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desgraciada, viviendo_unida
á
D. Manuel Ramos, de quien
tuvo
varios hijos; él la ha visto despucs gozar de comodidades
y
aun
desplegar cierto lujo, pues tenia alhajas
y
caballos. Ramos anun··
ció ent6nces
á
Icaza, que su antigua querida, lo era a.hora de un
j6ven rico, cajero de una casa. ¿Era rico por ser cajero,
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tenia
riqueza ántes de serlo? Y si la tenia ¿por qué se resignaba
á
re–
cibir un sueldo de cuarenta pesos, apénas bastante para subvenir
á
la vida de él solo? Y si tenia otros negocios, ¿por qué perdía
lastimo::;arnente su tiempo desatendiéndolos, por llevar la cuenta
de una casa, que no le daba mucho trabajo, pero que sí exigia su
presencia constante? El testigo se sorprende, como han de sor–
prenderse todos los que sigan la historia de esta causa, de la sú ...
bita transformacion del cajero, en capitalista y propietario.
Pero, ya que no sea posible explicar por medios legales, la
ad~
quisicion de la propiedad inmueble, que revela la inexperiencia
del primer delito, preciso será salvar
á
lo ménos la propiedad
mueble, cuyo inventario se encuentra
á
f.
93. Doña Emilia Cár–
denas ha procurado probar que todas estas especies eran suyas;
y
como no tenga bienes de fortuna, como no pueda determinar
acertadamente el orfgen de su pingüe renta, ella que antes vivió
entre las angustias de la indigencia, dice que los muebles
y
las al–
hajas han sido comprados
á
plazos, con los productos de
su costu-
1· a.
Con este objeto presenta por un lado
á
D. Andres Castag–
nini, proveedor de los muebles,
y
por otro
á
los joyeros Myers
y
Raybaud, prove
edores de los brillantes. Pagaba al primero cua–
renta pesos en
ca.dames, por semanas de
á
diez pesos, pagaba
á
los segundos, mensualidades de
á
cincüenta pesos. Hé allí un
consumo de noventa pesos mensuales, para atender solo
á
exi–
gencias de lujo. Y ¿cuál es la costurera que puede ganar mas de
tres pesos diarios, porque es entendido que han de descontarse
los días de fiesta? Privilegio era de la Cárden&.s multiplicar así la
labor de sus manos, hacerla tan productiva
ó
tan delicada que
obtuviese una compensacion tan considerable. ¿Y con qué aten–
dia
á
las necesidades de la alimentacion, de la casa, del vestido
de ella
y
de sus hijos? Era preciso que su renta fuese por lo menos
de doscientos pseos, que ella sola debia buscar, puesto que se
encontraba separada de su amante. Esto sale fuera de lo vero–
símil: ardides semejantes hacen ei;;ca.rnio del buen sentido, ultra–
jan la verdad, van
á
profanar los fueros de la justicia, que se le–
vanta airada para imponer silencio y castigo
á
los audaces delin–
cuentes.
Está fuera de duda que Castagnini, supuesto vendedor de los
muebles, se ha confabulado con la Cárdenas,
y
constituídose, me–
diante documentos, ouya verdad, hasta ahora a.parece muy com ..