

LIBROS & ARTES
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La última baraja! murmu-
ró Sonia arrojando a los
pies del posadero una mo-
neda, precio adelantado del
camastro donde debían pa-
sar aquella noche ... y aho-
ra a soñar señorita Grela
agregó a su compañera, ce-
rrando bruscamente la puer-
ta de la cobacha obscura
único refugio para pasajeros
pobres o transnochadores
en aquel barrio extraño y
doliente del puerto.¡Y la
cena! exclamó Grela ya a
solas, en la obscuridad del
tugurio, por qué no le ofre-
ciste pagar mañana al viejo
bestia, además yo le hubie-
ra hecho una sonrisa, tal vez
hubiera querido ... Una car-
cajada fría saltó de la boca
de Sonia dejando ver sus
dientes amarillos de olvido
y continuó: después de todo
hasta aquí fue mi suerte
Grela, lo demás es lo demás,
me siento vieja, hace 3 me-
ses en el Hospital del Con-
suelo cumplí los 47 pero la
vida Grela ... tú aún no tie-
nes encima los 34 y ya lo
ves ... Además qué esperan-
za, extraña, sola. Antes ha-
bía siquiera para un traje
nuevo, y se bebía bien, to-
dos los ojos nos miraban, te
acuerdas del Capitán Smith,
de los marineros del ‘’Ar-
gel’’, de aquellos días! ...
Pues bien Grela me he
resuelto y ayer robé esto a
la vieja Talía del Callejón de
San Antonio.
¿Si tú qui-
sieras acompañarme? aña-
dió disolviendo polvo roji-
zo en un roto jarrón mu-
griento. Si tú quisieras
acompañarme? Por lo me-
nos te librarías de vivir
como vives fiando tus be-
sos que ya nadie quiere, al-
quilando tus entrañas
escupidas de todos y de todo
... y todo para qué? Para
echarse a soñar de a dos con
el hambre de hace días.
II
Tienes razón Sonia, esta
vida es imposible además
¡estoy cansada! hace días
tuve intención de decirte lo
mismo, aquella tarde cuan-
do nos expulsaron del bar
aquél y se rieron las gentes
de nuestra miseria. Además
todos nos temen, las muje-
res nos miran asustadas, la
decencia huye de nosotras
y de nuestra lepra. El único
que nos sigue es el hambre.
Tienes razón Sonia lucha-
mos, pero ! ... ¡Pero qué!,
que mañana nos sacarán
como dos perras muertas y
todo habrá terminado! ... y
llenó la copa de aquella
mujer con el líquido del ja-
rrón roto y mugriento como
esas vidas! ...
¡Salud Grela! sollozó
tétricamente la pecadora ...
y ambas levantaron hasta
sus labios sus copas en cita
trágica y maldita!. Salud
Grela! Por aquel marinero
lejano a quien tanto amé ...
Salud Sonia! por ... pero oye
Sonia yo puedo decir que
me había olvidado de amar
... yo no he amado, yo tam-
bién quiero amar dijo
emocionadamente derra-
mando la copa que aún no
había bebido ... Yo también
quiero conocer y sentir ese
amor de que tanto oí hablar
en mi vida y en la que nun-
ca estuvo él ...
Encarcelada a los 13
años, allá en la lejanía de mi
pueblo, en mi soñada Aus-
tria en aquella “cárcel de
mujeres” que recuerdo
como una pesadilla, sólo
supe del encuentro brutal y
doloroso, cuando el viejo
capellán entró en mi celda,
y me retorcí entre sus bra-
zos ... Al poco tiempo fue
mi libertad y un hijo que
después tuve que abandonar
en la capilla de mi barrio
pobre, sin saber más de él
ni de su suerte ... Después
mi huida de vagabunda, Y
mis días sin pan, mis noches
sin abrigo y sin esperanza
el abandono de los míos que
se avergonzaban de verme
y luego mi viaje a América
donde nos conocimos ...
