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per<li.eron
3
u1
adelante, ganando:
por
consiguíentc,
12 dia::; ele trabajo. (Longet).
Pero no es
solamente el
vigor
corporal~
sino
Ja,
energía moral la que
se
ref.Üente
<le una
alimenta–
eion escasa en alimentos reparadores. Es seguro que
la Inglaterra no reinaría tranquila sebre la Irlanda,
si ésta pudiese
di~pon
or de
u11
alimento mas azoado
que la papa; ni 140 rn.111ones de indios obedecerían
A nnos cuantos millares de ingleses,
~3
aquellos se
alimentasen como
é8tos.
Esta
pican te
y
oportu
mL
obserYacion de
~1r.
Lon
qet
tendería á establecer el
siguiente aforismo
eco1~6mico-político:
<<El despo–
t.1srno solo puede ser perm:ineatc en los pueblos mal
al 1me
ntados)).
):a
hem.osvisto
los efectos
de una
alimontaciou
1nsnfi.
ciente.El
exceso de
snsta11cias azoadas
ó
car–
honada.s,
farnbien trae desórdenes para la salud,
y
un de._perdicio de productos útiles, que
108
sano;-)
principios
de
economía
aconsejan ahorrar.
El
exce,
so
de
alin1cntacion
es mucho menos frecuente entre
nosotros, sobre todo de sustancias azoadas, y sus
·consecuencias
rncnos
des~strosrrs.
Para
100
perso–
nas anémicas,
se encuentra
una pletórica.
El
reu–
matismo por
exeeso
de ácido láctico en la sangre,
es
mucho
mas
frecuente
c1uc
el proveniente del
de
ilcido úrico.
lf.
Segun Eclwar<l Srnith,
las cantidades
mínirna1:> <le
carhon
y de
a7'00 que
son indispensable
e n el esta–
do
de reposo, son de 13 gramos de
azoe
y
280 de
carbon para el hombre,
y
de 11'7 de azoe
y
253 de
carbono para
1a
rnuger.
Estas
cífr~s
halladas
por
Smith,
en e l estudio del ·
hambre que sufrieron los trabajadores ele
LancashirG
y
Cheshire,
y
qne se llarnó «hambre del
algodon)},
se aproximan mucho
á
las señalad as por Gasparin,
Pn
~u
curso
de
agricultura.
Segun
e¡;;te antor,
uH
h0rnhr
~e r!entar]o
consnn1c
dim·ian1 r>111~
:..
gr~nnos