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conocidos los españoles en la adhesión que tiene al re-–
za, en que hacen consistir toda su religión, sin que la
práctica de la moral les sea jamás de igual importan–
cia; pues no obstante habiendo observado que rezába–
mos el rosario por una especie de consuelo, nos prohi–
bieron lo hiciésemos. Es de adverür que estos españo–
les eran groseros, ignorantes, superticiosos, como la ma–
yor parte de los que venían a América, y que por con–
siguiente para ellos el rezo tenía lugar de todo, que les
era lo mismo rezador, que virtuoso, que honrado y que
justo.
A Jos diez meses y días de navegación desde nues–
tra salida de Lima, llegamos a Cádiz con la esperanza
de encontrar el término de nuestros padecimientos, y
persuadidos que cualquiera que fuese la opinión del
Rey sobre nuestro supuesto crimen, lo creería expiado
con cuanto habíamos sufrido (como si los rreyes nacidos
y criados en el lujo y los placeres tuviesen jamás ideas
de las penalidades de los demás que poder comparar
y analizar).
Además que no habiéndosenos hecho proceso algu–
no, porque oonstase nuestro delito, no tendría éste el gra–
do de certidumbre que dan las pruebas, y la humani–
dad se dejaría oír
(t).
El
19
de marzo nos desembarcamos y fuí conducido con
una cadena de más de arroba de peso al cas'tillo de
San Sebastián; mi aniquilamiento era tal, que habien–
do salido a las oraciones llegué a las doce de la no-
~t)
El proceso_ se hizo,
·pe~o
a la manera
y
uso d·e los con–
quistadores espanoles: despues de victimar al reo, fraguaban
el proceso, o como en el presente caso el sumario se llevó a
cabo con
la
decl>a~ación
de algunos
t~stigos,
y
poniendo en
b?ca .de Juan Bautista Tupac Amaru lo que dictaban los pro–
p10s Jueces.
Esto que aquí dejamos anotado, consta en documentos oficia–
les de la época,
y
que insertaremos en los próximos tomos de
.esta colección: "Los Pequeños Grandes Libros d·e Historia Ame–
ricana". (F.A.L.)