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LULL' o ·

. Luego, han cambiado 1os tiempos. An–

taiio

era un placer trabajarlas por decoro,

por propia estimaci6n. Se ponia empefio

en Ia obra, y algo del espiritu de uno se

encerraba con la· pasta

entr~

las dos ho–

juelas de masa.

Hoy se especula con la gan.ancia

ilf

cita

·sobre· todo en las elecciones·, en que una

nueva moral las asimila a la ·condici6n de

meros negocios, y de los cuales, como los

politicos, sacan las empanaderas, a costa

·de su

probid.ad

y

decoro, un provecho

mejor.

Es

por esta raz6n que no fascinan

ya

las bateas Y· cestas de empanadas, · sino

que, por

el

contrario, constituyen para los

partidos instrumentos . perjudiciales, ya

que le elector que las prueba, si vive, sue–

le vota.r generalmente en .. contra, lo cual

deinuestra, de paso, que el paisano no ha

perdido aun SU gusto pese a CUanto .Se ha

dicho en este sentido.

Pero si las empanadas electorales, co–

mo todas las- cosas de la politica, han su–

frido tan rudo y bastardo envilecimiento,

las empanadas caseras, preparadas con el

antiguo sentido de la responsabilidad tra–

dicional, continuan haciendo las delicias

del paladar criollo.

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