•
I
ORESTES
DI
LULLO
Recien .aparece en forma evidente
y
magistral la reposteria criolla, maravilla
en las man9s de nuestras abuelas., con sus
complicados alifios de pastas
y
dulcers, con
SUS
merengues dorados, con las vainillas
peirfumadas
y
las finas escarchas de azu–
car, con el espolvoreo de la canela, tan
suave
y
deliciosa, que lleg6 por si misip.a
a ser lo indispensable dentro de lo nece–
sario.
El comer tiene ya entre nosotros,
y
en
los pueblos de las capitales, especialmen–
te, un sentido artis·tico, aunque no toda–
via espiritual.
Las matronas rivalizan en la prepara–
ci6n de platos suculentos, que se obse–
quian entre fan1ilias. En torno de la coci–
na se tejen y destejen las hoTas con habi–
lidad de hadas, con entusiasmo de nifias,
con gusto refinado.
Se solemnizan de ritos los afanes cu–
linarios. El yantar ya no es. hortazgo si–
no gusto. La comida es un plaicer
y
las
familias se enorguHecen de dulces, de pas...
tas, de arropes, de f6rn1ulas delicadas,
y
se es1neran en prolijos metodos, en tiem–
pos de coccion, realizando las mas inte-–
resantes conquistas. culinarias.
De aquella epoca data nuestro paladar
por los pasteles rebosantes de pasta sucu-
-31-