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-7-

Es preciso no conocel' los movimientos de1 corazon humano

y

principalmente del corazon de la rnuger, para aceptar como ex–

plicacion verosímil, tan vu]gar superchería.. Abandonada la Cár–

denas por

L-*

ó

éste por olla, los celos debian surgir en e, as al–

mas empozoñadas por la fal ta de lealtad

y

de fidelidad,

y

los ce–

los constituyen

In,

mas grande, la mas intransigente de las enemis–

tades. Raro seria que d e comun acuerdo hubiesen roto sus lazos

los dos mancebos,

y

para ent6nces- la Cárdenas no habria)·ecla–

mado los alimentos de que b ablfl. L a ofensa del abandono no la

perdona un aman t e, mucho ménos si se le sosti tuye con otro, lo

cual babia de suceder, puesto que

L-*

sostituyó tambien

á

un Ra–

mos, de quien se ocultaba la Cárdenas, para lo que ocurrió, segun

ella misma dice, al cambio de nombre. No h ay lugar á la confian–

za, cuando se d estruyen los íntimos vínculos d el corazon. Solo

las almas superiores dan cam po

á

la amistad serena

y

tranquila,

despues de haber cruzado bajo las tempestades del amor. La ex–

plicacion de la Cá rdenas sobre la existencia en su poder, de los

documentos

y

papeles de L*, no es satisfactoria.. Tampoco es

ver

dadera

la separacion. Cuando el reo fué aprehendido se en–

cor;

itra.ba

con la Cárd

enas en

una casa de la calle de las Carrozas.

Aq

u

ella insultó

á

los

ajent.es

de la captura que hubieron tambien

de ponerla en detencion. Unase la prueba indirecta

y

semi-plena

que se deriva de este relato

á

todas las <lemas que dejo exami–

nadas.

.¡{–

*

.¡{-

Otra prueba irrecusable, se presenta en Ja circunstancia de

haber prestado L *

á

las señora ::; Da. Isabel

y

Da.

J

oaquina Aba–

lia,

la cantidad de mil pesos, con el interés de

:i-

W>

mensual. El

denendiente cuyo salario a pénas alcanzaba

á

$

40, ¿cómo podría

extenderlo hasta empren der negocios de esa rnaguitud? ¿Cuáles

eran las fuentes do donde le flufa dinero en tal abundancia?

J

arnás podrá contestar

á

esta respuesta, porque todos los datos

que arroja su conducta, no tienen otra solucion que el crímen. Per·

sona conjunta de la Emilia Cárdenas, cuantas vacilaciones

é

in.

certidumbres notémos en esta, tanta s h abrán de aplicarse como

pruebas en el juicio, en el cual, segun varias veces se ha obser–

vado

y

muy par ticularmente por el ministerio público, hay una

confabulacion de

ivernns por... onns vincul ada s todas por .un co–

rnun in teres: el de sal v r

5,

ri-x-,

recobrando

á

t odo trance los

bie~

nes depositad os.

La declaracion prestada por D. S imon Icaza, no puede ser mas

explícita. El sirvió como corredor para la compra del fundo de

Mestas, por cuyo servicio recibió cuar enta pesos; él babia cono–

cido ántes de esa época,

á

Doña Emilia Cárdenas en

situacion