-26-
<·nyo límite no se percibe, arenoso, estéril, mu<lo:
al atravesarlo le preguntaba un vecino nuestro
á
otro pasajero.
-¿Qué juzga usted de estas soledades?
-Parece que el Creador, contestó, al formar
el mundo se olvidó de esta parte
y
desde entón–
ces la ha abandonado completamente.
Nada es, sin embargo, menos cierto, pues en
esos lugares donde parece habitar la muerte y
existir una quietud constante, la naturaleza está
en continuo n1.ovimiento y llena de vida, como
ve–
rán
nuestros lectores en los párrafos siguientes.
Con el nornbre de La Joya se conoce no solo la
pampa
á
que hemos hecho referencia , sino ade–
mas un tambo
ó
paseana, situado enmedio del de–
sierto: entre el camino Je Ishty
á
Arequipa. La
Joya es un establecimiento fun(1ado hace muchos
años por un buen inglés y adonde toda' ia llega
á.
hospedarse el pob1·c pn saje -::o (1ue sale de Islay y
tiene que afravesar
á
caballo noventa millas
in–
fernales hasta Arequi pa,
ó
vice-versa. Se encuen–
tran en dicho establecimiento, aunque
ú
precios
fa–
bulosos, los mismos artículos que en uno de los
hoteles de segundo órde11 en Lima y ademas pas–
to seco para los caballos. El viajero que llega
á
él, des pues de sufrir un sol ardiente,
6
víctima del
viento frio de la noche , no puede menos que
j
11z–
gar delicioso,
por
muy triste y desaseado que sea,
un lugar donde halla aloja,miento seguro y pro–
v1s10nes.
Como se
ve/ La
Joya ha sido durante mucho
tiempo el punto de descanso en el viaje de Are–
quipa
á
Islay
y
seguirán tocando
en
él,
hasta
que