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<·nyo límite no se percibe, arenoso, estéril, mu<lo:

al atravesarlo le preguntaba un vecino nuestro

á

otro pasajero.

-¿Qué juzga usted de estas soledades?

-Parece que el Creador, contestó, al formar

el mundo se olvidó de esta parte

y

desde entón–

ces la ha abandonado completamente.

Nada es, sin embargo, menos cierto, pues en

esos lugares donde parece habitar la muerte y

existir una quietud constante, la naturaleza está

en continuo n1.ovimiento y llena de vida, como

ve–

rán

nuestros lectores en los párrafos siguientes.

Con el nornbre de La Joya se conoce no solo la

pampa

á

que hemos hecho referencia , sino ade–

mas un tambo

ó

paseana, situado enmedio del de–

sierto: entre el camino Je Ishty

á

Arequipa. La

Joya es un establecimiento fun(1ado hace muchos

años por un buen inglés y adonde toda' ia llega

á.

hospedarse el pob1·c pn saje -::o (1ue sale de Islay y

tiene que afravesar

á

caballo noventa millas

in–

fernales hasta Arequi pa,

ó

vice-versa. Se encuen–

tran en dicho establecimiento, aunque

ú

precios

fa–

bulosos, los mismos artículos que en uno de los

hoteles de segundo órde11 en Lima y ademas pas–

to seco para los caballos. El viajero que llega

á

él, des pues de sufrir un sol ardiente,

6

víctima del

viento frio de la noche , no puede menos que

j

11z–

gar delicioso,

por

muy triste y desaseado que sea,

un lugar donde halla aloja,miento seguro y pro–

v1s10nes.

Como se

ve/ La

Joya ha sido durante mucho

tiempo el punto de descanso en el viaje de Are–

quipa

á

Islay

y

seguirán tocando

en

él,

hasta

que