LIBROS & ARTES
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Tres veces por semana,
Silvio Julio dictaba no una
hora como estaba previsto
en el sílabo, sino tres horas
cada vez, que era lo que le
apetecía y algo que los es-
tudiantes apreciábamos
mucho. Nuestra preocupa-
ción era no dejarlo sin pú-
blico, pues a todos otras
obligaciones nos llamaban
y entonces nos turnábamos
para escucharlo en sus lar-
gas y divertidas peroratas.
Nos hablaba desde Grego-
rio de Mattos, uno de los
primeros poetas del Brasil,
hasta líricos que estaban en
ese momento en plena pro-
ducción como Carlos
Drummond deAndrade. En
una ocasión Silvio Julio dis-
curría sobre Manuel
Bandeira, el poeta emble-
mático del Brasil, y en me-
dio de disquisiciones litera-
rias sobre el valor del escri-
tor aludido dijo lleno de
asombro: “una vez aceptó
ser jurado de un concurso de
belleza”. La expresión del
profesor era severa y era
imposible reirse de la ocu-
rrencia, pero luego, dulcifi-
cando el rostro, culminó con
un suspiro: “a mí me hubie-
ra gustado estar en su lu-
gar”. Desde ese momento
Bandeira, a sus méritos li-
terarios, sumó otro que tuvo
realmente a lo largo de toda
su vida y que oscuramente
intuíamos: una vida intere-
sante, ligada a la sociedad
del Brasil. De escritor pri-
vado, secreto, como lo fue
en su juventud, Bandeira
había pasado a ser persona-
je público querido a veces,
discutido en otras ocasiones,
por la gente del Brasil, in-
dependientemente de sus
calidades literarias.
Manuel Carneiro de
Sousa Bandeira Filho* na-
ció en Recife, Pernambuco
en 1886 y prolongó su vida
hasta 1969. Estudió en su
ciudad natal en el mentado
colegio de las hermanas
Barros Barreto con el pro-
fesor Virginio Carneiro
Leao. Se trasladó después a
Río de Janeiro, que sería el
lugar habitual de su residen-
cia; ahí frecuentó el Gimna-
sio Nacional y el Colegio de
Pedro II, egresando del cur-
so de humanidades en 1902.
Se inició como autor en
1917 con la publicación de
La ceniza de las horas,
revelándose como un poeta
de entraña simbolista. Pocos
años antes ocurrió el hecho
que marcó su vida: se enfer-
mó de tuberculosis, Entre
los años 1913 y 1914 per-
maneció en el sanatorio de
Clavadel, cerca de la hoy
célebre ciudad de Davos,
Suiza, donde se reúnen las
potencias del mundo para
defender la globalización
que propician y que otros
sufrimos, en mayor propor-
ción que la disfrutamos. Fue
entonces que conoció a un
joven de buenos modales,
alto, de ojos azules y cor-
bata negra. Se llamaba Paul
Eugène Grindel. El mundo
lo conocería después con el
célebre mote de Paul
Éluard. Se estableció entre
ellos una relación amical
estrecha. Éluard andaba en-
tonces de amores con otra
interna del sanatorio: Mlle.
Diakonova. Esta rusa, Gala,
para la literatura y la pintu-
ra, se casó con Éluard y lue-
go lo abandonó para con-
traer nupcias con Dalí,
quien la representó en nu-
merosas de sus pinturas. En
Clavadel, ambos poetas es-
taban en agraz. Intercam-
biaban informaciones litera-
rias, pero no tenían la flui-
dez de la expresión, la gra-
cia, la intensidad que alcan-
zarían años más tarde.
Bandeira ha dicho que
Éluard se convirtió en uno de
los grandes poetas de Fran-
cia y del mundo, pero que el
muchacho de Clavadel no
dejaba entrever sus posibili-
dades: fue en contacto con
los dadaístas y después con
los surrealistas que se formó
definitivamente.**
Bandeira publicó en
1919
Carnaval
y en 1924
Ritmo disoluto.
A partir de
ese momento, la calidad de
su producción sería enco-
miable. Los libros se van su-
cediendo uno a uno:
Liber-
tinaje
en 1930,
Estrella de
la mañana
en 1936,
Lira de
cincuenta años.
Convertido
en cronista y en crítico lite-
rario escribe
Crónicas de
provincia de Brasil
(1937),
Nociones de la historia de
las literaturas
(1942).
Pa-
norama de la poesía del
Brasil
(1946). Para quienes
se acerquen con sana curio-
sidad a la literatura del Bra-
sil, los libros de crítica de
Bandeira son una hermosa
introducción a la evolución
de la adaptación y evolu-
ción de la literatura lusita-
na en América.
Probablemente el ma-
yor misterio sobre la calidad
literaria de un escritor es la
determinación exacta de
cómo formó un estilo que
hace reconocible y aprecia-
ble su escritura como algo
diferente a la de otros; al
mismo tiempo los lectores
sienten que esa escritura es
algo valioso que pasa a in-
corporarse al canon litera-
rio de un momento determi-
nado, de una lengua, o de la
humanidad. Todo lo que
hacen los críticos literarios
no es sino una aproxima-
ción a ese milagro, inclusi-
ve cuando bajo la bandera
de una objetividad deseada
se limitan a describir el fun-
POETA
EMBLEMÁTICO
DEL BRASIL
Marco Martos
A finales de la década del sesenta del siglo pasado, la Universidad
de San Marcos de Lima tenía como profesor de literatura brasileña a
Silvio Julio, erudito profesor que no ofendía jamás la ignorancia
de sus jóvenes alumnos pues con mucha gracia iba desvelando los
atractivos y los misterios de la lengua y la literatura lusitanas
producidas en el Brasil.
Manuel Bandeira
* Estos datos han sido tomados
del libro
Literatura Brasileira
de
Jose Cretella Junior. Sao Paolo.
Companhia editora nacional. 1953.
P 111.
** Manuel Bandeira.
Itinerario de
Pasárgada
.
Lima. Embajada del
Brasil. 1988. Prólogo de Guillermo
Niño de Guzmán. Traducción de
Marco Martos, 170 pp.
Poemas.
Prólogo de Luis Alberto
Sánchez. Traducción deWáshington
Delgado.