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Es preciso no conocel' los movimientos de1 corazon humano
y
principalmente del corazon de la rnuger, para aceptar como ex–
plicacion verosímil, tan vu]gar superchería.. Abandonada la Cár–
denas por
L-*
ó
éste por olla, los celos debian surgir en e, as al–
mas empozoñadas por la fal ta de lealtad
y
de fidelidad,
y
los ce–
los constituyen
In,
mas grande, la mas intransigente de las enemis–
tades. Raro seria que d e comun acuerdo hubiesen roto sus lazos
los dos mancebos,
y
para ent6nces- la Cárdenas no habria)·ecla–
mado los alimentos de que b ablfl. L a ofensa del abandono no la
perdona un aman t e, mucho ménos si se le sosti tuye con otro, lo
cual babia de suceder, puesto que
L-*
sostituyó tambien
á
un Ra–
mos, de quien se ocultaba la Cárdenas, para lo que ocurrió, segun
ella misma dice, al cambio de nombre. No h ay lugar á la confian–
za, cuando se d estruyen los íntimos vínculos d el corazon. Solo
las almas superiores dan cam po
á
la amistad serena
y
tranquila,
despues de haber cruzado bajo las tempestades del amor. La ex–
plicacion de la Cá rdenas sobre la existencia en su poder, de los
documentos
y
papeles de L*, no es satisfactoria.. Tampoco es
ver
daderala separacion. Cuando el reo fué aprehendido se en–
cor;
itra.bacon la Cárd
enas enuna casa de la calle de las Carrozas.
Aq
uella insultó
á
los
ajent.esde la captura que hubieron tambien
de ponerla en detencion. Unase la prueba indirecta
y
semi-plena
que se deriva de este relato
á
todas las <lemas que dejo exami–
nadas.
.¡{–
*
.¡{-
Otra prueba irrecusable, se presenta en Ja circunstancia de
haber prestado L *
á
las señora ::; Da. Isabel
y
Da.
J
oaquina Aba–
lia,
la cantidad de mil pesos, con el interés de
:i-
W>
mensual. El
denendiente cuyo salario a pénas alcanzaba
á
$
40, ¿cómo podría
extenderlo hasta empren der negocios de esa rnaguitud? ¿Cuáles
eran las fuentes do donde le flufa dinero en tal abundancia?
J
arnás podrá contestar
á
esta respuesta, porque todos los datos
que arroja su conducta, no tienen otra solucion que el crímen. Per·
sona conjunta de la Emilia Cárdenas, cuantas vacilaciones
é
in.
certidumbres notémos en esta, tanta s h abrán de aplicarse como
pruebas en el juicio, en el cual, segun varias veces se ha obser–
vado
y
muy par ticularmente por el ministerio público, hay una
confabulacion de
ivernns por... onns vincul ada s todas por .un co–
rnun in teres: el de sal v r
5,
ri-x-,
recobrando
á
t odo trance los
bie~
nes depositad os.
La declaracion prestada por D. S imon Icaza, no puede ser mas
explícita. El sirvió como corredor para la compra del fundo de
Mestas, por cuyo servicio recibió cuar enta pesos; él babia cono–
cido ántes de esa época,
á
Doña Emilia Cárdenas en
situacion