Previous Page  43 / 176 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 43 / 176 Next Page
Page Background

35

zos, y por hombres cuya profesión parecía ser afligir

la humanidad, no recuerdo hayamos recibido ninguno

demostración de interés, siendo nuestras entradas en los

pueblos siempre estrepitosas y capaces de mover cual–

quiera alma a quien no hubiese hecho degenerar el in–

flujo del despotismo.

En un lugar, alguno nos mandó aguardiente, que

nuestro comandante conductor nos impidió tomar, y para

este solo rasgo de ccmpasión puedo asegurar que en

cada pueblo sufrimos un suplicio, fuera de la conducta

particular de nuestros conductores que se disputaban el

ejercicio de la crueldad; ellos nos dejaban dos y tres

días sin comer y beber; nuestras peticiones más urgen–

tes eran contestadas con golpes o con insultos, y llegó

a tal puruto su insensibilidad, o más bien su complacen–

cia y desnaturalización en mortificarnos, que mi infeliz

madre (Ventura Monjarras) tres días había pedido agua

con toda ansiedad, las lágrimas

y

los gritos que la na–

turaleza agonizante sabe exhalar; nosotros no podíamos

auxiliarle sino acompañando a este imperioso lenguaje

de· la naturaleza nuestros ruegos los más urgentes y

composibles para mover a nuestros opresores; mas éstos

¡cosa espantosa! la vieron perecer clamando: "agua,

agua"; y aunque en los últimos instantes mostraron oir–

la, fué inútil; ella murió de sed y su pérdida obró so–

bre nosotros con una opresión inexplicable; fué vícti–

ma de una insensibilidad asombrosa de parte de aque–

llos a quienes estaba fiada nuestra conservación (ñ).

Yo

(ñ)

Después de leer las últimas líneas ainteriores, se tiene

J.a

impresión de que el autor de estas

Memorias

exagera y

abulta los hechos dolorosos. Mas, no es así. El Jefe militar que

•conducía a los prisioneros presenta, con más amplitud los su–

frimientos y mil penalidades de las infortunadas víctimas, en

informe, al Virrey del Perú, de fecho 28 de Noviembre de 1783,

que insertaremos más adelante.

(Archivo General de

Indias

de

Sevilla. Audiencia de Lima, legajo 1046).

Y

para re

afirmar mejor las verdades escritas por Juan Bau–

tista

Túp.ac

Amaru en estas páginas, copiamos a continuación