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Llegamos al Janeiro, donde el buque debía componer–
.se, y la mitad de nuestros compañeros habían ya muer–
to (s); el resto se hallaba muy malo, algunas de las mu–
jeres fueron remitidas al hospital, de donde a los dos
días tuvieron que volver escarmentadas del abandono
y mal trato que los portugueses les dieron, o por reco–
mendación del comandante o por su carácter particu"
lar; una de ellas murió luego que pisó de regreso la
cubierta d el buque.
Todos los demás, a pesar de estar enfermos, no fuí–
mos más bien tratados en esta nueva posición, antes,
por el contrario, tomaron contra nosotros precauciones
más atormentadoras; de día éramos amarrados al palo
ma yor, y de noche en la corriente; las lluvias, el rigor
·del sol, ni la ninguna garantía que teníamos· en nuestro
ropaje, nos eximían de esta pena nueva y diaria, que
nos venía por haber llegado al Janeiro, donde entre la
mucha población que había era de temerse 1a huma–
nidad de algunas personas . La ejercitó con mucho vo–
luntad un religicso que venía de Lima libre en el mis–
mo buque; se empeñó para que lavásemos nuestros
on–
draios, cuya suciedad se hacía insoportable para nos–
·otro s mismos, pues había sido contraída desde que nos
p rendieron, por la trCL1spiración, humedad, etc., sin que
tuviésemos en todo este tiempo que mudar en nuestra
c ama miserable, ni en el cuerpo.
Cuatro meses p ermanecimos •en Janeiro, al cabo de
ellos salimos para España, que se ha!llaba en guerra
con la Inglaterra ; esta circunstancia, que nos ponía en
·el riesgo de ser presa de algún buque inglés, y adqui–
rir así la liberta d, fué la que nos trajo también por la
contingencia de e ste bien el mal positivo e insoportable
de ser amarrados al p aila mayor luego que cualquie-
(s) Testifican estas desgrncías
incruentas
las palabras <lel
pro.~io Comand.~nte
de "El Beruano", José Córdova, en la re–
Jac1on que .envio a
la Corte, a la ancla en Río de Janeiro, en
10 de A·gosto de
1784,
y ·cuyo
texto reproduciremos a conti–
nu ación de estas Memorias. (F.A.L.)