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LIBROS & ARTES

Página 18

La última baraja! murmu-

ró Sonia arrojando a los

pies del posadero una mo-

neda, precio adelantado del

camastro donde debían pa-

sar aquella noche ... y aho-

ra a soñar señorita Grela

agregó a su compañera, ce-

rrando bruscamente la puer-

ta de la cobacha obscura

único refugio para pasajeros

pobres o transnochadores

en aquel barrio extraño y

doliente del puerto.¡Y la

cena! exclamó Grela ya a

solas, en la obscuridad del

tugurio, por qué no le ofre-

ciste pagar mañana al viejo

bestia, además yo le hubie-

ra hecho una sonrisa, tal vez

hubiera querido ... Una car-

cajada fría saltó de la boca

de Sonia dejando ver sus

dientes amarillos de olvido

y continuó: después de todo

hasta aquí fue mi suerte

Grela, lo demás es lo demás,

me siento vieja, hace 3 me-

ses en el Hospital del Con-

suelo cumplí los 47 pero la

vida Grela ... tú aún no tie-

nes encima los 34 y ya lo

ves ... Además qué esperan-

za, extraña, sola. Antes ha-

bía siquiera para un traje

nuevo, y se bebía bien, to-

dos los ojos nos miraban, te

acuerdas del Capitán Smith,

de los marineros del ‘’Ar-

gel’’, de aquellos días! ...

Pues bien Grela me he

resuelto y ayer robé esto a

la vieja Talía del Callejón de

San Antonio.

¿Si tú qui-

sieras acompañarme? aña-

dió disolviendo polvo roji-

zo en un roto jarrón mu-

griento. Si tú quisieras

acompañarme? Por lo me-

nos te librarías de vivir

como vives fiando tus be-

sos que ya nadie quiere, al-

quilando tus entrañas

escupidas de todos y de todo

... y todo para qué? Para

echarse a soñar de a dos con

el hambre de hace días.

II

Tienes razón Sonia, esta

vida es imposible además

¡estoy cansada! hace días

tuve intención de decirte lo

mismo, aquella tarde cuan-

do nos expulsaron del bar

aquél y se rieron las gentes

de nuestra miseria. Además

todos nos temen, las muje-

res nos miran asustadas, la

decencia huye de nosotras

y de nuestra lepra. El único

que nos sigue es el hambre.

Tienes razón Sonia lucha-

mos, pero ! ... ¡Pero qué!,

que mañana nos sacarán

como dos perras muertas y

todo habrá terminado! ... y

llenó la copa de aquella

mujer con el líquido del ja-

rrón roto y mugriento como

esas vidas! ...

¡Salud Grela! sollozó

tétricamente la pecadora ...

y ambas levantaron hasta

sus labios sus copas en cita

trágica y maldita!. Salud

Grela! Por aquel marinero

lejano a quien tanto amé ...

Salud Sonia! por ... pero oye

Sonia yo puedo decir que

me había olvidado de amar

... yo no he amado, yo tam-

bién quiero amar dijo

emocionadamente derra-

mando la copa que aún no

había bebido ... Yo también

quiero conocer y sentir ese

amor de que tanto oí hablar

en mi vida y en la que nun-

ca estuvo él ...

Encarcelada a los 13

años, allá en la lejanía de mi

pueblo, en mi soñada Aus-

tria en aquella “cárcel de

mujeres” que recuerdo

como una pesadilla, sólo

supe del encuentro brutal y

doloroso, cuando el viejo

capellán entró en mi celda,

y me retorcí entre sus bra-

zos ... Al poco tiempo fue

mi libertad y un hijo que

después tuve que abandonar

en la capilla de mi barrio

pobre, sin saber más de él

ni de su suerte ... Después

mi huida de vagabunda, Y

mis días sin pan, mis noches

sin abrigo y sin esperanza

el abandono de los míos que

se avergonzaban de verme

y luego mi viaje a América

donde nos conocimos ...

