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LIBROS & ARTES

Página 11

parte de la gran tradi-

ción del ensayo lati-

noamericano que arrancan-

do del siglo XIX –

Facundo

de José Faustino Sarmiento

y

Os Sertoes

(1902)

de

Euclides da Cunha, libros

“centáuricos” por excelen-

cia, se encuentran entre las

más altas realizaciones de

la expresión literaria ame-

ricana de la época- continúa

brillantemente en las prime-

ras décadas de la centuria si-

guiente con figuras como

don Alfonso Reyes, a mi

entender, el primero entre

los más notables ensayistas

de América latina. Aparte

de esta tradición, decíamos,

Basadre (y con él los otros

miembros de su generación

como Raúl Porras Barre-

nechea y Luis Alberto

Sánchez) contaba ya con

una muy considerable tradi-

ción del género ensayístico

en el Perú que iba desde

Manuel González Prada –el

fundador del ensayo moder-

no en nuestro país-, prose-

guía con los miembros de la

llamada “Generación del

900”, con Francisco García

Calderón como el mejor en-

sayista del grupo, Mariano

Iberico, cultor del ensayo fi-

losófico, y de manera par-

ticular, con José Carlos

Mariátegui y Abraham

Valdelomar, suerte de her-

manos algo mayores, fren-

te a los cuales ( en especial,

Mariátegui) Basadre sintió

una profunda simpatía y

admiración, aunque esto no

lo inhibió de asumir una

actitud crítica frente a su

pensamiento.

Género fronterizo, abier-

to y flexible donde todo

puede caber, en el ensayo

siempre hay un pensamien-

to, una idea, una reflexión,

en cuya exposición está im-

plicado un yo, un punto de

vista y un uso del lenguaje

que participa en parte de las

cualidades de la escritura

creativa. Como se ha seña-

lado, el ensayo tiene dos

grandes modalidades; una

es la que funda Montaigne,

donde el acento está puesto

en la subjetividad; la otra si-

gue la línea establecida por

Francis Bacon, en la cual se

postula una verdad o una

tesis y se pone el acento en

el carácter demostrativo del

texto. En España Ortega y

Gasset es un nítido repre-

sentante de la modalidad

“baconiana”, mientras Una-

muno, subjetivo y contra-

dictorio pero intenso y pro-

vocador, se inspira en

Montaigne. Reyes en

Visión

del Anáhuac (1519)

integra

los requerimientos del dis-

curso científico con la ins-

piración poética centrada en

el yo, en cambio en

El des-

linde

sigue el paradigma del

discurso científico, aunque

el lenguaje en su limpieza y

objetividad sigue siendo de

una gran belleza. El guate-

malteco Luis Cardoza y

Aragón, uno de los más es-

pléndidos ensayistas lati-

noamericanos, en Guatema-

la.

Las líneas de su mano

fu-

siona lo histórico, la confe-

sión personal y el vuelo lí-

rico. En cuanto a las moda-

lidades de expresión, en el

ensayo pueden confluir el

pensamiento, las memorias,

la crónica, el diálogo dra-

matizado, las descripciones,

el relato y el sentido de la

composición. Borges, por

ejemplo, que usa el ensayo

como técnica literaria para

sus ficciones, construye

muchos de sus ensayos se-

gún la estructura y las téc-

nicas del cuento.

Si se lee la obra ensa-

yística de Basadre desde su

libro juvenil

Equivocacio-

nes. Ensayos sobre literatu-

ra penúltima

(1928),

La

multitud, la ciudad y el

campo en la Historia del

Perú

(1929),

Perú: proble-

ma y posibilidad. Ensayo de

una síntesis de la evolución

histórica del Perú

(1931),

La promesa de la vida pe-

ruana (1943)

y

Meditacio-

nes sobre el destino histó-

rico del Perú

(1947), hasta

sus ensayos en forma de

memorias reunidos en el

volumen de 726 páginas

La

vida y la historia

(1975), se

hará evidente que Basadre

sigue el modelo orteguiano

del ensayo, en que el dis-

curso científico, lógico y

objetivo controla y modera

cualquier intemperancia del

yo y reprime la tentación de

la retórica y la vana elo-

cuencia. Sin embargo, con

ser pudoroso, recatado, este

yo no es nunca un espacio

neutro, opaco y ascético,

pues conoce la amargura y

no es inmune a la irritación

y a la exaltación lírica (por

ejemplo, en su juvenil “Elo-

gio a la Internacional”), cuyo

sustento es la actitud afir-

mativa propia de los intelec-

tuales que no han renuncia-

do a la utopía y que

Basadre, para diferenciar-

se del ideal socialista, deno-

minó “la promesa de la vida

peruana”.

Con su gran erudición

que nunca resulta ostentosa

ni atosigante, con una sóli-

da formación humanística,

atento siempre a los avan-

ces del pensamiento, de las

ciencias y de la literatura y

el arte de su tiempo,

Basadre buscaba la exacti-

tud y la elegancia de la ex-

presión. No era un estilista

como Porras, cuya prosa, al

decir del propio Basadre, se

revestía en determinados

pasajes de atavíos clásicos,

con súbitas irrupciones del

ingenio criollo que genera-

ba el adjetivo preciso, el

detalle esclarecedor, la

anécdota amena y capaz de

volverse, cuando quería,

demoledor e implacable. Es

verdad: la prosa de Basadre

es más densa, algo dura por

momentos, pero cala más

hondo y su pensamiento es

más moderno y apunta al

futuro. Tampoco la prosa de

Basadre tiene la agilidad

periodística de la prosa de

Sánchez ni su gracia y hu-

mor (un humor ácido) para

contar anécdotas sin fin.

Pero el autor de

La Perri-

choli

carece de la probidad

intelectual y moral de

Basadre y en el ensayo

(Sánchez me parece más

que un ensayista, un biógra-

fo y un cronista) no ha pro-

ducido un libro de la signi-

ficación de

Perú: proble-

ma y posibilidad

, el libro

académico más importante

del pensamiento social pe-

ruano después de los

Siete

ensayos

de Mariátegui y

que durante varias décadas

no pudo ser emulado hasta

la publicación de Alberto

Flores Galindo de su nota-

ble libro

Buscando un Inca.

En su libro

Infancia en

Tacna

escribió estas pala-

bras que permiten caracte-

rizar los ensayos de

Basadre: “Un importante

elemento de mi primera for-

mación intelectual proviene

de los días de mi niñez en

Tacna. Es el sentimiento de

la ‘Patria invisible’, el con-

cepto del Perú como un sím-

EL ENSAYISTA

Miguel Gutiérrez

Como los mas destacados representantes de la

Generación

del Centenario

, Jorge Basadre, desde muy joven, cultivó el

ensayo, esa forma de expresión que Alfonso Reyes denominó

“el centauro de los géneros”.

Jorge Basadre

A