Después para qué conti-
nuar; tú recuerdas nuestras
tragedias y nuestras alegrías
... y este eterno rodar de
nuestros cuerpos y nuestros
besos fríos ... ___________
A ti siquiera hubo un ser
que te adorara Sonia y tú
también has amado! bebe
pues y que termine tu vida.
Yo me había olvidado de
amar ... voy a buscar un
hombre cualquiera y decir-
le que quiero adorarlo aun-
que se me desprecie y se me
arroje! y se lanzó como una
loca a la calle estrecha y fría
atravezando a grandes pa-
sos la desolación de aquel
barrio extraño y doliente del
puerto ... ______________
Manuscritos de una novela inédita
LA QUE SE
OLVIDÓ DE AMAR
Jorge Basadre
Hildebrando Castro Pozo
Cristóbal Meza
¡
IRMALÓPEZDECASTILLADELGADO
Directora General del Centro de Servicios Bibliotecarios Especializados
NOTA SOBRE EL PRESENTE TEXTO
En 1994 la familia de Hildebrando Castro Pozo donó a la Biblioteca Nacio-
nal, entre otros documentos, el manuscrito de una novela iniciada con Jorge
Basadre y Cristóbal Meza en la Isla San Lorenzo cuando, junto a otros intelec-
tuales y artistas, trataban de hacer más cortos y llevaderos los días de prisión
política que les tocó vivir en 1927, en plena dictadura de Augusto B. Leguía.
El manuscrito consta de siete folios escritos casi en su totalidad a tinta.
Solamente el último aparece parcialmente a lápiz. Hemos transcrito el texto,
actualizando las formas de escritura.
Se puede apreciar en el manuscrito la presencia de tres grafías diferentes.
La primera, que se extiende hasta casi el final del tercer folio vuelto, pertenece-
ría al poeta Cristóbal Meza; la que aparece inmediatamente después, hasta casi
el final del sexto folio vuelto, a Hildebrando Castro Pozo, y la última, que
continúa hasta el final del manuscrito, a Jorge Basadre. Hemos tomado como
fuente para la identificación de las grafías, una anotación hecha por Jorge Basadre
sobre la primera página de uno de los ejemplares de su libro
La iniciación de la
República
(Lima, 1930) y una copia facsimilar de la primera y última páginas
manuscritas del libro
Sol, algarrobos y amor
de Hildebrando Castro Pozo, in-
cluida en la edición de 1991. No contamos con una fuente para identificar la
letra de Cristóbal Meza, pero basándonos en la referencia que hace Jorge Basadre
en
La vida y la historia
(Lima, 1975, pag. 222):
“... con Castro Pozo y Meza
iniciamos, en ciertas horas de la mañana, una novela fantástica de ambiente
peruano que, por cierto, no avanzó mucho
”, asumimos que la primera grafía
que aparece en el texto es de él.
La referencia de Basadre citada en el párrafo anterior nos permite suponer,
además, que el manuscrito que les transcribimos correspondería a las páginas
iniciales de lo que esperaban se convierta en una novela. Lo más probable es
que los autores no imaginaron, al iniciar su proyecto literario, que ese mismo
año, muy poco tiempo después, la vida los llevaría por caminos diferentes.
Sobre Cristóbal Meza, cabe resumir la mención que hace Basadre de su
caso en las páginas 220 y 221 de la obra citada. Este poeta joven, oriundo de
Cajamarca, fue apresado por vivar a Chiang Kai-shek cuando pasaba el cortejo
oficial del presidente Leguía. Se quedó en prisión mucho tiempo “
porque se
olvidaron de él, nadie gestionó su libertad, nadie mencionó siquiera su nom-
bre”.
Murió en forma sorpresiva, casi enseguida de dejar la isla.
Considerando el valor histórico de este manuscrito y por formar parte de la
biografía intelectual y política de Jorge Basadre, la Biblioteca Nacional, lo in-
cluye en esta edición especial de
Libros & Artes
dedicada a destacar su vida y
obra.