Después para qué conti-

nuar; tú recuerdas nuestras

tragedias y nuestras alegrías

... y este eterno rodar de

nuestros cuerpos y nuestros

besos fríos ... ___________

A ti siquiera hubo un ser

que te adorara Sonia y tú

también has amado! bebe

pues y que termine tu vida.

Yo me había olvidado de

amar ... voy a buscar un

hombre cualquiera y decir-

le que quiero adorarlo aun-

que se me desprecie y se me

arroje! y se lanzó como una

loca a la calle estrecha y fría

atravezando a grandes pa-

sos la desolación de aquel

barrio extraño y doliente del

puerto ... ______________

Manuscritos de una novela inédita

LA QUE SE

OLVIDÓ DE AMAR

Jorge Basadre

Hildebrando Castro Pozo

Cristóbal Meza

¡

IRMALÓPEZDECASTILLADELGADO

Directora General del Centro de Servicios Bibliotecarios Especializados

NOTA SOBRE EL PRESENTE TEXTO

En 1994 la familia de Hildebrando Castro Pozo donó a la Biblioteca Nacio-

nal, entre otros documentos, el manuscrito de una novela iniciada con Jorge

Basadre y Cristóbal Meza en la Isla San Lorenzo cuando, junto a otros intelec-

tuales y artistas, trataban de hacer más cortos y llevaderos los días de prisión

política que les tocó vivir en 1927, en plena dictadura de Augusto B. Leguía.

El manuscrito consta de siete folios escritos casi en su totalidad a tinta.

Solamente el último aparece parcialmente a lápiz. Hemos transcrito el texto,

actualizando las formas de escritura.

Se puede apreciar en el manuscrito la presencia de tres grafías diferentes.

La primera, que se extiende hasta casi el final del tercer folio vuelto, pertenece-

ría al poeta Cristóbal Meza; la que aparece inmediatamente después, hasta casi

el final del sexto folio vuelto, a Hildebrando Castro Pozo, y la última, que

continúa hasta el final del manuscrito, a Jorge Basadre. Hemos tomado como

fuente para la identificación de las grafías, una anotación hecha por Jorge Basadre

sobre la primera página de uno de los ejemplares de su libro

La iniciación de la

República

(Lima, 1930) y una copia facsimilar de la primera y última páginas

manuscritas del libro

Sol, algarrobos y amor

de Hildebrando Castro Pozo, in-

cluida en la edición de 1991. No contamos con una fuente para identificar la

letra de Cristóbal Meza, pero basándonos en la referencia que hace Jorge Basadre

en

La vida y la historia

(Lima, 1975, pag. 222):

“... con Castro Pozo y Meza

iniciamos, en ciertas horas de la mañana, una novela fantástica de ambiente

peruano que, por cierto, no avanzó mucho

”, asumimos que la primera grafía

que aparece en el texto es de él.

La referencia de Basadre citada en el párrafo anterior nos permite suponer,

además, que el manuscrito que les transcribimos correspondería a las páginas

iniciales de lo que esperaban se convierta en una novela. Lo más probable es

que los autores no imaginaron, al iniciar su proyecto literario, que ese mismo

año, muy poco tiempo después, la vida los llevaría por caminos diferentes.

Sobre Cristóbal Meza, cabe resumir la mención que hace Basadre de su

caso en las páginas 220 y 221 de la obra citada. Este poeta joven, oriundo de

Cajamarca, fue apresado por vivar a Chiang Kai-shek cuando pasaba el cortejo

oficial del presidente Leguía. Se quedó en prisión mucho tiempo “

porque se

olvidaron de él, nadie gestionó su libertad, nadie mencionó siquiera su nom-

bre”.

Murió en forma sorpresiva, casi enseguida de dejar la isla.

Considerando el valor histórico de este manuscrito y por formar parte de la

biografía intelectual y política de Jorge Basadre, la Biblioteca Nacional, lo in-

cluye en esta edición especial de

Libros & Artes

dedicada a destacar su vida y

obra.