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obtener una surna <l.e alinientacion suficiente, para
producir la mayor fuerza posible, al menor precio
posible. «Un hombre puede fabricar en su propio
cuerpo una libra de carne, <lice el Dr. I.1yon Plai–
fayr,
con leche so1amente,
á
razon de 3 chelines
y
~
peniques (precio corriente de Londres): con papas,
zanahorias
y
carne sin huesos, ni grasa,
á
razon de
2 chelines: con harina de avena, á razon de
1
che–
lin
y
10
peniques: con pan, harina de trigo y de ce–
bada,
á
razon de
1
chelin y dos peniques: eon ha–
bas
y
albei:jas, ámenos de seis peniques».
Convencido, pues, del eficaz auxilio que las cien–
cias médicas pueden prestar al eRtndio de la gran
cuestion de economía política de que se ocupa la
Comision,
y
desear.ido contribuir con mi pequeño
contingente al mejor éxito de sus trabajos, me he
permitido dirijir á US. las siguientes anotaciones;
para que sean revisadas por la Comision,
y
si lo
crée conveniente, hagan parte del informe, en que
debe consignar sus opiniones
[1].
1
La experiencia ha demostrado que el hombre ne–
cesita tomar diariamente mm cantidad de alimento
tal, que contenga tanto
carbon
y
tanto
azoe,
cuanto
se requiere para reparar 1a pórdida ele estos dos
elementos, que sufren nuestros órganos al desarro–
llar la fuerza, que cada uno de ellos está llamado á
producir, para el desempeño de sus funciones res–
pectivas.
Si las cantidades de azoe
y
de earbon tornadas
están en defecto, la debilidad,
vari~s
enfermedades,
y
ann la muerte por inanicion, son las consecuencias.
«El entretenimi ento de laR fuerzas vitales en el
hombre
y
los animales, dice Liebig, depende de tal
ó
cual proporcion de los principios constituyentes
[1] Esta memoria fué aprobada por
la
Comision
y
hace parte
del informe dirijido por ella al Supremo Gobierno .
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