Previous Page  21 / 330 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 21 / 330 Next Page
Page Background

-15-

suceso que suele merecer el aplauso del estranjero, cuanto i mas

si el nuevo tiranuelo sabe remedar el lenguaje de los gobiernos

civilizados,

i

habla de órden i de progreso

i

de paz i de amistad

con todos los pueblos del orbe. Así no es de estrañar que Santa

Cruz, el hijo de la cacica Calaumana, llegase a parecer a los

ojos de esos gobiernos

i

particularmente a Jos de la Gran Bre–

taña i de Francia, cual un Tamerlan americano o cual un

nuevo Manco Capac bañado en las aguas de la civilizacion

cristiana.

Solo el Gobierno de Chile conoció profundamente a este

pseudo reformador, que apoyado en Ja usurpacion i la impostu–

tura, habia llegado a las proporciones de un gran potentado.

A

pesar de todo, le declaró la guerra

i

se puso a la obra de apres–

tar un ejército expedicionario, a cuya cabeza colocó al jeneral

Blanco Encalada.

En vísperas de partir se amotina en Quillota lo mas gra–

nado

i

distinguido de aquel ejército, prende al ministro Por–

tales, el director mas caracterizado del Gobierno, e] alma de la

guerra

i

el mas decidido enemigo del protectorado i del Pro–

tector, i emprende sobre Valparaiso en la intelijencia de poder

posesionarse fácilmente de esta importante plaza. Lo parti–

cular es que el jefe de esta rebelion i sus cómplices procuraban

justificarla, alegando que Ja guerra declarada a Santa Cruz no

tenia fundamento racional, ni era mas que la inspiracion del

orgullo

i

despotismo de Portales, siendo por otra parte notorio

que el ejército destinado a la expedicion, no podria, a causa de

su pequeñez i poca disciplina, combatir con las fuerzas del po–

deroso Protector,

i

en definitiva iría a perecer miserablemente

en las playas i médanos malsanos del Perú. Contra todas las

probabilidades los amotinados fracasan en los altos del Baron,

donde los milicianos de Valparaiso i un solo batallon de línea,

los atacan, los persiguen i los deshacen por completo. Pero

en el campo ha quedado el cadáver del ministro Portales bár–

baramente asesinado por los mismos que le conducian prisio–

nero.

Cuando llegó al Perú la noticia de este suceso, creyó el

Protector que el Gobierno de Chile, viendo desbaratada Ja expe–

dicion que habia preparado,

i

no contando ya con la mano activa