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- RO _.

algunos pasos, dejó

tras

de sí la gran olla. Por

que ya hemos dicho, se vé que este suceso es

muy

posible

y

muy natural.

Antes de entrar

á

la

quebrada de Huasamayo,

cuyos cerros de un color ceniciento

y

de ladrillo,

se elevan delante del Misti, cubiertos de espinos

y

habitados por algun buitre solitario, se encuen–

tra otra estacion provisionnl del ferro-carril de

Arequipn. En este lugar se detiene la locomotiva

para recibir .

á

los pasajeros y la carga del valle de

Vitor, al que se desciende por una cuesta de tres

millas próximamente. Hngamos aquí una ligera

pausa

á

fin de decir dos pa.la.brns sobre este valle

y los de Siguas

y

Mages, que están en la misma

direccion.

Despues del valle ele Tambo, el de Vítor

está

llamaLlo

á

progresar mucho con la nueva línea fér–

rea:

situado

á

c-0rta distancia de esta

y

puesto

en

connmicacion con el puerto

y

la ciudad de

Are–

q

ui

pa ,

podrá expender fácilmente sus produccio–

nes. A veinticuatro millas de distancia

y

forman–

do una

línea

casi paraleh coi1 Vi

tór,

está el valle

L1u

Sigmts

y

·mas

lejo~

tollavia el de

Magei:;.

Los

obstáuulos que se oponen en estos sitiot::1 al deBar–

rollo

ele

l<t

agriuultura, com;isLen sobre todo en las

gnuu1es clis tanuias

que los

sepantn,

tanto de la

0os La uotuo de los 0entros <.le consumo: los caminos

oon

huni

blemente n:rnlos , de s uerte que el tráfico

no

puede hacerne en carretas sino en mulas. J1Js–

t os males pueden desaparecer ahora: es fácil for-