-u-
batida,
en
voluntario eucubridor del delito. Habiéndose presen–
tado como acreedor no cubierto
y
como contratante, solo con
la.
Cárdenas; como se descubriera despues, en Ja visita de inspec–
cion
y
de inventario hecha en casa de aquella, un contra-do–
cumento que probaba
Ja
simulacion del crédito; hubo de ocurrir
ent6nces
á
la invencion de una segunda venta de muebles, ex–
plicando el otorgamiento de aquel
y
su existencia, en poder de Ja
Cárdenas, por
la
circunstancia de haberse
t.1
n,.
papelado el primi–
tivo
pagaré.
LDeclaracion de Castagnini
á
f.
25
cuaderno
B.
J
Sin
embargo, Jos objetos que se dice figuraron en la segunda venta,
no se encuentran en el rnoviliario de Doña Emilia,
y
es probable
que los vendiera
á
su vez. R.esulta de aquí que Ca.stagnini, des–
concertado con la aparicion del contra-documento condenatorio de
AU
proceder, mal avisado respecto de los recurs:os que podía em ·
plear con éxito, no halló otro que la impostura de la segund3.
venta
y
la pérdida del título de ohligacion que hizo necesario el
resguardo. ¿No es verdad, señor Juez, que
hay
en todo esto un
tejido de falsedades que revela el carácter mañoso
y
vulgar
de
quien las
ha
urdido? ¿No es verdad, que
al
través
de
todas
las
fá –
bulas explicatorias de adquisiciones clandestinas, se percibe que
Doña Ernilia Cárdenas sentía en su conciencia la ngitacion de
la
culpa
y
no hallaba camino
seguro
para escapar
á
las investigacio–
nes? _No sé si el interés pueda mas en mí, próximo
á
morir
ó
in–
capaz, toda mi vida, de imputar una mala accion, sobre
la
que no
tuviese p rueba, no sé, repito, si el interés me ofusque hasta el
punto de considerar
todo~
estos dat0s como pertinentes ála com–
probacion del crimen
y
bastante poderosos para
fundar
la plenu.
_probanza. Cualquiera que sea su mérito, yo pido
á
US.
que
me
escuche sin cansancio
y
que los estudie con el ánimo de sacar de
ellos la verdad que contienen.
*
-!(–
*
A
f.
gg
y
100
se encuentran las declaraciones de D. Pablo
J.
Diaz
y
D.
Arturo
T.
Pando. Ambos convienen en la transfor–
macion repentina de la Cárdenas, en el contraste de su lujo de
cierta época, con la deploruble miseria de
la.
anterior:
ambos
afirn1an
que vivia con
L-x-,
lo cual no es
nuevo,
porque ella mis -
. ma lo ha afirmado. B l segundo
agrega que
L ·K-
hubo de com–
prarle un reloj de oro para su barrn gana.
* -);–
-t(-
Desde fójas 132 hasta
fója8
l
69, solo se encuentra consignado
el esfuerzo del reo, pol' medio de sus defensores, para prolongar
el juicio, suscitar inconvenientes
y
aplazar indefinidamente el
l érmino
y
el oas tigo.
E so. :
i11t crrogatorios cxtempor6.neos,
sobre
2