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m alévolo embuste",
v(-
110
habria concebido esperanzas de justifi–
carse : quiz;á. desde
el
primer momen t o
habría
hecho r estitucion
de los valores sustraidos
y
yo
me
habria evitado la enojosa tarea
de acusarlo, evitándose
él
la infamia del dclit.o.
Jimenez
y
Chin–
cha.y son r esponsables de la caida de
L*
y
de todos los males
que le sobrevengan. Mientras tanto, sus declaraciones prueban
que
la
casa e ra del reo; que este tenia el convencimiento de que
la habia adquirido con dinero robado, por lo cual qtrnria ponerla
en cabeza agena.
Con
criterio justiciero, reunansc todas las circunstancias que
vengo a1:rnntando
y
se verá como todas ellas conducen á esta con–
secuencia inevitable:
la
culpabilidad del acusado .
El
aumento
inexplicable en los gastos de mi casa,
la salida de la Cárdenas
del altillo del Sauce, para ocupar una habitacíon de treinta y cua–
tro pesos, la compra de m.uebles, su cambio absoluto en
la.
manera
de vivir, sus desembolsos cuantiosos p;1ra alhajas
y
arreglo del
menaje, su servicio de mesa
y
todas las comodidades de que dis–
frutaba , manifiestan hasta
la
evidencia que un misterio habia allí,
un misterio que es un crímen. En cuanto
á
L~~,
basta la com–
pra de la casa, no explicada hasta aquí por
él, ni
por nadie,
y
que,
muy lejos de eso, ha sido materia de tanta.s contradicciones
y
de
tan absurdas hipótesis,
para
concluir que aquel , jamás djjo
la
verdad
y
que esta no es otra, que
la
aplicacion del di nero sustrai–
do á la compra del fundo
y
á la adquisicion de todos los demás
objetos, que
para,
su pasajero bienestar, se procuraron los ilegíti–
mos consortes.
Por mas que quiera
Da.
Emilia Cárdenas establecer separacion
entre sus intereses
y
los del acusado, es indudable que ellos son
solidarios
y
están vinculados por la mancomunidad mas comple–
ta. La
Cárdenas, concubina de
v:~,
durante una série de años,
como lo es
hasta
ahora mismo, d efiende, palmo
á
palmo, como
suya ,
la.
prop1ec1a cl mucb e que corresponde
:1
su aman te, porque
en su conservacion ccr!sis tc la felicidad de ambos. Para defen–
derla ocurre al medio de asegurar por sí
y
por ruedio de su apo–
derado
[f.
~
cuaderno
C.
l
que es
cierto vivió con
L*
y
aun tuvo
hjjos de él; pero que hacia meses se habían separrid.o
y
le re–
clamaba a1imentos. Y cuando se le observa, que, no obstante gsa
inventada separacion,
la ropa.,
los objetos
de uso
diario, los docu–
mentos mismo., que se refieren á la actual cuestiot1, como la car–
ta del Dr.
Qi<-
y
otros, se encuentran en su poder, dentro de los
muebles, cuyo dominio reclama como exclusivo
é
independiente
de la comunidad de
la
mancebía.; entónces contesta
(f.
16
cuader–
no B . ) que
conio no habia convertidose en
enem~qo
de L eon, ape–
sar de haberse separado de si¿ amistad ilicita, ese ind1vi·duo le dio
á
guardar unos documentos
y
papeles cu,yo contenido ignora.