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truir viaductos de fierro
y
madera, como· so h
i7.o
en el feno-earril de Valparais o
á
Santiago
y
como
se lrnrá probablemente en los de Puno
y
La Oro–
ya,
sino que se han formado gnwdes terraplenes
con las piedras de los mismos cortes. En esta
pa,rte del carn.ino, que tiene tres
y
m ocl ia millas,
s e ha gftstado cerca de tres millones
d e
pesos;
prjncjpiaron los trabajos el
5
de Abri1 (le
1 869
y
terminftron en el mismo mes del presente año,
pero todavja hay const?tntemente operarios recti–
ficando la línea. En l os cor tes se han empleado
19,000
barri]es de pólvorR-:
á
una sola mina , que
fué
encendida el
1 9
de
M:
:i.yode
1
SG9,
se introdu–
jeron ciento doce q1:-üntales
d o
pólvora.,
6
sea,
11,200
libras . ¡Calcúlese el efecto que produciria
la explosion!
Sea como fuere, los que han llevado
á
cabo una
obra semejante, venciendo
á
la naturaleza en unos
lugares qne no ofrecen r ecurso alguno
y
donde
muchas veceA falta hasta el agua, son dignos del
aprecio g eneral. ¡Hurra por los bravos trabaja–
dores!
Bajando de Cahuintala
y
atravesando alg unas
quebradas, donde principia
á
disminuir
y
por fin
desaparece toda vegetacion, se entra
á
los inmen–
sos arenales de Islay
y
La
Joya, cuyas pampas
se pierden en un horizonte cubierto de médanos
y
de nubes.
A
la vegetacion silves tre y variada
de
las
lomas
sucede casi
repentinamente
el de8ierto