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ganizacion,
y
ape11as alcanzan á
11cnnr la8
cifras
que constituyen una racion de entretenimiento, e8
decir~
]o· estrictamente indispensable para no morir
de inanicion.
A la corta cantidad de alimentos, debo añadirse
]a mala eleccion que de ellos se hace. Las sustan–
cias carbonadas (féculas, a.zucar
&. )
baeen la ba8e
de su alimentacion,
y
las sustancias azoadas están
en un déficit lamentable. Será permitid.o dudar en
vista de éstas observaciones, que cada uno pued •
verificar en su misma casa, que la falta de alimen–
tos plásticos en la sangre, es ]a causa de esa profuH–
da debilidad que se nota en gran parto de
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ha–
bitan tes de esta ciudad? ¿No podría as] esplicarse
11atisfactoriamente la pobreza de la sangre en canti–
dad y calidad? Y si la sangre está pobre de glóbulos
reparadores ¿cómo podrán estar ricos los
órgaino.·
que sacan de este líquido vivificador todo el
conf.iu–gente de su riutricion?
El
exámen do algunos
hechos.
vendrá en apoyo de nuestras aserciones.
Lo2 antiguos habitantes
de
Lima eran induda–
blemente mas fuertes qne los actuales. Algunas de
]as enfermedades, q ae ahorEt son
frccuen~tes,
eran ca–
si desconocidaR. Sus costumbres eran tambieu di–
ferentes.
A
las tres comidas sustanciosas, que se
hacia entónces, se han sostituido dos insuficientes.
Las suculentas mazamorras y
el
reparador choco–
late, han cedido su puesto al insustancial té, que
amortigua el apetito, sin reparar las fuerzas.
'Cuando los individuos del ejército eran manteni–
dos con cortísimas cantidades de alimento, el solda–
do era débil y enfermiso. Desde que se le dá un
Tancho
1
eparador y abundante,
y
se le hace traba–
jar en 0bras públicas, su salud ha mejorado, y sus
fuerzas aumentado considerablem·ente.
Algunos niños pálidos, anémicos
y
enfermisos,
á
quie-nes he aplicado un sistema de alimentacion con–
veniente, mas bien que la polifarmácia dirijida or–
dinariamente contra
la debilidad, han adquirjdo
Jall
a.ire de vida y de salud
muy
satisfactorio.