de la lí-

rica, se mezclan en iguales

proporciones. La gran líri-

ca, la que viene de San Juan

de la Cruz, por ejemplo, o

Garcilaso, se mezcla en la

dicción de los poetas del si-

glo XX con descripciones o

narraciones que tienen un

origen épico. Así es la poe-

sía de los líricos italianos

Montale, Quasimodo, Un-

garetti, Pavese. En esa línea

se inscribe la escritura de

Bandeira: la del poema cor-

to que teniendo intensidad

lírica, describe situaciones,

produce tensión en el lector

y resuelve el texto con un

golpe maestro, generalmen-

te sorpresivo. Los poemas de

Bandeira siguen la receta de

Poe en

Filosofía de la com-

posición

: ninguno tiene más

de cien versos, que es la can-

tidad de versos que podemos

disfrutar y comprender en

una sesión de lectura.

Bandeira se estaba des-

prendiendo de las influen-

cias de los poetas brasileños

que había frecuentado, como

el simbolista Cruz e Souza,

cuando en la Primera

Muestra del Arte Moderno,

celebrada en Sao Paulo en

1922, se recitó su poema

“Sapos”, en el que se

satirizaba a los parnasianos

y fue recibido entusiasta-

mente por los modernistas

(vanguardis-tas) que esta-

ban ahí convocados. De

este modo lateral, pues no

estaba en la reunión,

Bandeira fue incorporado al

movimiento modernista,

hasta convertirse en su ac-

tor central a lo largo del si-

glo. Pero Bandeira fue un

modernista reticente. Cam-

bió la literatura en los tex-

tos y no participó en las

actividades de sus congéne-

res. A partir de ese momen-

to, 1922, Bandeira exploró

el mundo exterior, empezó

a utilizar el lenguaje de la

calle y perennizó situacio-

nes dramáticas con el vene-

no del humor sombrío y del

sarcasmo. Así ocurre con su

célebre poema “Pneumo-

tórax” en el que se descri-

be a un enfermo de hemop-

tisis que manda a llamar al

médico. El galeno le pide

que diga la palabra treintai-

trés varias veces, que res-

pire. Luego le dice que tie-

ne una caverna en el pul-

món, que no es posible el

pneumotórax y que lo único

que le queda es silbar un

tango argentino. En otro tex-

to recordable, “Poética”, el

poeta dice que está harto

del lirismo comedido, del li-

rismo bien educado, del li-

rismo funcionario público, el

lirismo enamorado, político,

raquítico, sifilítico y que pre-

fiere más bien el lirismo de

los locos, de los borrachos,

el lirismo de los clowns de

Shakespeaere.

Para el lector atento,

Bandeira es sobre todo un

poeta, probablemente el

más importante del Brasil

en el siglo XX. Pero quien

se acerque a abrevar con

detenimiento en su obra

completa descubrirá al lado

del lírico a un prosista emi-

nente, a un fino crítico.

Sócrates decía que el inte-

lectual debía ser un tábano

sobre los lomos de la socie-

dad para mantenerla des-

pierta. Parodiándolo, pode-

mos decir que Bandeira des-

vela al lector, lo cura de los

demasiados libros*****, lo

saca de su modorra, le de-

vuelve la alegría de estar

sobre el redondo lomo de la

tierra. Bandeira siempre es-

tará diciendo treintaitrés en

nuestra memoria.

***** La expresión “los demasia-

dos libros” pertenece al mexicano

Gabriel Zaid en un libro del mismo

título absolutamente irónico donde

dice que la gente compra libros que

no lee, volúmenes que se van apode-

rando de las casas. Según Zaid, hay

muchas razones para no leer, princi-

palmente las que aporta la vida con-

temporánea. Los que menos leen son

los intelectuales, demasiado ocupa-

dos en escribir sus propios libros.