- 10-
de azoe
y
4:2
gramos
2
centígramos de
car1on,
por
cada
diez kilógramos de peso del individuo objeto
de la observacion.
Para
un trabajo moderado, que
es el que
sopor–
tan. por lo general, nuestros obreros,
y
teniendo eu
r.0nsideraeion
su
mediana estatura,
y
el
poco frio,
que tienen que esperímentar, sobre todo, en
la
cos–
ta,
se puede señalar, de un promedio deducido por
el
Dr.
Letheby, de las observaciones
y
cálculos d e l
Dr.
Lyon Playfair, muy aproximados á los de Pe–
tenkofer,
y
que difieren poco de los de Mr. Payen,
una alin1entacion que contenga 20'63 de azoe y 374 '
10
de carbon, que en números redondos fijarémo s
en
21 gramos de azoe y 375 gramo.s de ·carbon.
No hacemos mencion aquí de otros elementos
que son taTnbien indispensables para nuestra alí–
mentacion, como
el
oxígeno, el hidrógeno, el cloro,
el fósforo, el azufre, la cal, la soda, la potasa, la
n1agnesia,
la
siliee, el fierro y el manganeso; por–
que estos principios se encuentran en los ali mento r:;
de que hacemos diariamente uso, en las proporciones
de que nuestros órganos tienen necesidad. Exceptua–
rnos el
c101~uro
de sodio, que es preciso agregar
:i
Jos alimentos
en la
dósis de
15
á
17
gramos diarios,
para hacedos mas ag radables,
y
ele mas fácil <liges–
tion.
S e
h a p ro pues to por Mr. L a nkester, prep a rar una
Ra.l higiénica, que reuna cierto número de sustan–
ci a s , que proporci onen
los alimentos min erales de
q
ue acaba rnos
d e
hablar. Creernos qu e , e n casos
de–
t J
rrninaJ.os,h ay n ecesidad d e t om a r un a cantidad
d e
sal es
de
cal ,
d e
fi e rro , d e potasa &., cnando n ues–
trns alime ntos no l a s conte n g ari e n suficientes dósis;
pero
Ja
discu sion de estas cuesti0nes nos alejaría
mucho. del ohj oto d e este escrito. Diremos solamen–
te,
que cuando la alimentacion es abundante
y
va–
riada, no hay necesidad de añadirle otras sustancias
minerales que
el
cloruro de sodio, ó sal coFnnh.
El
siguiente cuadro dará una idea de las cantida–
d es d e
azoe
y
ca rbon q u e n ecesita e l
h om b re d esd e