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·o termina.remos esta
1ij e ra
reseña de los estra–
gos que produce en el organismo una alirnentacion
iusnficiente, sin ha :;er mencion .especial de la inmi–
gracion asiática. El chino se alimenta mal
<m
su
país, durante la navegacion, que lo conduce á nues–
tras costas, y mientras permanece en su carácter
de pseudo-esclavo, nueva institucion social, que, por
faltar1e su ve1·dadero nombre, no ha excitado aun la
filantropía de los cruceros jngleses.
- Contrayéndome solamente al tratamiento dieté–
tico, que generalmente se dá á los chinos, diré: que
una libra de arroz, rnuy rara vez libra y media, sin
grasa, · es su racion normal diaria. Los patrpnes
m.ascaritativos
ó
ma.s generosos, añaden una corta
cantidad de carne
ó
de pescado, una
ó
dos veces por
semana. Son excepciones honrosas los que alimen–
tan mejor á sus peones, y su liberalidad es suficien–
temente recompensada con ·Ja mayor suma de tra–
bajo que pueden obtener ele ellos. En otro lugar se
hallará
e1
cálculo de Jo que consume
lin
chino dia–
riamente en azoe
y
carbon.
Adelantaréruo~
desde
ahora la manifestacion de los resultados de tan exí-
gua alimentacion.
.
,
El labrador chino os débil y enfel'rniso. Su
foeV6
za muscular es la mitad de
la
.que puede desarrollar
un.
trabajador de cualquiera otra condiciou,
y
per~o
nas
rn.uycompetentes, hacen asconder á tres veces
mas el trabajo que ejecutaba un
~sclavo
africano,
del que se puede obtener de un chino. Y, si se
com–
para la alimentacion que fonia un esclavo
C0)1
la
de
un asiático, no sorprenderá ver esta gran cli.te1'encifl.
de accion dinámica de uno
y
otro trabajador; pnes
mientras aquel consumía una libra de frijol y otra,
de maiz diariamente, que representa una alimeuta–
cion suficientemente nutritiva, el chino apenas ob–
tiene lo puramente indispensable para vivir. ,P ;are–
ce. innecesar10 decir que, si se aumeutára en el tra–
bajador·chiino convenientemente su raeion alimen–
ticia, se podria exijir de él doble suma de trabajo,
lo que ocasionaría, sin duda una dismiuucion
nott~-