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LIBROS & ARTES

Página 17

1. Pachacámac.

Puerta de Uquira

, óleo

sobre tela (1.45 x 1.15 m.), 2002.

2. Pachacámac.

Templo del Sol II

, óleo

sobre tela (0.50 x 1.20 m.), 2002.

3. Pachacámac.

Templo del Sol

, óleo so-

bre tela (0.70 x 1.25 m.), 2002.

4. Pachacámac.

Pirámide 7A

, óleo sobre

tela (0.70 x 1.30 m.), 2002.

5. Pachacámac.

Palacio de Tauri Chumbi II

,

óleo sobre tela (0.44 x 1.57 m.), 2002.

6. Pachacámac.

Palacio de Tauri Chumbi III

,

óleo sobre tela (0.73 x 0.92 m.), 2002.

manera sutil, el arte figurativo evoca y

representa al abstracto.

El lenguaje pictórico deWiesse no ad-

mite las facilidades y las distracciones de

la variedad. A través de la proliferación

se infiltra, con frecuencia, el contraban-

do de la redundancia, que el pintor recha-

za. La serie de Pachacamac elude, de

un modo paradójico, el riesgo de la repe-

tición involuntaria, pues trabaja —mi-

nuciosamente y a plena conciencia—va-

riaciones de un mismo tema. Los óleos

cuyo objeto es el palacio de Tauri Chumbi,

por ejemplo, indagan de modos diversos

los contrastes entre el edificio

prehispánico y el cielo, al mismo tiempo

que producen efectos distintos de profun-

didad. Nada hay de pintoresco en esos

cuadros, pues no existen para ilustrar, sino

para iluminar y esclarecer. En buena

cuenta, remiten a sí mismos; es decir, a

las soluciones –siempre exactas, nunca

caprichosas—de los problemas formales

que cada uno de ellos plantea.

Así, el goce que los cuadros de Ri-

cardoWiesse proporcionan no es el de la

gratificación instantánea y pasajera. El

placer que propician –sensorial e intelec-

tual— no elude la exigencia al especta-

dor, pues reclaman la atención de éste y

someten a crítica las costumbres de su

mirada: las pinturas de Wiesse ayudan a

ver cómo la desaparición de un detalle

arruinaría la totalidad y cómo, al mismo

tiempo, el conjunto es siempre más que

la suma de sus partes.

Concluyo diciendo que los cuadros con

los cualesWiesse documenta su frecuen-

tación de las ruinas prehispanicas atesti-

guan, casi a la manera de un homenaje,

la filiación del artista. La costa peruana

–territorio físico e histórico, escenario na-

tural y paisaje de la memoria simbólica—

está presente en toda la obra de Wiesse,

figurativa o abstracta. La arena y la geo-

metría enigmática de los cuadros no fi-

gurativos remitían al ámbito de la costa.

Por su parte, Pachacámac —oráculo de

los ichsma, huaca panperuana que Tupac

Yupanqui sujetó a la regla del incario—

es de alguna manera la cifra y el icono

de la región que Wiesse ha explorado en

las dos modalidades de su trabajo

creativo. En ambas, lo que creíamos co-

nocer se convierte, por la alquimia de la

pintura, en sitio de hallazgos y

redescubrimientos.

5

6

IENTO DE LA COSTA

la tela descubre rela-

les, pero no eviden-

de Wiesse tiende al

liminación de lo su-

resión de que, en sus

, las ruinas de

sido mutiladas por

s por éstos hasta al-

ustera, ascética. Las

a a la que corta, pre-

e sombra; el pliegue

ncuentran dos pare-

altas y vacías que se

lumnas de un muro.

a arquitectura ya sin

nsuficientes, incom-

labas rotas e incom-

ma olvidado, sino los

lario visual. De una

lmore

Ricardo Wiesse